Los dispositivos móviles actúan casi como una extremidad adicional de nuestro cuerpo, una presencia constante que acompaña cada gesto y cada desplazamiento. Esta dependencia, sumada al vínculo casi emocional que muchos usuarios establecen con su teléfono, ha generado desde hace años una necesidad imperiosa de proteger la inversión. De ahí que las fundas protectoras se hayan convertido en el accesorio más vendido y omnipresente del mercado: un pequeño escudo cotidiano que refleja, en realidad, la importancia que otorgamos a un objeto que ya trasciende lo meramente tecnológico. Sin embargo algo inesperado está pasando en los últimos tiempos.
Thomas Germain es un periodista especializado en tecnología que ha decidido realizar un experimento, junto a un grupo de amigos y publicar los resultados en BBC. Concretamente dejaron de llevar funda en sus teléfonos durante un periodo de 30 días. Las conclusiones son realmente aplastantes. Germain considera que este accesorio es cosa del pasado y que debería ser desterrado para siempre.
Mujer usando su móvil.
Treinta días sin utilizar la funda del móvil
Materiales. El periodista explica que los móviles actuales son más duraderos que los de hace unos años. Los fabricantes invierten sumas millonarias para conseguir que los terminales sean tremendamente resistentes. Elementos como el Gorilla Glass o el Ceramic Shield están cada vez más presentes en nuestro bolsillo. Gorilla Glass, desarrollado por Corning, es un vidrio reforzado químicamente que ofrece alta resistencia a golpes y arañazos. Ceramic Shield, creado por Apple junto a Corning, combina cristales nanocerámicos dentro del vidrio, lo que incrementa aún más la resistencia a impactos. Ambos buscan reducir los daños comunes en el uso diario y prolongar la vida útil del dispositivo.
Confianza. Utilizar un teléfono sin funda supone confiar en que las eventuales caídas no destrozaran la pantalla. Lo que antes era una visita asegurada al taller hoy son rasguños superficiales. Además, la ausencia de funda hace que podamos disfrutar de la ergonomía y el tacto que los fabricantes preparan con esmero.
Un iPhone 15 con una funda azul.
Otras voces. Rich Fisco, responsable de pruebas electrónicas en la publicación especializada Consumer Reports, ha señalado que los teléfonos modernos han mejorado notablemente su resistencia respecto a generaciones anteriores: donde “antes un tercio de los dispositivos no superaba las pruebas de caída contra superficies duras”, hoy ese porcentaje se ha reducido de forma significativa.
Sobrecalentamiento. Los dispositivos electrónicos disipan el calor a través de su chasis. Al cubrirlos, impedimos que se produzca una refrigeración natural, algo que termina afectando al rendimiento de la batería y del procesador a largo plazo.
Tamaño. Otro de los principales factores es el tamaño. Los bolsillos de nuestra ropa son cada vez más pequeños. Al prescindir de la funda ganamos un espacio extra que nos devuelve a tiempos más funcionales.
Teléfono con un funda
Símbolo. Para las nuevas generaciones, exhibir un teléfono de gama alta sin protección, aporta un símbolo de estatus y de poder adquisitivo. Transmite la idea de que no importa si el teléfono sufre daños porque el usuario dispone de un capacidad financiera para poderse permitir otro terminal.
Datos. Según un estudio de The NPD Group, aproximadamente una de cada cuatro personas con smartphone utiliza el teléfono sin funda protectora. Esta decisión suele estar motivada por el deseo de apreciar el diseño original del dispositivo, evitar el volumen adicional de las carcasas o simplemente confiar en la resistencia del propio terminal. Los datos muestran que, pese al auge de los accesorios de protección, existe un grupo significativo de usuarios que sigue prefiriendo la experiencia del móvil tal y como fue concebido.
Una mano sosteniendo un teléfono
Vida corta. Cada vez más usuarios deciden cambiar de dispositivo anualmente, con el fin de tener las últimas novedades del mercado. Para este perfil de consumidor no importa mantener el teléfono inmaculado durante años. Esta decisión refleja un cambio de prioridades: aceptar el riesgo en favor del disfrute presente, valorar el objeto tal y como fue concebido y, en cierto modo, rebelarse contra la sobreprotección que durante años dictó la forma de usar nuestros dispositivos.

