Gritar, salir corriendo o contener la respiración son reacciones comunes cuando el enfado amenaza con desbordarnos. Fernando Mora, psiquiatra y divulgador, presenta una alternativa más eficaz y científicamente respaldada: el anclaje emocional.
Esta técnica, que no requiere medicación ni grandes esfuerzos, se basa en la capacidad de nuestro cerebro para asociar sensaciones físicas con estados emocionales, creando un “interruptor” de emergencia para recuperar la calma.
¿Qué es el anclaje emocional?
La ciencia detrás del gesto calmante. El anclaje emocional es “una técnica que se entrena y que se puede utilizar siempre que la necesites”, explica Mora. Su mecanismo es sencillo pero poderoso: “Consiste en asociar un gesto físico a un estado emocional positivo, como la calma o la seguridad, y después utilizar este gesto cuando necesitemos recuperar la tranquilidad”.

Calma
Esta herramienta se fundamenta en los principios del condicionamiento clásico y la neuroplasticidad. Nuestro cerebro es capaz de crear asociaciones sólidas entre estímulos físicos (el gesto) y respuestas emocionales (la calma), de modo que repetir el gesto en momentos de tranquilidad permite “anclar” ese estado para recuperarlo posteriormente en situaciones de estrés.

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Cómo practicarlo
- Seleccionar el gesto físico: Puede ser “tocarte el pecho, frotar el índice y el pulgar o el que yo más recomiendo, apretar la zona muscular entre estos dos dedos”. La elección del gesto es personal, pero debe ser discreto y fácil de realizar en cualquier situación.
- Asociar con la calma: “Mientras lo haces, tienes que concentrarte en recuperar la calma y la tranquilidad”. Esta fase de entrenamiento debe realizarse en momentos de relax, cuando el estado emocional positivo es genuino.
- Repetir para fortalecer la asociación: “Si lo repites varias veces y asocias ese gesto con el sentimiento de tranquilidad, se convertirá en tu ancla para volver a la calma”. La repetición consolida la conexión neural entre el gesto y el estado emocional deseado.

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¿Por qué funciona esta técnica?
Eficacia comprobada. El psiquiatra enfatiza que esta herramienta “ha demostrado científicamente ser eficaz para volver a la calma”. Su efectividad radica en varios mecanismos psicológicos y neurológicos:
- Interrupción del ciclo de ira: El gesto físico actúa como un “circuito breaker” que interrumpe la espiral de pensamientos y sensaciones corporales que alimentan el enfado.
- Activación de la memoria somática: El tacto y el movimiento activan áreas cerebrales vinculadas a la memoria corporal y emocional, facilitando el acceso al estado de calma “almacenado”.
- Empoderamiento personal: Proporciona una herramienta de autocontrol inmediata y discreta, reduciendo la sensación de impotencia frente a las emociones intensas.
Aplicación en la vida real. Una vez establecido el anclaje, su uso en situaciones críticas es sencillo: “solo con hacerlo, desactivarás tu enfado”. Cuando se sienta que la ira está alcanzando su punto máximo, realizar el gesto entrenado activará automáticamente la respuesta de calma asociada.
Mora concluye con una recomendación contundente: “Créeme y ponlo en práctica, porque realmente funciona”. Esta técnica, accesible para cualquier persona y aplicable en cualquier contexto, representa un recurso valioso para la gestión emocional cotidiana, especialmente en un mundo donde el estrés y las tensiones son frecuentes.