Will Smith sorprendió con una de sus reflexiones más íntimas sobre la vida, la felicidad y el paso del tiempo. El actor estadounidense, de 57 años, confesó en una conversación con el periodista Speedy Morman que llegar a la madurez le permitió comprender algo que, durante décadas, había pasado por alto: la verdadera felicidad no está en lo que posees, ni en lo que los demás te dan, sino en lo que eres capaz de cultivar dentro de ti mismo.
De acumular a compartir
“Cuando te das cuenta de que ninguna relación, que ningún dinero, que ningún hijo, que literalmente nada puede hacerte feliz, esa felicidad es un contacto interno, frontal y total con tu noche oscura del alma y te reconcilias de que debes crear la felicidad aquí”, explicó el actor señalando el corazón.
Para el actor, el verdadero desafío fue aceptar que la felicidad no depende de los demás
Smith recordó que durante la primera mitad de su vida se centró en “acumular, acumular, acumular”, pero que ahora está en una etapa diferente: “La segunda mitad de mi vida va a ser dar, dar, dar”.
Will Smith
El intérprete de Soy leyenda explicó que haber alcanzado todo lo que soñaba en lo material no le proporcionó la plenitud que esperaba: “Una vez que has comprado todo lo que quieres y ya no queda nada más en el mundo que quieras comprar, te das cuenta de que no hay nada material que pueda satisfacerte”.
Will Smith durante la presentación de “Bad Boys : Ride or Die” en Madrid
La lección más difícil
Para el actor, el verdadero desafío fue aceptar que la felicidad no depende de los demás: “Tienes que crear la felicidad aquí dentro, sin depender de ninguna de esas cosas. Tienes que llevar la felicidad a las personas que quieres, no puedes tratar de obtenerla de ellas”.
Sus palabras, cargadas de espiritualidad, llegan en un momento en el que el ganador del Oscar sigue intentando reconstruir su imagen pública tras la polémica bofetada en los premios de la Academia de 2022. Sin embargo, su mensaje trasciende lo mediático y conecta con una búsqueda más profunda: aprender a reconciliarse con uno mismo para vivir en plenitud.
