El éxito apabullante de la película Aún estoy aquí, de Walter Salles, sobre un diputado desaparecido durante la dictadura militar brasileña (1964-85), no deja de ser significativa en un momento en el que el ex presidente y militar Jair Bolsonaro puede ir a la cárcel por su participación en un intento de golpe de Estado urdido hace solo dos años.
La nueva obra del director de Estación Central y Diarios de motocicleta (de Che Guevara) es a primera película sudamericana de la historia en ser nominada a un Óscar fuera de la categoria de lengua extranjera. No solo ha sido elogiada por la crítica internacional. Hasta la fecha 2,5 millones de brasileños la han visto en más salas de cine que ningún otro filme de la historia de cine brasileño.
En la sala Cinesystem de Botafogo, en la zona sur de Rio de Janeiro, días después del estreno en diciembre, un público variopinto, de todas las edades, atestaba la sala. “Los jóvenes no saben mucho de la dictadura. Vienen y dicen: ‘¡Wow! ¿Fue así de verdad?”, dijo una espectadora.
“La he visto dos veces. Yo no conocía esa historia y me puse a investigar”, explicó Nina Serra, una veinteañera de una familia de Leblon, cerca de la casa donde vivía Rubens Paiva, el diputado de izquierdas que fue secuestrado y asesinado en 1971.“Con tantas falsas noticias, es súper necesario tener una película como esta que es real y política”.
“Con tantas falsas noticias en Brasil, es súper necesaria una película como esta”
Seguramente ha ayudado a sensibilizar a la juventud brasileña a los crímenes de la dictadura el tierno retrato que realiza Salles de la entrañable familia de Paiva, su mujer Eunice y cinco hijos, uno de ellos Marcelo Paiva, el autor del libro en el que la película está basada.
Fernanda Torres ganó un premio Globo de Oro por su interpretación de Eunice Paiva. En el carnaval en Rio que se celebra esta semana, el disfraz más de moda incluye una máscara de Torres. Marcelo Paiva participó el domingo en un bloco del carnaval en Sao Paulo y cantó É Preciso Dar Um Jeito, Meu Amigo, de Erasmo Carlos, recurrente en la banda sonora de la película. Eso sí, Paiva fue agredido en un momento del desfile por un presunto defensor de la dictadura.
Tal y como se explica en el filme, la familia Paiva vivía al lado de la playa en el barrio de Leblon, en un ambiente de libertad y cultura pop, hasta que un día llegaron tres militares vestidos de paisano. Primero se llevaron a Rubens –jamás reapareció– y luego a Eunice, que, tras ser puesta en libertad, dedicó su vida a la búsqueda de su marido y, de paso, a los derechos de todos los desparecidos durante los 21 años de dictadura militar.
El éxito de la película coloca el tema otra vez en el debate público”
Las autoridades tardaron 30 años en reconocer que fue asesinado por un grupo de militares. Ahora “el éxito de la película coloca el tema otra vez en el debate público”, dijo Antonio Jorge Ramalho, experto en asuntos militares de la Universidad de Brasilia. “La opinión pública se moviliza en favor de alguna forma de reparación y responsabilización de los torturadores.” Los activistas de la campaña Levantamiento Popular de la Juventud han realizado esta semana protestas delante de la casa de uno de los generales acusados.
La entusiasmada acogida en Brasil de la película tiene una gran relevancia política. Hace solo siete u ocho años, Brasil sufría un ataque colectivo de amnesia respecto a los crímenes de la dictadura y elegió presidente al ex militar Jair Bolsonaro, que no ocultaba su admiración por los generales que tomaron el poder en 1964. Al final de los mítines de Bolsonaro se solía gritar “Ustra vive!”, en referencia al el general Carlos Alberto Brilhante Ustra que encabezaba las unidades de secuestro y tortura. El ex presidente de extrema derecha conocía a Rubens Paiva, que veraneaba en el interior de São Paulo, cerca de la casa del entonces joven militar. “Bolsonaro odiaba a Paiva; en una ocasión escupió contra una estatua erigida en su honor ”, dijo el analista político Jorge Chaloub.
