El choque cultural que experimentan muchos extranjeros al interactuar con la policía de Estados Unidos suele estar marcado por diferencias profundas en protocolos, lenguaje corporal y expectativas sociales. En un país donde la autoridad policial opera con amplias competencias y una presencia muy visible en la vida pública, los controles rutinarios pueden percibirse como situaciones de alta tensión, especialmente para quienes provienen de entornos donde la relación con los agentes es menos directa o menos intimidante.
David es un catalán que en el pasado mes de septiembre vivió su primera experiencia con la policía de Estados Unidos. A través de su canal de TikTok ha relatado lo sucedido, con todo lujo de detalles: “La situación ha sido bastante desagradable y parecida a lo que se ve en las redes y el cine. Me he sentido víctima de abuso de autoridad en toda regla, tanto en las formas como en el contenido”, empieza diciendo.
Policía americano
“Es una mezcla de corrupción policial e ignorancia”
Coche. Todo empezó cuando un compañero de trabajo acompañó a David en coche a casa. En el momento en el que estaban a punto de llegar, fueron detenidos por un coche de policía. El joven cuenta que bajaron la ventanilla y les pidieron la documentación: “Nos preguntaron si llevábamos algún tipo de arma”, cuenta temeroso.
Actitud. Para rebajar la creciente tensión, David le contó al agente que eran profesores de universidad y que le podía mostrar su identificación. La respuesta fue bastante seca mientras insistieron en ver los documentos.
Reacción. El compañero de David mostró su permiso de conducir de Puerto Rico. Tras comprobarlo todo, el agente se retiró por unos minutos. Durante ese espacio de tiempo, comentaron entre ellos lo que estaba sucediendo: “Con lo que he visto por redes, básicamente esperaba que nos reventaran el cristal, nos encañonaran o nos dijeran que nos tirásemos al suelo. Comparado con eso, parecía casi un masaje”, rememora con incredulidad.
Un coche de policía detiene a otro vehículo en una carretera de EE.UU.
Susto. Como los agentes no decían nada, intentaron bajar del coche pero fueron parados a gritos por la policía. En ese momento, David recordó las advertencias de otros expatriados y sintió cómo la ansiedad le recorría el cuerpo Posteriormente le dijeron al conductor que lo multaban por conducir sin permiso de conducir: “Puerto Rico es un territorio americano, no es un estado de Estados Unidos, pero está en Estados Unidos. Mi compañero es puertorriqueño y no tiene un pasaporte puertorriqueño, tiene un pasaporte americano” explica. La situación se convierte en absurda cuando David explica que el coche era alquilado y era necesario tener los papeles en marcha para obtenerlo. Finalmente el policía se fue y les permitió seguir conduciendo: “Eso es claramente un abuso de poder. El policía no estaba dispuesto a admitir que estaba equivocado”, explica con sorpresa.
Reclamación. David es consciente de que podrían apelar la denuncia pero explica que se encuentran en una situación un tanto incómoda: “Mi compañero no vive aquí, no puede estar yendo al juzgado por una multa de unos cientos de dólares. Mi queja no es tampoco la multa, pero es una multa y es injusta. Eso es una mezcla de corrupción policial e ignorancia o alguna de las dos”, termina diciendo indignado. Para David, aquel control policial fue mucho más que una multa: fue un recordatorio de lo vulnerables que pueden sentirse los extranjeros lejos de casa
Discriminación. Las minorías raciales y étnicas en Estados Unidos, especialmente afroamericanos y latinos, enfrentan un riesgo significativamente mayor de sufrir controles policiales desproporcionados o uso excesivo de la fuerza, tal y como han señalado organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y diversos centros de investigación. Estas instituciones advierten que las disparidades persisten en detenciones, registros y actuaciones policiales, alimentadas por patrones históricos de perfil racial y desigualdad estructural que continúan condicionando la relación entre las comunidades y las fuerzas de seguridad. ¿Cuántos otros extranjeros han sentido el mismo miedo injustificado ante una autoridad desconocida?

