En el supermercado, en casa, en plena calle o en una comida familiar: el escenario puede ser cualquiera, pero la escena es reconocible para millones de padres. Un niño pequeño, de pronto, rompe en llanto, grita o se tira al suelo. La razón, desde la mirada adulta, puede parecer insignificante: un juguete, una galleta rota, un “no” inoportuno. Y ahí comienza la tormenta, no solo del niño, sino también del adulto.
Mike Wallach es analista de comportamiento y experto en crianza y en uno de sus últimos vídeos ha señalado tres hábitos cotidianos provocan las rabietas de los niños pequeños.

Los padres deben acompañar a sus hijos durante el llanto.
Los tres errores que cometen los progenitores
Demasiadas órdenes. Wallach afirma que muchos padres dan demasiadas órdenes innecesarias a sus hijos. Algunos ejemplos son: “mira aquí”, “siéntate bien” o “no hagas eso”. El especialista recomienda reducir las instrucciones, ponernos a su altura y actuar con cercanía.

Niña con rabieta
El problema de las transiciones. Algunos padres realizan transiciones demasiado bruscas que alteran el equilibrio del niño: “Ellos nos están preparados para pasar a otra cosa”, comenta. La solución es utilizar frases como “un minuto más”, para que el niño se puede ir mentalizando para el cambio.

Niño llorando sentado en el suelo
No identificar a tiempo las señales de frustración. El experto sugiere observar los signos de incomodidad para ofrecer alternativas. Algunas de las frases que pueden apaciguar el conflicto son: “Estoy aquí si necesitas ayuda” o “si quieres descansar, y luego seguir, dímelo”.
Mensaje final. Wallach defiende que lo importante es darle al niño herramientas para comunicarse antes de que su frustración se convierta en ira: “Dales las habilidades para pedir ayuda, llamar tu atención o detenerse a tiempo, en lugar de escalar el problema con su comportamiento”, termina diciendo.