Sorprendente hallazgo el que realizó recientemente la unidad de los Carabineros, el cuerpo nacional de la Gendarmería italiana, dedicada a la protección del patrimonio cultural en un taller situado al norte de Roma. De hecho, que exista esta sección dentro del cuerpo policial ya explica que lo encontrado en la Ciudad Eterna no es algo inusual, y menos en los últimos años.
Como resultado de una investigación interna, los carabineros hallaron en un barrio norteño de la capital italiana un taller clandestino cuyo inquilino elaboraba obras fakes que atribuía a autores de renombre como Pablo Picasso, Paul-Émile Pissarro, Jean Cocteau y Rembrandt Harmenszoon van Rij, entre otros, y que anunciaba en algunas páginas de Internet.
En total, según informó en un comunicado, el cuerpo policial encontró alrededor de 70 obras de arte, completadas o inacabadas, “cuya autenticidad era dudosa”. La operación contó con la colaboración de la Fiscalía de Roma y no trascendió si se realizaron detenciones.
Las pinturas falsificadas contaban con un certificado de autenticidad
Las alarmas se dispararon cuando en algunas páginas de subastas online como eBay y Catawiki aparecieron centenares obras fakes atribuidas a algunos de los artistas más destacados de los siglos XIX y XX, y que incluso contaban con un certificado de autenticidad, lo que provocaba que algunos curiosos cayeran en la trampa y las quisieran adquirir.
Un agente de los Carabineros en el taller de Roma
Fue entonces cuando los carabineros dedicados a la protección del patrimonio cultural abrieron una investigación, con la colaboración de la Fiscalía romana, al sospechar de que podían estar ante una red de falsificación. Y, tras meses de trabajo, finalmente dieron con una vivienda que resultó ser un taller clandestino situado en el norte de Roma.
Cuando los agentes llegaron al lugar, hallaron una habitación dedicada a la producción de obras falsificadas. Entre los materiales incautados destacaban cientos de tubos de pintura, caballetes, pinceles y, para dar veracidad a las falsificaciones, sellos y firmas de los artistas falsificados.
De las más de 70 obras que la policía encontró en la vivienda algunas estaban inacabadas, una prueba, según los agentes, de que el sospechosos había trabajado recientemente en el lugar.
Algunos de los materiales utilizados para falsificar las obras
En la vivienda del sospechoso, descrito como un “falsificador-restaurador”, las autoridades también hallaron una máquina de escribir y varios dispositivos informáticos con los que terminaba de realizar sus obras y así poder falsificar los certificados les que añadía para darles autenticidad. Aunque los carabineros pudieron entrar en el lugar, no hay constancia de que se practicaran detenciones relacionadas con este caso.
El “falsificador-restaurador” también manipulaba catálogos de subastas
En el comunicado, los carabineros también destacaron otra estrategia del “falsificador-restaurador” para dar veracidad a sus creaciones. Según relataron, también hallaron varias fotocopias de páginas de catálogos de subastas en las que, mediante collages, se habían añadido obras falsificadas de “nueva producción”. Es decir, sustituía las obras originales de los prospectos por sus falsificaciones.
Desde su creación en 1969, el departamento de los Carabineros dedicado a la protección del patrimonio cultural ha destapado varios casos de falsificaciones, un fenómeno nada inusual que afecta a varios países de Europa.
Herramientas utilizadas para falsificar las firmas de los artistas y los certificados de autenticidad
De hecho, recientemente se desmanteló una red de falsificaciones a nivel europeo que comercializaba presuntas obras de artistas como Banksy, Warhol y Klimt. En total se investigó a una cuarentena de personas procedentes de Italia, España, Francia y Bélgica, que tenían relación con unas 2.100 obras falsificadas, y se estima que dicha red pudo causar un daño económico de 200 millones de euros en el mercado.
En el caso de España, por ejemplo, en julio del 2022 seis miembros de una red de falsificación de obras de arte aceptaron hasta un año de cárcel por plagiar cuadros de artistas modernistas como Sorolla, Rusiñol, Opisso o Casas y venderlos a coleccionistas y galerías de arte, entre los años 2011 y 2017.


