Víctimas de la fiebre por Sherlock Holmes

BCNegra

Glòria Sabaté rememora la pasión barcelonesa por el mundo detectivesco novelando unos crímenes en el Palau Güell

El festival BCNegra celebra su 20 aniversario con 9.700 asistentes

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Entrevista a Gloria Sabaté, autora de

Glòria Sabaté, fotografiada en el Palau Güell

Ana Jiménez

El 21 de noviembre de 1908, se estrenó, en el teatro Principal de Barcelona, El gos dels Baskerville, adaptación de la obra de Ar­thur Conan Doyle, dirigida por el actor principal, Enric Giménez, y con la participación de una jovencísima Margarida Xirgu.

Glòria Sabaté (Barcelona, 1985) hace coincidir este hecho con los acontecimientos de su nueva novela, Mort al palau (Rosa dels Vents), para aprovechar el acceso de fiebre que habían despertado en la ciudad las aventuras de Sherlock Holmes, que se habían empezado a publicar en ediciones populares con mucho éxito –de hecho, en abril ya se había estrenado en el mismo teatro El detective Sherlock Holmes (con tanto éxito que unos meses más tarde incluso se haría la parodia, El detectiu Jep-Roc Homs ), y su autor visitaría la ciudad el año siguiente en una corta pero intensa estancia–. El universo holmesiano empapa el libro –presentado en BCNegra– desde el principio, ya que manda con una velada en torno a la próxima representación teatral en el Palau Güell, un lugar que la escritora ha investigado a fondo, hasta el punto de que podría servir de guía turística.

La autora aprovecha mitos modernistas presentes en el edificio para enlazarlos como motivos del asesino

En aquella velada, en la que están invitados el director y actor, el traductor Salvador Vilaregut –que publicó en la revista Literatura Sensacional–, además de las hermanas Maria Lluïsa y Mercè Güell, así como una estrafalaria espiritista y una joven profesora de inglés, la Robina Grace McAdam, hija de un ingeniero trabajador de la fábrica La Escocesa. Cuando Esteve, el mozo de establo, aparece aquella misma noche asesinado, la policía cree que se trata de un simple intento de robo. Y no aparece ningún detective propiamente, sino que Robina, lectora ávida de Conan Doyle, descubre que el asesino ha calcado un caso en uno de los relatos y empieza a investigar por su cuenta. La trama se va complicando con nuevos asesinatos, mientras que el responsable deja pistas holmesianas explícitas que solo puede entender alguien que domina esta literatura.

Sabaté explica como en el Palau estaban muy delimitados tanto los espacios públicos o semipúblicos, para hacer recepciones o celebrar actos, como los privados, entre los cuales se separan los laborales de los íntimos, porque la residencia además de un lugar donde vivir servía para ostentar el estatus, y todavía había un circuito paralelo de circulación para el servicio, que podía ir de un sitio a otro sin ser vistos, hecho que también explota en el argumento, ya que el peso de la obra no recae solo en grandes burgueses, intelectuales y artistas –de hecho, las hermanas Güell se marchan pronto, antes que se complique todo, en Comillas– sino también en los trabajadores de la casa.

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La escritora, especializada en novela histórica, se interesó por este edificio en parte por la localización, “en el centro de la farándula pero cerrado y protegido”, y también por la carga simbolista con qué lo construyó Gaudí, que “le permitía enlazar algunos mitos modernistas como motivos del asesino”, ya que hay muchas referencias al mito de Pirene y la creación de los Pirineos, que ella también reinterpreta como la añoranza de lo que es auténtico.

Con un lenguaje que quiere ser verosímil para la época –“la lectura tiene que provocar placer estético”, insiste la escritora–, Sabaté convierte un espacio que está pensado para proteger a sus habitantes de las inclemencias exteriores en una especie de prisión de la que no puede escapar nadie, donde nada es lo que parece pero hay que estar atento a la mínima pista y acertar las deducciones. “¿Qué pasa si empiezo a matar?”, pensó, divertida, la autora. Elemental: habrá que resolver el caso.

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Glòria Sabaté, en una de las habitaciones del Palau Güell, escenario de la obra

Ana Jiménez
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