En un mercado saturado de promesas de energía inmediata, defensas reforzadas y juventud prolongada, los suplementos vitamínicos se han convertido en compañeros habituales de millones de personas. Sin embargo, lo que comenzó como un recurso puntual para cubrir carencias nutricionales ha derivado en un consumo desmedido que preocupa a los especialistas en salud.
La nutricionista Rachel Woods ha publicado un artículo en The Conversation, donde habla de las potenciales riesgos de abusar de los suplementos, en concreto de la vitamina D: “La mejor manera de cubrir las necesidades nutricionales a través de la alimentación diaria, ya que los alimentos ofrecen una combinación de nutrientes y compuestos que no pueden replicarse en cápsulas”, empieza diciendo.
Cada año hay nuevos suplementos o complementos que se venden como la panacea
El riesgo aparece cuando la suplementación deja de ser un apoyo puntual y se convierte en un hábito sin control
Peligro. La experta afirma que demasiada vitamina D puede producir un exceso de calcio que daña los riñones, el corazón y puede debilitar los huesos. En el caso de la Vitamina A, su abuso puede acarrear daños hepáticos y complicaciones durante el embarazo.
Publicidad y redes sociales. Woods lamenta que palabras como 'detox' o 'natural' formen parte la estrategia de marketing de una industria que mueve más de 100.000 millones de dólares: “Si un suplemento funcionara de verdad, lo recomendarían los médicos y no los influenciadores”, comenta.
Muchos suplementos se nos venden como naturales cuando realmente no lo son
Recomendación. La nutricionista recomienda consultar siempre con profesionales sanitarios antes de iniciar cualquier suplemento, especialmente en mujeres embarazas y personas con patologías previas. Algunos ejemplos los tenemos en la hierba de San Jun, que interactúa con antidepresivos o la vitamina K, que interfiere con anticoagulantes.
Los suplementos de vitamina D podrían retrasar el envejecimiento
Reflexión. La tentación de recurrir a cápsulas y comprimidos nace, muchas veces, de la desinformación o de la búsqueda de atajos. El riesgo aparece cuando la suplementación deja de ser un apoyo puntual y se convierte en un hábito sin control, con posibles efectos adversos que van desde molestias digestivas hasta complicaciones más graves en hígado o riñones.

