En el año 2016, el prestigioso medio británico The Sun publicó un artículo que, en su momento, generó una gran polémica y acalorados debates en redes sociales. Según el futurólogo Dr. Ian Pearson, para el año 2025, las mujeres preferirían mantener relaciones sexuales con robots antes que con hombres reales.
Una afirmación que, casi una década después, merece ser revisada para comprobar si la ciencia ficción ha superado a la realidad o si, por el contrario, seguimos lejos de ese escenario futurista.
Robots, sexo y amor artificial
La predicción de 2016. El Dr. Ian Pearson, conocido por sus análisis y predicciones sobre el futuro de la tecnología y su impacto en la sociedad, afirmaba que la evolución de la inteligencia artificial (IA) y el desarrollo de los robots sexuales cambiaría radicalmente la forma en que las personas perciben las relaciones íntimas.

Un robot que utiliza IA en una feria en Suiza, en mayo
Según sus estimaciones:
- En 2025, las mujeres optarían cada vez más por robots sexuales debido a su capacidad para satisfacer sus deseos sin complicaciones emocionales.
- En 2050, la actividad sexual con robots superaría por completo las relaciones íntimas entre humanos.
Además, pronosticaba que surgiría un fenómeno llamado “Robofilia”, una atracción emocional y amorosa hacia estos dispositivos.

El 56% de los encuestados respondió que tendría sexo con un robot
Estas afirmaciones se apoyaban en una tendencia ya visible en aquel momento: el auge de los juguetes sexuales inteligentes y la cada vez mayor aceptación social de la tecnología en la vida íntima de las personas.
¿Dónde estamos a finales de 2024?
Al acercarnos al año 2025, resulta evidente que, si bien la tecnología ha avanzado significativamente, la realidad no ha alcanzado las expectativas planteadas en aquel artículo.
Hoy en día, existen robots sexuales con inteligencia artificial capaces de mantener conversaciones sencillas, imitar gestos humanos y personalizar respuestas emocionales. Sin embargo, la industria de estos dispositivos sigue siendo de nicho.