Una melodía lejana invade los pasillos que dan a las zonas de ensayo del Teatre Lliure de Montjuïc. Es una voz de mujer, valiente y enérgica, que se esconde tras una de las puertas. Al otro lado se encuentra Judit Pardàs, que todavía tarda unos segundos en detener su canto antes de saludar con un cálido abrazo a los recién llegados. “Es una copla de Luis Mariano. La letra es preciosa”, dice contenta. Ella es una de las actrices con diversidad funcional que en unas semanas interpretará Fantàstic Ramon en la sala Fabià Puigserver, la más vasta del teatro barcelonés. “Mi personaje es un camarero. Es el primero en aparecer en escena”, cuenta ilusionado Jordi Galià, otro de los intérpretes. Ambos llevan años dedicándose al teatro. Son unos veteranos. Pero lo de actuar en grandes salas es algo nuevo y se les nota la excitación en los ojos.
No hace tanto, los artistas como Pardàs y Galià no tenían ningún protagonismo en los escenarios. Por fortuna, la cosa está cambiando. “Si había suerte, hacían papeles secundarios o encarnaban a personas con diversidad funcional. Ahora el panorama es otro. Cada vez hay más interés por que colonicen la escena y que sus personajes lleven el peso de la trama. ”, sostiene Clàudia Cedó, directora teatral, psicóloga y creadora de Escenaris Especials, que desde 2006 trabaja para que en las artes escénicas se vea reflejada la heterogeneidad de la sociedad.
Hay más interés por que estos actores tomen los escenarios
Iniciativas como la suya han ayudado a que los actores y actrices con diversidad funcional den el salto al teatro profesional. “Pero no lo hago por labor social, sino porque estoy enamorada de su talento y creo que a muchas personas puede sucederles lo mismo”. Fantàstic Ramon (se estrena el 2 de abril) relata la historia de un niño de trapo que se enfrenta constantemente al rechazo y es una de las obras enmarcadas en Ànima Lliure, “un proyecto que invita a subir al escenario a cuerpos y voces que existen y que no siempre se visibilizan”, afirma Julio Manrique, director del Teatre Lliure. Su objetivo es que estos espectáculos tengan un lugar central en la programación, que no queden relegados a un ciclo. “La próxima temporada habrá más Ànima Lliure. Más propuestas, tanto nacionales como internacionales, de pequeño y medio formato, que se combinaran con talleres y cursos variados”, avanza.
El pasado año acogieron la versión de Hamlet de la compañía peruana Teatro La Plaza, con actores con síndrome de Down, que antes se había estrenado en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Bajo la dirección de Chela De Ferrari, los ocho intérpretes han actuado en Bélgica, Polonia, China, Alemania, Colombia, Escocia, Francia… La gira, explicó a este diario Jaime Cruz, uno de los miembros del grupo, “nos ha cambiado la vida”.

La compañía peruana Teatro La Plaza escenificando ‘Hamlet’
La práctica teatral parece ser especialmente beneficiosa para personas con diversidad funcional, tanto para actores profesionales como para amateurs. “Cuando estoy baja de ánimos, al terminar el ensayo me siento recuperada. Es como una medicina”, asegura Carol, una de las integrantes de la compañía La Trifulga dels Fútils, que se cita todos los jueves en el Centre Cívic Baró de Viver, en Sant Andreu. “Estas dos horas son sagradas. Me salto el médico para asistir si hace falta”, dice Nandu, otro de los miembros.
Manel Anoro dirige este grupo desde hace 25 años. Su suegro era director y psiquiatra del Hogar Residencia Dr. Pi i Molist, en Nou Barris, y lo animó a dinamizar un taller de teatro dentro de este centro para personas con problemas de salud mental. Quedaron tan satisfechos que decidieron fundar la compañía, que hoy depende de la Associació Matissos. “Por aquí han pasado cerca de 300 personas. Para unirse solo hay un requisito: tener ganas”.

Los integrantes de La Trifulga dels Fútils, que ensayan ‘La acabadora’ en el Centre Cívic Baró de Viver, en Sant Andreu
La mitad de sus integrantes están diagnosticados, pero no se hace referencia a ello. La Trifulga quiere ser un espacio íntimo y seguro donde no se estigmatice a sus miembros. “Al principio me costaba venir, pero ahora me encanta”, comparte José David, el más veterano del equipo.
Anoro también es impulsor junto a la directora de teatro Beatriz Liebe de L’Altre Festival, un certamen de artes escénicas que arrancó hace diez años “para desarrollar una sociedad más inclusiva, luchar contra el estigma que existe hacia estos colectivos y favorecer la interacción entre proyectos que ponen el foco en la salud mental”, explica Liebe. Ella también defiende el componente medicinal del teatro, por ser una actividad inherentemente presencial, que obliga a estar en contacto con los otros.
Esto último es muy positivo para personas con trastornos del espectro autista (TEA). Blanca del Hoyo, psiquiatra del Centre de Salut Mental d’Adults (CSMA) Cerdanyola-Ripollet, del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, lo ha podido comprobar después de dinamizar iniciativas teatrales dirigidas a este colectivo. “Hace dos años contactamos con Escenaris Especials para crear un grupo con usuarios del CSMA. El teatro les ayudó a trabajar la planificación y la organización, como a mejorar sus habilidades comunicativas. La mayoría había sufrido un rechazo social y tendía al aislamiento”, cuenta del Hoyo. La experiencia fue liberadora. Además de expresar su talento artístico, crearon vínculos de calidad y reforzaron su autoestima. Algunos incluso han mantenido el contacto una vez terminado el taller.

Ales de Teatre ensaya la obra teatral ‘I’m ok. La nova ciutat, un lloc per ser feliç’
Otro proyecto de la ciudad que defiende el poder terapéutico de las artes escénicas es Ales de Teatre. La psicóloga Noemí del Prado y la educadora social Marta Oliu, de la Unidad Terapéutica del Centre Educatiu Els Til·lers, están detrás de esta iniciativa enfocada a jóvenes de la Xarxa de Salut Mental de SJD. “Es emocionante presenciar el potencial de unos chicos y chicas que son constantemente fragilizados”, señala del Prado. Aunque se les acompaña en todo momento, son ellos quienes eligen el tema y preparan el guion. Mientras tanto, realizan una actividad divertida donde son aceptados y comprendidos, y que les ayuda a mejorar sus habilidades sociales. “Algunos miembros del grupo del año pasado no salían nunca de casa, pero venían a hacer teatro. Nos decían que en el ensayo cogían energía para toda la semana. Fue muy fuerte”.
Algunos miembros del grupo no salían nunca de casa, pero venían a hacer teatro. Nos decían que en el ensayo cogían energía para toda la semana
Tres años después de su fundación, Ales de Teatre se subirá a uno de los escenarios del TNC. Lo hará el 27 de marzo, cuando sus miembros presentarán la obra de creación colectiva I’m ok. La nova ciutat, un lloc per ser feliç rodeados de familiares y amigos. Dirigida por Pere Borrell y coordinada por Cristina Arenas, es una pieza en que los diez componentes del grupo comparten su visión de la ciudad perfecta. “No se habla directamente de salud mental, pero a través del teatro se busca desestigmatizar y un espacio de capacitación y libertad”, defiende Oliu. La iniciativa, en la que participan cinco institutos de Barcelona, forma parte del proyecto educativo y social En Òrbita, del TNC. Los estudiantes implicados han desarrollado desde la escenografía de la obra principal a otras piezas teatrales que también se representarán durante la jornada.