Detrás de la imagen festiva de los negocios de lotería se esconde una realidad que no se percibe desde fuera. Largas jornadas, presión constante por alcanzar ventas y la incertidumbre de depender de la suerte ajena para generar ingresos. Lo que al público parece un juego o un entretenimiento se traduce, para quienes trabajan en este sector, en esfuerzo, estrés y sacrificios que rara vez aparecen en la postal alegre que venden las campañas y los escaparates. La fotografía externa no refleja las tensiones internas, y esa distancia entre apariencia y experiencia cotidiana subraya la complejidad de un negocio que muchos solo conocen por sus momentos de premio y celebración.
Laia trabaja en una administración de lotería de Molins de Rei. En una conversación con el creador de contenido Eric Ponce, ha reflexionado sobre la dureza de su profesión: “El Estado nos tiene muy mal valorados y cobramos un porcentaje muy bajo para todo lo que hacemos”, empieza diciendo.
Los niños de San Ildefonso, en pleno sorteo de la Lotería de Navidad
“La Navidad te tiene que dar para cubrir todo el año”
Dependencia. Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan estos negocios es la dependencia absoluta del Sorteo de Navidad: “La Navidad te tiene que dar para cubrir todo el año. Cuando no hay sorteo de Navidad, el día a día no da para pagar las nóminas y el alquiler. No da”, comenta resignada.
Datos. El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad en España mueve cifras millonarias cada año y sigue siendo uno de los mayores eventos de juego del país. En 2025 se emitieron 198 millones de décimos, con un volumen total de emisión de 3.960 millones de euros, de los cuales 2.772 millones se destinan a premios. Las ventas estimadas superan los 3.300 millones de euros, con importantes aportaciones regionales, como los 103,8 millones en Málaga o los 165,5 millones en Castilla‑La Mancha, donde se registró un incremento del 5,39 % respecto al año anterior. Estos datos muestran la magnitud económica del sorteo y cómo, más allá de la tradición y la ilusión que despierta, representa un auténtico motor de gasto colectivo en todo el país.
Recortes. Laia explica que antiguamente las cosas eran más fáciles. Actualmente, solo pueden abonar premios de hasta 2.000 euros ventanilla. Ese detalle, para ellos supone una pérdida importante: “Ya ni siquiera con premios de 5.000 o 6.000 euros nos comisiona el estado. Hemos sufrido recortes que han dejado a las administraciones en una miseria”, lamenta.
Una persona compra décimos de la Lotería de Navidad
Advertencia. La vendedora explica que no hay espacio para acomodarse en su puesto de trabajo: “No te puedes estancar solo en las ventas de lo que pasa por tu puerta, si no no ganas nada”, explica. Esta situación obliga a buscar clientes externos, acuerdos con empresas, asociaciones o fuera del local: “Solo así, logramos facturar algo normal que permite cubrir gastos básicos”, comenta.
Digitalización. La facilidad de acceso a plataformas digitales y la oferta constante de apuestas por internet han reducido la afluencia de clientes a los locales físicos, generando una presión adicional sobre los administradores que ya enfrentan estrictas exigencias del Estado. Este cambio obliga a muchos a adaptarse rápidamente, modernizar sus servicios o buscar estrategias de fidelización, en un contexto en el que la competencia virtual no solo es inmediata, sino también más atractiva para un público cada vez más habituado a la interacción digital. La consecuencia es una transformación estructural que desafía el modelo histórico de la lotería tradicional, obligando a equilibrar tradición, innovación y viabilidad económica.
Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad
Presión. El funcionamiento de una administración obliga a los trabajadores a utilizar su propio dinero. Cada semana, gestionan, pagan y venden billetes. Al día siguiente, lo ingresan al Estado, que posteriormente descuenta la comisión correspondiente: “Trabajamos para el Estado. No nos sentimos respaldados y no intervienen en nada. Solo te piden la facturación, lo que les ingreses y ya”, explica.
Una carga muy pesada. El Estado entrega los décimos como un préstamo y exige su devolución antes del sorteo. En caso de no devolverlos a tiempo, el cargo se hace directamente al bolsillo del administrador. Esta regla convierte la gestión del sorteo en un ejercicio de riesgo financiero y responsabilidad absoluta, recordando que, detrás del glamour de los premios y la ilusión de los jugadores, se esconde un esfuerzo silencioso y una presión que solo conocen quienes sostienen el sistema desde dentro.

