Arthur Brooks, profesor de la Universidad de Harvard y experto en psicología positiva, ha compartido un detalle revelador de su rutina diaria: “Me despierto a las 4:30 todas las mañanas, no porque me guste, sino porque es la primera victoria del día.”
El punto clave de su mensaje está en cambiar el enfoque: no se trata simplemente de madrugar, sino de crear hábitos que refuercen la autodisciplina y el bienestar. Brooks explica que antiguamente él se consideraba “búho nocturno”.
Cambio de hábitos
“Durante muchísimo tiempo no vi el amanecer… me acostaba tarde, y siempre me he considerado noctámbulo.” Sin embargo, cambiar sus hábitos –como dejar de beber, ajustar la hora de dormir y priorizar el descanso– le permitió convertirse en “una alondra matutina”.
Arthur C. Brooks, profesor de liderazgo y felicidad en la Universidad de Harvard.
“Ahora no bebo nada, y resulta que me resulta más fácil levantarme.” Para Brooks, levantarse tan temprano no es un fin en sí mismo, sino un símbolo de control del día: “Empezar bien el día es fundamental, ya que es la primera batalla para combatir el malestar y mejorar mi bienestar.”
Levantarse temprano
¿Es realmente beneficioso madrugar? La evidencia científica sobre los efectos de madrugar o asumir que “ser alondra” implica necesariamente mayor éxito es más matizada. En España, un estudio publicado en Frontiers in Physiology (2024) analizó casi 10.000 adultos y concluyó que el patrón de sueño, los horarios sociales y las señales ambientales tienen una relación significativa con el bienestar, aunque no necesariamente dictan que despertar a las 4:30 garantice mejor rendimiento
Otro estudio español sobre cronotipos y calidad de vida, publicado en The Spanish Journal of Psychology, halló que los adolescentes vespertinos (llamados “búhos”) presentaban peor bienestar físico y psicológico que los matutinos, aunque este resultado no implica que madrugar a horas extremas sea la solución para todos.
Mujer acostada en la cama apagando un despertador a las 5 h de la mañana.
En resumen: madrugar puede formar parte de una rutina saludable, pero su beneficio real depende de la calidad del sueño, los hábitos previos, el contexto y el cronotipo individual.
Cómo integrar la “primera victoria del día” según Brooks
- Establece una hora de despertar razonable para ti (no tiene que ser las 4:30 si no lo es).
- Define una pequeña acción inmediata al levantarte (por ejemplo, beber un vaso de agua, escribir una gratitud, estirarte).
- Asegura suficiente descanso la noche anterior: la victoria comienza por prepararla.
- Reconoce que el hábito es un símbolo: es la decisión lo que cuenta, más que la hora exacta.
- Ajusta a tu ritmo: si eres nocturno, quizá un despertar a las 6:30 sea ya un gran avance.
