Nil Roig (Yung prado) y David Burgués (Diosito) no sabían tocar ningún instrumento cuando empezaron con la música, ni tampoco parece que hayan hecho grandes avances en el mundo de la ilustración a juzgar por las portadas de sus discos. Pero lo que en otras bandas sería un demérito, en el caso de La Élite resulta la prueba tal vez más fehaciente del espíritu punk que destilan sus temas, como la docena que han presentado bajo el título de Directos al infierno, segunda parte de Escaleras al cielo, aparecido pocos meses atrás. Dos discos protagonistas de una gira de salas que culminará el próximo 21 de diciembre con un concierto en la sala Razzmatazz.
Una imagen en Internet despertó la chispa, “nos hizo gracia”, recuerda David Burgués. Después sólo hizo falta dividir las canciones, “unos temas eran más poperos y facilotes, y otros eran más guarros”, de ahí la idea del cielo y el infierno. “Además, como hemos crecido un poco rápido molaba que el primer disco fuera al cielo, de flipados, y el segundo pum, un ostión”.
Que nadie busque referencias a la Divina Comedia en los 52 minutos que suman los dos álbumes combinados, una consecución de ritmos acelerados, sonidos de videoconsola de 8 bits y referencias constantes a fiestas cerveceras porque “siempre hay algo que celebrar”, como afirma David Burgués. “Cuando comenzábamos a hacer las demos David dijo que en el 2024 tendríamos que hacer 24 canciones”, recuerda Nil Roig en una cafetería de Barcelona, donde la pareja de Tàrrega está de visita para promocionar el disco. “Al ordenar las demos pensamos que molaría hacerlo en dos partes, porque tal como se consume la música ahora, si lo publicábamos de golpe en tres meses no lo escucharía nadie”.
“El post punk nos ayudó a descubrir esta gente que utiliza baterías y sintetizadores junto con guitarras muy distorsionadas”
Sin formación musical más allá de cuatro acordes, “lo básico, por ganas de tocar rápido”, Nil se dedica a las bases electrónicas mientras que David pone la voz de la banda, una simplicidad que trasladan a los conciertos. “Al principio no era lo que la gente esperaba en un concierto punk”, recuerda David, “que te encuentres dos tíos con unas máquinas y ya está. Tuvo cierto impacto en la escena”. Sobre el escenario utilizan
“Un par de cacharros que tiran todo lo instrumental” comenta el responsable del teclado. “También llevamos una voz grabada un poco por debajo por si en algún momento nos quedamos sin aire”, explica. “O por si me despisto”, reconoce David entre risas, “pero mola porque la voz gana mucha presencia”. La referencia en sus shows son los raperos “con algo más de elaboración y añadiendo cuatro sintes” apunta Nil.
Preguntados por sus gustos, Nil y David afirman escuchar todo tipo de música, pero a la hora de inspirarse la referencia ha sido el punk y el post-punk, New Order y Gang of four, mezclados con la electrónica de Daft Punk y Digitalism o el Indie rock de MGMT. “También punk vasco de los 80, un espectro muy grande”, comenta el cantante. “El post punk nos ayudó a descubrir esta gente que utiliza baterías y sintetizadores junto con guitarras muy distorsionadas”, recuerda David. “Te validaba un poco, aunque lo habríamos hecho igual”.
El personaje de 'Sangre azul' sueña con dar un braguetazo, “se enamora de una de las hijas del rey, convencido de que se casará con ella y no tendrá que trabajar más”
Aunque también utilizan guitarras y algún sample de batería clásica, lo que caracteriza a La Élite son “los pitidos”, como los define David: beats estridentes que dibujan ritmos y rápidas melodías sacados de cajas de ritmos. “Son samples de una SP1200 de los años 80”, concreta Nil Roig. “Para el bajo utilizamos un sintetizador monofónico que tiene un oscilador, y allí vas modulando la envolvente”.
Con estos instrumentos fabrican canciones de dos minutos que comienzan y acaban a toda velocidad, “nos salen así, pero ahora van bien también porque una canción de cuatro minutos no se la acaba nadie, literalmente. En nuestro caso no está forzado, el punk siempre ha sido así”, recuerda Nil Roig, y su compañero añade que los Beatles “ya hacían canciones de un minuto y medio”.
Las letras de las canciones se componen sobre la marcha, a base de hacer muchas demos, probar versiones de otros grupos o pillar acordes de bandas “que no tienen nada que ver con nosotros”. El resultado son canciones que se alimentan de historias cotidianas como Héroe sin capa, un recopilatorio de clichés sobre la gente aprovechada. O Carafútbol, relato de un control de alcoholemia que acabó con Nil en el calabozo y el propietario del coche sin poderlo recuperar ni siquiera a la mañana siguiente porque seguía dando positivo, como recuerda David. “Cada año intentábamos volver a la misma fiesta para celebrar lo que pasó aquel día”, explica, “y para celebrar que no pasó nada grave” añade Nil entre risas. Sangre azul habla de un personaje que sueña con dar un braguetazo, y que Nil asocia a su hermano pequeño, “no le gusta nada trabajar, y una de las mejores ideas que tuvo fue enamorarse de una de las hijas del rey. Estaba convencido de que se casaría con ella y no tendría que trabajar más”.
Los policías tampoco se libran, y esta vez aparecen en Illuminati corps, un tema que comparten con Tetas Frías y que habla de “picoletos, masones y cuñaos”, aunque sin echar mucha leña al fuego. “Ahora se odia poco a la policía comparado con lo que pasaba hace relativamente poco”, comenta David. “Se ha perdido hacerles calvos, enseñarles el culo”. Lo mismo opina Nil, que considera que “está bajando su nivel de ser cabrones, ahora si se portan mal les echan. Antes les mandaban a la policía local y seguían siendo igual de cabrones”.
“Son muy pringados”, sentencia David, “yo prefiero un poli con presencia, que te dé un par de tortas, a un burro de los de ahora, por eso no los puedes odiar”.

