La Sibila canta el fin del mundo en Barcelona

Mariona Llobera interpretó al personaje

Una catedral abarrotada acoge, antes de la Misa del Gallo, la ceremonia restaurada en el 2009

La Sibila (Mariona Llobera) emite su canto en la catedral de Barcelona

La Sibila (Mariona Llobera) emite su canto en la catedral de Barcelona 

LLIBERT TEIXIDÓ

La ceremonia del Canto de la Sibila es uno de los grandes éxitos de la Navidad barcelonesa. Restaurada en la catedral de la ciudad el 2009, anoche varios centenares de personas -una parte de turistas, pero sobre todo familias locales- se quedaron sin plaza para asistir a este rito milenario que conjuga espiritualidad y música, con el empaque que sabe darle a estas cosas la Iglesia. Eritrea, la sacerdotisa pagana que anuncia el fin del mundo -encargada de dar a conocer los oráculos de Apolo-, fue reciclada en su día por el cristianismo para dar noticia del Juicio Final. El mensaje se escuchó ayer alto y claro: “Gran foc del cel davallarà / mar, fonts i rius, tot cremarà!”.

Cuando, tras el oficio de lecturas de Navidad, entra la Sibila en la catedral, majestuosa, ataviada con ricas vestiduras y manto de seda, sosteniendo la espada bien recta ante su circunspecto rostro, todos los ojos se fijan en ella y en el recorrido que, acompañada de dos acólitos, realiza por todo el templo, hasta subir a lo alto del coro, desde donde canta anunciando el Apocalipsis: “Ans del Judici l’Anticrist vindrà / i tot lo món turment darà”. La mezzo Mariona Llobera -en un papel que también han asumido intérpretes como Maria del Mar Bonet o Maria Arnal- cantó acompañada por el Cor Francesc Valls dirigido por Carles Prat.  El vestido de la Sibila es una reconstrucción fiel de los que se utilizaban en el siglo XVI, al igual que toda la liturgia.

Mariona Llobera como Sibila, ayer, compañada de dos acólitos, en la catedral de Barcelona

Mariona Llobera como Sibila, ayer, compañada de dos acólitos, en la catedral de Barcelona

LLIBET TEIXIDÓ
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El Canto de la Sibila es un drama sacro que dejó de representarse en la catedral de Barcelona en 1575, al ser considerado pagano por el Concilio de Trento, y que se recuperó hace diecisiete años, de la mano del coro catedralicio Francesc Valls. Musicalmente, se utiliza la partitura original del siglo XVI que se conserva en los archivos capitulares (y que procede de una melodía mozárabe traducida al catalán en el siglo XIII) aunque, cada año, se encarga un nuevo fragmento a un compositor contemporáneo. En esta ocasión, el escogido ha sido Salvador Brotons, quien explica que se trata de una obra “con dos partes contrapuestas, una primera más recogida y lenta que evoca el origen del Canto en la Edad Media, y una segunda más rápida y contrapuntista, más libre, con un lenguaje más propio de mis composiciones habituales”. En ocasiones, en vez de una mujer, el papel de la Sibila lo interpreta un niño, siempre justo antes de la Misa del Gallo.

Patrimonio inmaterial de la humanidad

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Declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco en el 2010, el Canto de la Sibila se escuchó anoche en muchos otros lugares: en Barcelona, en Santa Maria del Mar (que lo recuperó ya en 1948), en la cripta de la Sagrada Família, en Sant Felip Neri y varias parroquias, así como en las catedrales de Girona, Tarragona o la Seu d'Urgell... y, por supuesto, también en todas las iglesias de Mallorca, donde la tradición se ha mantenido siempre viva, pues allí, como en L'Alguer, no siguieron la prohibición decretada por el Concilio de Trento en el siglo XVI.

Un momento del recorrido de la Sibila

Un momento del recorrido de la Sibila, en el coro del templo 

LLIBERT TEIXIDÓ
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