Jonas Schreiber, profesor de economía, sobre la desmotivación extrema del alumnado: “Prefieren suspender antes que asumir el esfuerzo de asistir”

EDUCACIÓN

La falta de ambición dibuja un panorama preocupante para el futuro del sistema educativo

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Niños en la escuela con caretas

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La escuela sigue siendo el pilar sobre el que se construye el futuro de los niños y, por extensión, el de las sociedades en las que deberán desenvolverse profesionalmente. Sin embargo, en las últimas décadas se han acumulado señales de alerta que apuntan a un deterioro profundo del modelo educativo. Desde la falta de recursos materiales y humanos hasta métodos de enseñanza que no siempre responden a las demandas del siglo XXI, muchos expertos advierten que estas deficiencias podrían comprometer la preparación de las nuevas generaciones.

Jonas Schreiber es un profesor de economía que, en unas declaraciones recogidas por la revista 'Focus', asegura haber detectado un cambio profundo en la actitud del alumno: “Están presentes, pero nada más”, advirtiendo sobre una preocupante falta de motivación y ambición. 

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“Los alumnos de quinto de primaria prefieren una mala calificación antes que jugar a fútbol”

Desafíos. La escasez de personal, el estancamiento en la digitalización y las nuevas dinámicas sociales y familiares, están haciendo que las escuelas, los alumnos y el profesorado afronten desafíos difíciles de superar. 

Actitud. El profesor denuncia una falta de actitud preocupante. En su intervención relata que algunos alumnos no aciden a las sesiones de preparación para exámenes o trabajos importantes porque prefieren suspender a asumir el esfuerzo de asistir: “Hay quienes lo ven como la opción más cómoda”, denuncia con tristeza. 

Educación física. Uno de los cambios más preocupantes es lo que se ve en las clases de educación física: “Los alumnos de quinto de primaria prefieren una mala calificación antes que jugar a fútbol”, explica. El desinterés por el deporte es un síntoma profundo del estado emocional  y físico de los alumnos. Para Schreiber, el deporte debería funcionar para liberar tensiones y fomentar el trabajo el equipo, pero muchos estudiantes lo viven como un obligación incómoda. 

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Niños utilizando un móvil en un pasillo de una escuela

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Mentalidad. El profesor explica que en conversaciones formales con sus alumnos, algunos llegan a expresar que en el futuro no les importaría vivir de ayudas sociales en lugar de buscar un empleo. Esta mentalidad demuestra una falta de horizonte y una cultura del esfuerzo prácticamente inexistente. 

Deterioro. Otro factores que contribuyen al deterioro general son la impuntualidad constante, que interrumpe el ritmo del aula, padres abrumados o desinteresados que no ofrecen apoyo educativo, falta de habilidades como la ortografía o la comprensión lectora y las horas excesivas frente a las pantallas, que afectan a la concentración y la capacidad de atención. Los niños que pasan más de dos horas diarias frente a pantallas tienen un riesgo significativamente mayor, hasta 5,9 veces más, de presentar síntomas de déficit de atención, en comparación con quienes tienen un uso más moderado. Además, en un estudio sobre niños de 6 a 10 años, se observó que quienes excedían esas dos horas diarias tenían más dificultades en el procesamiento sensorial y en la regulación atencional.

Datos. Según una encuesta incluida en un estudio sobre fracaso escolar, el 51,6 % de los encuestados señala la “falta de motivación de los alumnos” como una de las principales razones detrás del fracaso escolar. Además, datos del OECD / PISA 2022 muestran que en los países de la OCDE, España incluida, casi la mitad de los estudiantes declara tener problemas para motivarse al realizar las tareas escolares al menos una vez por semana. Otra investigación revela que la motivación cambia drásticamente con la edad: mientras en cuarto de primaria cerca del 63 % del alumnado pertenece al grupo de “alta motivación”, en secundaria ese porcentaje cae al 16 %.

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Robot interactuando con niños en clase 

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Debate. El debate sobre cómo reformar la escuela para adaptarla a las necesidades reales del siglo XXI sigue abierto y genera posturas enfrentadas entre expertos, docentes y responsables políticos. Mientras algunos abogan por una actualización profunda del currículo, con énfasis en competencias digitales, pensamiento crítico y habilidades socioemocionales, otros defienden reforzar los pilares tradicionales de la educación, como la lectura, la escritura y el cálculo. La tensión refleja una realidad ineludible: transformar el sistema educativo no es solo una cuestión de metodologías, sino de visión a largo plazo sobre el futuro de los estudiantes y de la sociedad que deberán liderar.

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