Silvia Severino, psicóloga, sobre el peligro de la 'depresión sonriente': “Por dentro sientes un vacío o una tristeza que nadie puede notar”
MENTE
Se caracteriza por la discrepancia entre lo que la persona muestra y lo que realmente siente
Una joven sufriendo depresión
La salud mental vive un momento de contraste en España. Aunque se ha convertido en la principal preocupación sanitaria de la población, según el Monitor Global de la Salud Mental de Ipsos, sigue acompañada por un silencio social difícil de romper. Persisten el estigma, la falta de información y el miedo a poner en palabras lo que sucede en el interior, como si admitir el malestar fuese todavía una derrota personal. Esta resistencia, heredada de una cultura donde lo emocional ha ocupado tradicionalmente un segundo plano, hace que muchas personas afronten sus problemas en soledad, incluso cuando las cifras muestran una preocupación creciente y transversal.
La psicóloga Silvia Severino, en uno de sus vídeos más recientes, ha reflexionado sobre el peligro de la depresión sonriente. Aunque no está recogida en los manuales clínicos, los expertos afirman que se caracteriza por la discrepancia entre lo que la persona muestra y lo que realmente siente.
Una taza representa un rostro triste
Comportamiento. Los que la padecen, suelen mantener un buen rendimiento laboral o académico, relaciones sociales aparentes y hábitos cotidianos que parecen normales. Pese a ello, en si interior experimentan los síntomas propios de la depresión como tristeza profunda, sentimientos de vacío, desesperanza o pensamientos autodestructivos. Expertos de IPSIA Psicología afirman que lo más preocupante es que no hay señales de alarma y que la persona no recibe la atención médica necesaria.
Señales para identificar la depresión sonriente
Silvia Severino, en su video habla de las señales más evidentes que demuestran que una persona estaría sufriendo depresión sonriente.
Sonríen pero no sienten nada. Se muestran fuertes, sonrientes, graciosos o funcionales, pero en su interior muestran un vacío que nadie puede notar. No piden ayuda porque no identifican que algo malo está ocurriendo.
Dejan de disfrutar. Se debe a que los circuitos cerebrales que regulan la motivación y el placer se alteran, especialmente los relacionados con la dopamina: “Actividades que amabas ahora te cansan, te aburren o simplemente no te generan nada”, explica la psicóloga. Además, el desgaste emocional, los pensamientos negativos y la baja autoestima contribuyen a que incluso los hobbies o relaciones sociales pierdan sentido, creando un ciclo de aislamiento y desmotivación que refuerza la sensación de vacío y desinterés
Silueta representando la depresión
Les cuesta dormir o duermen demasiado. Estas personas tienen los horarios desordenados y la energía poco estable: “O van lento o van con el modo automático”, señala.
Se irritan sin razón. Severino explica que, cuando sucede, estas personas explotan hacia adentro: “Te callas todo para no preocupara nadie”, explica. Todo ello alimenta a un bucle de malestar que tiene difícil escapatoria.
Hombre deprimido en el trabajo
Tienden a llevar la carga solos. El deseo de ocultamiento les impide buscar una solución: “No cuentas nada de lo que sientes porque crees que no es para tanto, porque no quieres molestar o, simplemente, ya te has acostumbrado a sufrirlo en silencio”, termina diciendo.
Datos. Según el estudio europeo 'The Lancet Regional Health-Europe', en España solo una de cada tres personas con algún tipo de trastorno recibe tratamiento, lo que evidencia una brecha importante entre la necesidad de asistencia y el acceso real a los servicios de salud mental. Este desfase refleja no solo carencias estructurales en el sistema sanitario, sino también la persistencia de estigmas y barreras que dificultan que quienes padecen problemas psicológicos busquen ayuda a tiempo.