Durante años, Tiron Alexander, un ciudadano estadounidense de 35 años, logró burlar los sistemas de seguridad y control de varias aerolíneas al hacerse pasar por piloto o asistente de vuelo. Su historia, más propia de una película de estafas que de los registros judiciales, ha terminado con un veredicto claro: culpable. Así lo declaró un jurado federal en el sur de Florida, según informó la Fiscalía de EE. UU.
El caso ha desatado un cúmulo de preguntas sobre los protocolos de verificación en la industria aérea.
Imagen del Fort Lauderdale-Hollywood International Airport
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Modus operandi. Según los documentos presentados durante el juicio, Alexander utilizó identidades falsas y uniformes de tripulación para obtener acceso privilegiado a vuelos comerciales. Aprovechó suplantaciones cuidadosamente ejecutadas para acceder a decenas de viajes gratuitos, moviéndose por aeropuertos y cabinas sin levantar sospechas durante un periodo prolongado.
Condena. La sentencia, prevista para el 25 de agosto, puede suponer una condena conjunta de hasta 30 años de prisión federal: 20 años por los cargos de fraude electrónico y 10 años por el acceso ilegal a áreas de alta seguridad.
Un hombre guardando su mochila en la cabina del avión.
Fisuras en el sistema. Lo más inquietante del caso no es solo la audacia del acusado, sino la facilidad con la que logró sortear controles que, en teoría, existen para garantizar la seguridad de miles de pasajeros. El veredicto ha hecho sonar las alarmas en una industria que, si bien prioriza la seguridad operativa, muestra fisuras cuando se enfrenta a fraudes humanos bien ejecutados.
Antecedentes. Este episodio recuerda inevitablemente al famoso caso de Frank Abagnale Jr., el estafador que inspiró la película 'Atrápame si puedes'. Pero, a diferencia del relato de los años 60, el de Tiron Alexander se desarrolla en pleno siglo XXI, en un mundo hipervigilado, donde la suplantación parecía prácticamente imposible.

