Amparo Ferrero, terapeuta, sobre el vínculo emocional: “Tu hija es la versión de ti que anularon, por eso te hace perder los nervios”

PATERNIDAD

Muchas veces las hijas despiertan en sus madres aquello que ellas mismas no pudieron expresar

Discusión entre madre e hija

Discusión entre madre e hija

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El vínculo entre madres e hijas es uno de los más intensos y, al mismo tiempo, más difíciles de descifrar. No se heredan solo los rasgos visibles, sino también emociones soterradas, expectativas nunca dichas y heridas que pasan de una generación a otra casi sin que nadie lo advierta. En ese territorio íntimo, donde el amor convive con la exigencia y la identidad se construye a la sombra de otra mujer, se forja una relación que puede ser refugio o espejo incómodo, pero que siempre deja huella.

La terapeuta y coach Amparo Ferrero ha reflexionado sobre ello en una de las publicaciones más recientes de su canal de Instagram: “Tu hija es la versión de ti que anularon, por eso te hace perder los nervios”, empieza diciendo. 

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Madre e hija amorosas durmiendo juntas en la cama por la noche

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“La maternidad es el uno de los espacios donde el pasado más insiste en volver para ser observado”

Frustración. La experta explica que muchas madres sienten una sensación frustración con sus hijas por aquello que representan silenciosamente. Cuando una niña muestra emociones que a su madre se le prohibió tener, puede despertar una incomodidad difícil de gestionar: “Ella expresa lo que a ti se te prohibió: el enfado, el límite, la verdad tal cual la sientes”, explica hablando de sentimientos.

Pasado. Esa tensión e incomodidad puede ser la oportunidad perfecta para revisar lo que una ha aprendido sobre la emoción el control o la expresión del afecto: “La niña no es el problema, es el espejo. La maternidad es el uno de los espacios donde el pasado más insiste en volver para ser observado”, comenta hablando de una sensación que sienten muchos progenitores.

Madre sostiene a su hija de la mano

Madre sostiene a su hija de la mano

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Psicología. Según la teoría del “espejo emocional” de la psicología del desarrollo, los hijos activan en los padres partes internas no integradas de su propia historia emocional. Cuando una hija muestra rasgos que la madre tuvo que reprimir  puede despertar en ella reacciones desproporcionadas. La irritabilidad o la pérdida de paciencia no se deben a la hija en sí, sino a que refleja aquello que a la madre le prohibieron ser, activando recuerdos y emociones inconscientes que permanecen sin resolver, convirtiendo la relación en un espejo donde se enfrentan pasado y presente. Investigaciones de Fonagy (2002) sobre mentalización y apego subrayan cómo los padres proyectan emociones no resueltas en sus hijos, y los estudios de Yehuda (2014) sobre transmisión intergeneracional del trauma muestran que estas emociones inconscientes pueden condicionar la respuesta afectiva de los progenitores

Criar es conocerse. Amparo busca normalizar que el malestar no significa ser una mala madre, sino alguien que se atreve a romper con todo lo que le han enseñado: “Todo lo que enterraste para sobrevivir, ella lo saca sin pedir permiso”, termina diciendo. 

Reflexión. Ese acto de honestidad puede convertirse en el primer paso hacia un vínculo más libre, menos condicionado por la culpa o la repetición. A veces, la hija no llega para revivir la historia familiar, sino para demostrar que es posible reescribirla con otros tonos, otras decisiones y otras formas de amar.

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