La periodista Helena García Melero no daba crédito cuando escuchó a Matthew responder que hablaba más de 26 idiomas. ”¿Cómo puede ser?”, exclamó la presentadora en el programa Tot es mou de 3Cat. A su lado, su hermano Michael asentía con naturalidad: “El mismo número”.
Ambos nacidos en Inglaterra, de madre irlandesa, aseguran que hablar idiomas se ha convertido en su pasión y casi en su modo de vida. Lejos de ser un simple talento, lo ven como una forma de entender mejor a las personas y acercarse a realidades diversas.
Pasión por los idiomas
“Nos encantan los idiomas”, afirman, mientras enumeran algunos de los que han aprendido en tiempo récord: “En un hotel en Alemania nos propusieron aprender turco en 7 días. El danés en 5. El griego en 4…”. A la lista se suman el alemán, el francés, el portugués, el euskera o el catalán.

Los hermanos explicaron su historia en 3cat
El catalán, una lengua con valor añadido. En su discurso, tanto Matthew como Michael subrayan una idea que va más allá del número de lenguas que dominan: su compromiso con las lenguas minoritarias y minorizadas. “Como personas que hablamos en casa una lengua minoritaria y minorizada, para nosotros no solo es interesante, también es muy importante el caso del catalán”.

Matthew y Michael Youlden de pequeños
Una declaración que conecta con un debate muy actual: el del reconocimiento y la protección de los idiomas regionales o en peligro de desaparición. Lejos de verlos como dialectos secundarios, estos hermanos defienden que tienen un valor cultural irremplazable: “Todas las lenguas son importantes, pero las lenguas minoritarias lo son un poco más para nosotros”.

Matthew y Michael Youlden
Un método basado en conexiones. La clave de su aprendizaje acelerado está en cómo abordan cada lengua: buscando similitudes. “La primera cosa que hacemos es encontrar las conexiones”, explican. “Cada idioma tiene una conexión con otro, aunque no pertenezcan a la misma familia”.
Así, según ellos, incluso lenguas tan aparentemente distantes como el catalán y el turco pueden compartir elementos en común. Es esa mirada abierta la que les permite construir puentes donde otros solo ven barreras lingüísticas.