El acceso a la tecnología se ha convertido en un hecho cotidiano, casi incuestionable. La presencia constante de dispositivos inteligentes en la vida diaria, desde los teléfonos móviles hasta los asistentes virtuales, refleja un proceso de normalización que apenas deja espacio para la reflexión crítica. Lo preocupante es que este avance, asumido como natural, rara vez viene acompañado de un análisis profundo sobre sus efectos.
El filósofo David Pastor ha denunciado sobre cómo se ha normalizado el acceso a al tecnología sin tener en cuenta sus efectos: “Somos tan crueles que nos da miedo salir a la calle, pero no nos da miedo ponerle un teléfono en las manos a un niño”, empieza diciendo.
Niño adicto al móvil.
“El síndrome de abstinencia que se genera cuando le quitas el teléfono a un niño es brutal”
Adicción. El experto señala que los móviles generan en los menores un enganche similar al de una adicción: “El síndrome de abstinencia que se genera cuando le quitas el teléfono a un niño es brutal. Ves los pataleos, los lloros, los gritos, porque se está chutando con eso”, asegura en el vídeo.
Miedo social. Pastor afirma que la responsabilidad no recae solamente en los dispositivos, también en las familias con miedo social. Cada vez más familias optan por mantener a los niños en casa, limitando sus juegos en la calle bajo la creencia de que vivimos en una sociedad más peligrosa que nunca: “Eso es una mentira, una patraña tremenda”, termina diciendo el filósofo. Los datos históricos muestran que la violencia y la criminalidad en muchos lugares han disminuido en comparación con décadas anteriores. La sensación de amenaza constante responde, en gran medida, a la sobreexposición mediática y a la amplificación de sucesos aislados a través de las redes sociales.