Jair Bolsonaro, ex presidente de Brasil
Bolsonaro escupió contra una estatua
de homenaje a Rubens Paiva
En los años anteriores a la victoria de Bolsonaro, las manifestaciones a favor de una intervención militar contra el gobierno de izquierdas de Dilma Rousseff eran frecuentes. La Comisión Nacional por la Verdad y la Memoria Histórica, que Rousseff –ella misma víctima de tortura durante la dictadura– puso en marcha en 2014, provocó protestas en los cuarteles y escaso interés en la sociedad. El 47% de los entrevistados en el mismo año en una encuesta realizada por la Universidad de Vanderbilt dijo que apoyaría un golpe de Estado. Cientos de militares se incorporaron a la administración de Bolsonaro, y generales jubilados que admiradores de la dictadura, como Augusto Heleno y Hamilton Mourão, ocuparon los puestos más altos del gobierno.
Hace diez años casi la mitad de brasileños apoyaba un golpe contra Lula y Dilma
Pese a comprobar la muerte o desaparición de 421 personas durante los años de la dictadura, la comisión de 2014 no logró abrir el camino al procesamiento de los responsables, como ocurrió en Argentina. En el caso de Rubens Paiva, la comisión publicó información que inculpó a cinco militares. Pero ninguno de ellos ha sido juzgado. Increíblemente, cada uno de los cinco cobra una pensión del Estado de unos 30.000 reales mensuales (6.000 euros).
Brasil sigue siendo el país latinoamericano de mayor impunidad para los militares responsables del golpe de Estado de 1964 contra el gobierno democráticamente elegido de João “Jango” Goulart. En 1979 el Congreso brasileño aporbó una ley de amnistía por todos los delitos cometidos entre 1961 y 1979. La idea entonces era “crear espacio para la democratización, pero generó impunidad y permitió a los radicales de entonces mantener una agenda reaccionaria”, dijo Ramalho. “Aún se ocultan los cuerpos de los asesinados por la dictadura”.
Una imagen de 'Argentina, 1985', de Santiago Mitre. En la foto, Ricardo Darín, en el papel del fiscal Julio César Strassera, que acusó, en nombre del Estado a los últimos militares de la dictarua
La diferencia entre Argentina y Brasil se plasma precisamente en el cine. Argentina, 1985, la oscarizada película dirigida por Santiago Mitre en 2022 sobre los juicios a los militares argentinos, con Ricardo Darín de protagonista, homenajea la justicia histórica lograda por la sociedad argentina. En cambio, Aún estoy aquí es un homenaje a la lucha solitaria de Eunice Paiva que, hasta la fecha, estaba casi desconocida por la mayoría de los brasileños.
La diferencia entre Brasil y Argentina se comprueba en los filmes sobre la dictadura
“La película habla de una memoria del pasado que fue fortalecida por la recuperación de este discurso abiertamente elogioso respecto a la dictadura por la ultraderecha próxima a Bolsonaro ”, dijo Chaloub.
Salles juega con destreza con la idea del olvido en la sociedad brasileña respecto a los crímenes de la dictadura al incluir escenas de los últimos años de la protagonista, en los que padeció Alzheimer. La madre de Fernanda Torres, también actriz, interpreta a Eunice, ya desmemoriada, en los últimos años de su vida. Marcelo Paiva decidió escribir la historia de su madre precisamente para evitar que su lucha cayese en el olvido debido a su enfermedad.
El exito taquillero de la película incluso podría envalentonar al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que, pese a las amenazas actuales a la democracia, ha ido con suma cautela a la hora de purgar las fuerzas armadas de los elementos golpistas por miedo a provocar una reacción en la cúpula militar. Se sabe ya que un grupo de militares leales a Bolsonaro urdieron una trama golpista en el 2022 en la que Lula habría sido asesinado junto al juez Alexandre de Moraes.
Hasta la fecha, Lula se ha mostrado recelosos respecto al procesamiento del propio Bolsonaro por su presunta participación en el plan. Pero, esta semana, la fiscalía ha imputado al expresidente y parece probable que acabe en la cárcel. Todo indicaría, por el éxito de Aún estoy aquí, que un segmento importante de la opinión pública brasileña puede estar ya preparada para medidas más duras contra los secuestradores, torturadores y golpistas de los años más oscuros representados en el filme.


