La ducha es un ritual de higiene universal, pero el momento en el que decidimos realizarla dista mucho de ser aleatorio. Mientras que muchas personas necesitan la ducha matutina para activarse y comenzar el día con energía, quienes eligen ducharse por la noche suelen hacerlo por motivos que trascienden la limpieza.
Según la psicología, este hábito vespertino es una ventana a una mentalidad concreta: la de individuos que valoran el orden, la introspección y los rituales que marcan una clara separación entre el ajetreo del día y la tranquilidad de la noche.
El perfil psicológico del “duchador nocturno”
Los expertos señalan que las personas que prefieren la ducha nocturna comparten una serie de rasgos psicológicos distintivos. Lejos de ser una mera cuestión de logística o preferencia horaria, esta elección responde a una forma específica de ser y de gestionar el bienestar.
Columna de ducha
Se trata de personalidades más reflexivas y relajadas en su enfoque vital. Utilizan este momento bajo el agua como un método para “liberarse del estrés acumulado durante la jornada, calmar la mente y preparar el cuerpo para un descanso profundo”.
Además, suelen ser individuos con un marcado sentido de la organización, que prefieren tener “todo en orden antes de acostarse”, incluyendo, por supuesto, su higiene personal. Este perfil también muestra una mayor sensibilidad emocional; buscan concluir el día con un momento de paz y autocura, viendo la ducha como un espacio personal para la reflexión y la desconexión.
Un ritual para cerrar el día. Para los “duchadores nocturnos”, este hábito es mucho más que eliminar la suciedad del día. Es un ritual simbólico que sirve para “desconectar del día” y “cerrar la jornada”. La ducha se convierte así en una frontera física y mental entre el espacio público y laboral y la privacidad y seguridad del hogar.
Ducha
Existe también una reticencia a llevar la “suciedad del día” a la cama, ya sea de forma literal (polvo, contaminación) o metafórica (el estrés, las preocupaciones). Esta necesidad de purificación antes del descanso habla de una personalidad que valora profundamente la calidad del sueño y hace lo posible por mejorarla mediante prácticas saludables.
Hábitos complementarios que definen el estilo de vida
Quienes se duchan por la noche suelen acompañar este ritual con otras prácticas beneficiosas que potencian el bienestar y preparan para el descanso. Entre ellas destacan:
- El consumo de infusiones relajantes antes de dormir.
- La aplicación de crema hidratante tras el baño.
- La lectura o meditación posterior.
- El uso de ropa de dormir cómoda y sábanas limpias.
- La costumbre de evitar pantallas o luz azul después del baño.
Estos hábitos refuerzan el perfil de una persona orientada a la autocura y al cuidado integral de su bienestar físico y mental.
Ducha
La evidencia científica. La preferencia por la ducha nocturna no es solo una cuestión de personalidad; también tiene una base científica sólida. Los estudios demuestran que una ducha templada entre una y dos horas antes de acostarse puede mejorar significativamente la calidad del sueño.
Esto se debe a que el proceso de enfriamiento corporal que sigue al baño caliente imita el descenso natural de temperatura que experimenta el organismo al prepararse para dormir. Además, ayuda a eliminar alérgenos, contaminantes y células muertas acumulados durante el día, lo que es especialmente beneficioso para personas con piel sensible o problemas dermatológicos.
¿Ducha nocturna o matutina?
Frente al perfil del “duchador nocturno”, quienes prefieren la ducha matutina suelen mostrar un perfil psicológico diferente. Suelen buscar estímulos energéticos para comenzar el día, valoran la eficiencia y tienden a tener personalidades más orientadas a la acción inmediata.
![Es mejor lavarse la cara en el fregadero que en la ducha. // <U[CC0]>](https://www.lavanguardia.com/files/image_449_220/files/fp/uploads/2024/02/22/65d7633278f90.r_d.3168-2316.jpeg)