En nuestras relaciones personales, laborales y familiares, damos por hecho lo que el otro siente, piensa o necesita, y con ello abrimos la puerta a malentendidos que rara vez tienen vuelta atrás. Psicólogos y terapeutas advierten que este hábito, tan común como dañino, erosiona lentamente la base de cualquier vínculo: la comprensión mutua. Asumir sin verificar convierte nuestras inseguridades en certezas falsas. Nos posiciona como narradores de una historia que no nos pertenece del todo.
Virginia Frutos es una psicóloga con presencia en TikTok que, en uno de sus últimos vídeos ha reflexionado sobre lo dañino que puede ser suponer cosas en una relación: “Cuando asumimos o suponemos sin preguntar, estamos jugando a adivinar lo que el otro piensa o siente. Lo mejor es hablar, preguntar y aclarar, porque nadie puede leer la mente”, empieza diciendo.
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“La falta de preguntas directas alimenta los malentendidos”
Falta de preguntas directas. La raíz del problema no está tanto en el deseo de ayudar, sino en la ausencia de escucha activa. Rara vez preguntamos con claridad: ¿qué necesitas?, ¿quieres que te escuche o que te dé una opinión?, ¿cómo te sientes realmente?. En lugar de abrir espacios para comprender, los cerramos con fórmulas que dicen más de nuestras creencias que de la realidad del otro.
En las relaciones tóxicas hay mucho enganche emocional
Malentendidos. Psicólogos y expertos en comunicación coinciden: la falta de preguntas directas alimenta los malentendidos. Y en muchos casos, los consejos que damos, aunque bienintencionados, se convierten en ruido o en presión para quien solo buscaba ser escuchado.
Las habilidades olvidadas que sostienen toda relación. No se trata solo de oír lo que el otro dice, sino de escuchar con atención y sin juicio, de abrir un espacio donde la otra persona se sienta vista y comprendida. Y tampoco basta con escuchar: hace falta preguntar con intención, con respeto, con el deseo genuino de entender lo que el otro siente, piensa o necesita.
