El amor, entendido como un compromiso sostenido en el tiempo, se enfrenta a desafíos cotidianos: la convivencia, las crisis económicas, las diferencias de carácter o los proyectos vitales divergentes. Cada una de esas situaciones funciona como un termómetro invisible que revela si lo que une a una pareja es frágil entusiasmo o un lazo capaz de resistir la intemperie.
Walter Riso es un psicólogo clínico, escritor y conferencista ítalo-argentino, ampliamente reconocido en el ámbito de la psicología aplicada a la vida cotidiana, especialmente en temas de pareja, autoestima y bienestar emocional. En uno de sus últimos vídeos ha reflexionado sobre tres preguntas que podemos hacernos para ver con mayor claridad el estado de nuestra relación en pareja.

Walter Riso, psicólogo
Tres preguntas para medir el estado de nuestra relación
¿Por qué no debería quererte? En términos de reflexión emocional, la respuesta depende del contexto de la relación. La respuesta puede ser reveladora… ¿es una hoja en blanco o una lista interminable? En estos casos, la existencia de varios motivos indica que hay algo que no funciona de la manera adecuada.

Problemas de pareja
Si pudieras volver al pasado, sabiendo todo lo que sabes hoy, ¿volverías a elegir esta relación? En psicología, preguntas como esta ayudan a romper la inercia de permanecer en vínculos dañinos por costumbre, miedo o apego. Porque al final, no se trata solo de lo que sentimos, sino de si ese amor nos construye o nos desgasta.
¿Te gustaría que tu hijo o hija tuviera una pareja como la tuya? Si la respuesta es sí, significa que la relación actual es un modelo de respeto, cuidado y crecimiento mutuo. Pero si la respuesta es no, surge una alerta: ¿por qué lo que no querríamos para nuestros hijos lo toleramos para nosotros mismos? Este tipo de autoevaluación es utilizada incluso en terapia de pareja, porque ayuda a salir de la justificación cotidiana y ver el vínculo con mayor objetividad. La pregunta no juzga, pero sí desnuda verdades: un amor sano se reconoce en el orgullo de poder ofrecerlo como ejemplo; uno dañino se revela en la incomodidad de imaginarlo en la vida de quienes más queremos.