La batalla de las imágenes del siglo XVI revive con una muestra de la Fundación la Caixa en Ginebra

Arte contemporáneo

El gran Museo de Arte e Historia de la ciudad suiza ha invitado a la institución catalana a exponer parte de su colección de arte contemporáneo en 'La imagen reaparecida'

Un espectador frente a la 'Crucifixión' de Antonio Saura

Un espectador frente a la 'Crucifixión' de Antonio Saura

Fundació la Caixa

La batalla de las imágenes del siglo XVI, la furia iconoclasta, como se le llamó en España o Francia, llevó a la destrucción de numerosas esculturas y pinturas religiosas durante el periodo de la reforma protestante. Y aquella batalla, que tuvo lugar en los Países Bajos, en Francia y también en ciudades como Ginebra, ha sido elegida como leitmotiv para la exposición que la Fundació la Caixa ha inaugurado en la ciudad suiza. 

'Plano curvo/figura XI', de Robert Mangold

'Plano curvo/figura XI', de Robert Mangold

Fundació la Caixa

Y no por causalidad: la muestra tiene lugar en el histórico Museo Rath, uno de los primeros en abrir al público en toda Europa, a inicios del siglo XIX, un edificio con forma de gran templo neoclásico situado a un centenar de metros de la gran escultura de Calvino que preside hoy el gran Monumento de los Reformadores del Parque de los Bastiones de Ginebra. El Museo Rath, que hoy forma parte del gran Museo de Arte e Historia de Ginebra, va a coger hasta el 13 de abril una veintena de piezas, algunas de enorme tamaño, de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación la Caixa. Obras que reflexionan sobre el poder de las imágenes y que arrancan simbólicamente con una gran instalación de Mike Kelley que obliga al público… a someterse, a entrar a su interior a gatas.

Cindy Sherman como Judith y Holofernes

Cindy Sherman como Judith y Holofernes

Cindy Sherman

La muestra, titulada La imagen reaparecida, ha nacido de una invitación del propio Museo de Arte e Historia (MAH) de Ginebra a la Fundación la Caixa, con la que llevan colaborando años –del MAH salieron los cuadros para una exposición de pintura flamenca que recorrió los CaixaForum- y a la que han dado carta blanca para programar durante cuatro meses el Museo Rath, situado junto al monumental Gran Teatro de Ginebra. Y la idea que ya tenían hace tiempo en la Fundación de explorar cómo muchas del millar de obras que han reunido en cuatro décadas de colección hacen referencia a otras imágenes y artistas de la propia historia del arte acabó mezclada con la batalla de las imágenes, del realismo frente a la iconoclasia.

Los marcos vacíos de Allan McColum

Los marcos vacíos de Allan McColum

Fundació la Caixa

Hasta el punto de que las tres naves longitudinales del templo griego que es el museo Rath han acabado divididas por los comisarios, Carlos Martín y Nimfa Bisbe, directora de la Colección de la Fundación la Caixa: en un ala están las imágenes que reinterpretan, dándoles un giro, las escenas religiosas tradicionales; en la otra está la disolución de la imagen, artistas contemporáneos que tienden a la abstracción y al vaciamiento.

Y en medio, la enorme instalación de Mike Kelley, un inmenso contenedor elaborado en madera que ocupa toda la nave central y al que solo se puede entrar por un estrecho cuadrado situado en el suelo de una de sus caras que obliga al público a gatear. “¡Arrástrate, gusano!”, exige el cuadro que preside esa angosta entrada a una imaginaria caverna: la obra se titula La trayectoria de la luz en la caverna de Platón y sus paredes están presididas por los colores de los fluidos corporales y en medio una tela evoca los rastros del cuerpo asesinado de Lincoln muerto, como si fuera su sudario. Muy crítico con el modo de vida americano, Kelley coloca detrás de la tela, al fondo de esa especie de capilla que es la instalación, justo en el espacio en el que podría estar el altar, en lo alto, el fuego de una chimenea burguesa. “Es una instalación mítica”, subrayó extasiado el director del MAH, Marc-Olivier Wahler.

'Madonna negra con gemelos', de Vanessa Beecroft

'Madonna negra con gemelos', de Vanessa Beecroft

Fundació la Caixa

En el lado de las imágenes que reviven, reaparecen y se reproducen a cargo de artistas contemporáneos hay una poderosa y bellísima fotografía a gran tamaño realizada por Vanesa Beecroft, Madonna negra con gemelos, en la que se recrea la imagen de la virgen a través de una mujer sudanesa que da de mamar a dos bebés a la vez. En la nave cuelga también una espectacular fotografía de Cindy Sherman recreando el mito de Judith y Holofernes y un enorme cuadro aparentemente minimalista de Robert Mangold en realidad inspirado en un boceto de Pontorno de una Santa Cecilia para un luneto de iglesia. 

Dos espectadores frente a la obra de Jorge Pardo con un Cristo en madera colgado sobre unas nubes de Magritte

Dos espectadores frente a la obra de Jorge Pardo con un Cristo en madera colgado sobre unas nubes de Magritte

Una obra del cubano-estadounidense Jorge Pardo presenta un gran crucifijo en madera de formas curvas que colgado sobre un cuadro en el que coloca una gran moqueta con nubes de Magritte acaba pareciendo un avión de los futuristas italianos. También hay un cuadro de Darío Villalba inspirado en La caída de los condenados de Rubens y cuyas misteriosas manchas evoca el lanzamiento de ácido del que fue víctima la obra de Rubens en 1959 en Munich. Y todo lo preside una espectacular Crucifixión de Antonio Saura.

Los monumentales y apocalípticos cuadros de Julian Schnabel en la muestra de Ginebra

Los monumentales y apocalípticos cuadros de Julian Schnabel en la muestra de Ginebra

Fundació la Caixa

En el lado dedicado al arte abstracto, al vaciado de imágenes, hay cuatro impactantes cuadros abstractos de Julian Schnabel forrados con las telas que cubren camiones militares, unos cuadros de significado apocalíptico con una mínima intervención pictórica y con palabras que hacen referencia a la cautividad judía por los babilonios y a los años neoconservadores y belicistas que vive Schnabel, con Reagan y Bush. Cerca, una escultura de Cristina Iglesias y vidrieras contemporáneas y abstractas de Matt Mullican. Y hay instalaciones que muestran los marcos vacíos, sin pinturas, sin imágenes, a cargo de Allan McColum y Jan Vercruysse.

Los altavoces de 'Studio Schwitters', de Pavel Büchler

Los altavoces de 'Studio Schwitters', de Pavel Büchler

Joachim Werkmeister

La “cripta” del templo, el piso inferior, ha sido dejado para “el grado cero de la imagen” y la estela de Duchamp, el hombre que fue capaz de convertir un urinario en obra de arte, de obrar el prodigio de que con señalar o decir un objeto fuera investido de propiedades artísticas y que minó el arte desde dentro, cambiando el paradigma del arte moderno, desde el retrato iconoclasta a la apropiación. Junto a La caja en una maleta (serie F) de Duchamp, una obra del MAH y que es una suerte de museo portátil de su obra creado por el propio artista, se exponen obras de Dora García, Concha Jerez, Juliao Sarmento, Rachel Harrison o los el impactante muro de megáfonos, 78, de Studio Schwitters del checo Pavel Büchler que emiten unos versos leídos por Schiwtters y pasado por ordenador que se convierten en una Babel incomprensible que remite a la importancia del lenguaje en el arte del siglo XX y, también, a su propia deconstrucción, su propia iconoclasia.

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