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Así puedes detectar fácilmente a una persona agresiva encubierta con solo 5 minutos de charla, según la psicología

Psicología

Los expertos en conducta social explican cómo el tono de voz, la ironía y el lenguaje corporal delatan la agresividad encubierta

Un hombre furioso al volante

Imagen de archivo

Detectar a una persona agresiva encubierta puede ser más complicado de lo que parece. A diferencia de quienes expresan su enfado abiertamente, estas personas disfrazan la hostilidad bajo una apariencia calmada y educada. Sin embargo, la psicología asegura que los primeros cinco minutos de conversación pueden ser suficientes para captar las señales de alerta si prestamos atención a los detalles.

Según los especialistas en conducta social, este tipo de individuos recurre con frecuencia a la ironía, las críticas veladas o el silencio como estrategias de control emocional. No gritan ni pierden las formas, pero sus palabras o gestos transmiten tensión y malestar. Su objetivo no es confrontar directamente, sino generar incomodidad o culpa en el otro sin asumir responsabilidad por ello.

Las señales más claras: lo que dicen no encaja con cómo lo dicen

Los expertos en comunicación no verbal coinciden en que la falta de coherencia entre el discurso y el lenguaje corporal es la primera pista de una agresividad encubierta. “Suelen mantener un tono aparentemente tranquilo, pero con una tensión perceptible en el gesto o en la mirada”, explican los especialistas.

Un hombre se muestra contrariado en un conversación con su pareja

Getty Images/iStockphoto

A menudo, sus frases parecen amables, pero esconden dobles sentidos, sarcasmos o insinuaciones que buscan desestabilizar emocionalmente al interlocutor. También pueden evitar el contacto visual, cruzar los brazos o sonreír de forma forzada, gestos que denotan resistencia o incomodidad.

Estas incongruencias verbales y no verbales son clave. Tal como explica un estudio publicado en Frontiers in Psychology (2022), las personas con tendencias pasivo-agresivas utilizan la comunicación indirecta como forma de expresar hostilidad mientras mantienen una fachada socialmente aceptable. Este tipo de comportamiento genera confusión y estrés en quienes lo reciben.

Este tipo de comportamiento genera confusión y estrés en quienes lo reciben.

Pexels

Armas sutiles de manipulación

Comentarios ambiguos y sarcasmo. Durante los primeros minutos de charla, las personas agresivas encubiertas suelen introducir comentarios con doble sentido o halagos que en realidad esconden críticas. 

El sarcasmo es otra herramienta recurrente, ya que les permite lanzar ataques sin asumirlos abiertamente. Si el interlocutor se molesta, el agresor se justifica con frases como “solo era una broma”. 

La psicóloga clínica Judith P. Andersen, de la Universidad de Toronto, explica que este tipo de humor “aparentemente inofensivo” activa en el cerebro las mismas respuestas de amenaza que un ataque directo, ya que genera una sensación de inseguridad y alerta constante.

Imagen de recurso: dos familiares discutiendo

Creative Commons

Cómo reaccionar ante una persona pasivo-agresiva

La clave, señalan los expertos, es no caer en su juego emocional. Mantener la calma, responder con serenidad y establecer límites claros desde el principio ayuda a evitar que la conversación derive en manipulación o conflicto.

También es importante no tomar sus comentarios como algo personal, ya que la mayoría de las veces reflejan sus propias frustraciones e inseguridades. En lugar de confrontar, los psicólogos recomiendan usar la comunicación asertiva: responder con claridad, sin hostilidad y dejando constancia de los límites.

Según un estudio del Journal of Social and Personal Relationships (2023), las personas que adoptan estrategias de comunicación asertiva reducen hasta en un 40 % la frecuencia de comportamientos pasivo-agresivos en su entorno laboral o familiar.

Escuchar, observar y no justificar

En definitiva, detectar a una persona agresiva encubierta requiere escucha activa y observación emocional. Los pequeños gestos (una sonrisa forzada, una ironía fuera de lugar, un comentario ambiguo) son señales más fiables que cualquier palabra amable.

Porque, como concluyen los psicólogos sociales, la verdadera agresividad rara vez grita: se disfraza de educación. Y aprender a reconocerla a tiempo no solo protege la salud emocional, sino también las relaciones personales y profesionales.