Criar a un hijo va mucho más allá de cubrir necesidades básicas: implica un esfuerzo constante para atender su desarrollo emocional, educar en valores y acompañar sus descubrimientos y frustraciones. Estas exigencias emocionales afectan tanto a madres como a padres, que deben equilibrar paciencia, empatía y resiliencia mientras gestionan sus propias emociones y responsabilidades. En muchos casos, la presión puede generar estrés y agotamiento, pero también ofrece oportunidades únicas de crecimiento personal y vínculo afectivo.
La psicoterapeuta Erica Komisar ha reflexionado sobre ello, en una intervención en el podcast 'The Diary of a CEO' publicada en marzo, sobre las exigencias emocionales que supone criar a un hijo: “Tener hijos es estresante, frustrante y requiere una gran dosis de tolerancia a la incertidumbre”, empieza diciendo.
Padres observando a su recién nacido
“Es lo más alegre y enriquecedor que puedes hacer en toda tu vida”
Noches sin dormir. La experta explica que ser madre o madre requiere aceptar una montaña rusa emocional como parte del proceso: “Pasas sin dormir los primeros cinco años”, hablando de la convivencia con la incomodidad.
Recompensas únicas. Lejos de caer en un tono pesimista, las opiniones de Komisar ponen el foco en el equilibrio: “El puesto requiere elementos duros pero también recompensas únicas. Es lo más alegre y enriquecedor que puedes hacer en toda tu vida”, afirma reconociendo que es una experiencia que mezcla tanto agotamiento como plenitud.
Maternidad
La opinión de otros expertos. Becky Kennedy, psicóloga clínica en la Universidad de Columbia, quien señala que el objetivo de los padres no debe ser “hacer feliz a sus hijos todo el tiempo”, sino acompañarlos en su desarrollo emocional, ayudándoles a aprender a enfrentarse a la frustración, la tristeza o el enfado en lugar de resolver esos sentimientos por ellos. Kennedy advierte que tratar de proteger permanentemente a los niños de cualquier malestar puede debilitar su capacidad para afrontar desafíos futuros; en cambio, defiende una crianza basada en la empatía, el acompañamiento y la construcción de resiliencia, valores que demandan de los padres una disposición emocional fuerte, paciencia y constancia.
Madre tomando un momento para disfrutar de la maternidad y absorber todo lo que conlleva
Datos. Según diversas encuestas recientes en España, la crianza puede generar un agotamiento emocional significativo: alrededor del 61 % de los padres con hijos pequeños reconoce sentirse exhausto emocionalmente, mientras que el 67 % afirma que el esfuerzo por ser un “buen padre o madre” resulta agotador. Además, un 73 % admite no llegar a cubrir todas sus responsabilidades entre trabajo, vida personal y cuidados, y casi el 40 % reporta sentimientos de culpa, soledad o inseguridad respecto a sus decisiones de crianza. Estos datos reflejan que el desbordamiento parental no es un caso aislado, sino una experiencia frecuente que afecta tanto al bienestar individual como al equilibrio familiar.
Realidad fuera del discurso público. La crianza no solo exige tiempo y atención, sino también una constante gestión de la presión, el cansancio acumulado y las frustraciones diarias. Cada vez más padres y madres valoran que figuras especializadas aborden el tema con honestidad, sin adornar la realidad, reconociendo el coste emocional que implica educar a un hijo. Este enfoque abierto no solo valida las experiencias de padres y madres, sino que también genera un espacio de diálogo necesario sobre apoyo, recursos y estrategias para enfrentar uno de los retos más intensos y transformadores de la vida familiar.

