¿Qué no podía faltar en la gala de los Oscar de 2025? ¿Los incendios de Los Angeles? Para ellos la primera escena, un número musical con La La Land incluido. Hecho. ¿Karla Sofía Gascón? Para ella uno de los primeros chistes del presentador, Conan O’Brien: “En Anora dicen 479 veces fuck, solo tres veces más que el publicista de Karla Sofia Gascón”. Hecho también. ¿Un chiste sobre la cantidad de hemoglobina de La sustancia? Pues en un vídeo O’Brien sale de la espalda de una copia del cuerpo de Demi Moore tendido en el lavabo, como en el filme. Solo que su yo renovado no sale desnudo sino vestido con esmoquin y descubre... que se le ha caído uno de sus zapatos dentro de Moore. Y vuelve a entrar en ella a rebuscar como si fuera un baúl. Gran gag. Hecho.
De todo lo que era imaginable que apareciera en la ceremonia de los Oscar, hasta Gaza tuvo su momento en la única escena de verdadera carga política de la noche: la victoria de No other land, filme hecho por palestinos e israelíes que denuncia la destructiva política de Israel en los territorios ocupados. Dos discursos bravos de los codirectores Basel Adra y Yuval Abraham dejaron esperanza: “Hay un camino diferente, sin supremacía étnica, con derechos iguales para ambos pueblos. La política exterior de EE.UU. bloquea este camino. ¿No ven que estamos entrelazados, que nuestro pueblo solo puede estar seguro de verdad si los palestinos son libres? No hay otra forma de vivir. No hay otra forma”, dijo Abraham. Aplauso atronador.
Sin embargo, no hubo check en la gala con el protagonista más obvio, Donald Trump, da igual los deportados, despedidos o humillados en la Sala Oval. Solo O’Brien hizo una breve referencia cuando dijo que la protagonista de Anora, una trabajadora sexual que se casa con el hijo de unos oligarcas, era la única en el país “que se levanta contra los poderosos rusos”.
En una gala en la que continuamente los ganadores sacaban papelitos para leer unos agradecimientos en los que se citaron los productores, las madres y hasta las mascotas de medio globo, hubo referencias oblicuas, pero ninguna directa, al elefante siempre presente en la sala. Una prudencia exquisita en el Hollywood adalid de la diversidad que siempre es posible leer como miedo: Zoe Saldaña, mejor actriz de reparto por Emilia Pérez, se mostró orgullosa de ser hija de padres emigrantes que llegaron en 1961, recordó que es la primera actriz de origen dominicano que recoge la estatuilla y reivindicó el placer de “cantar y actuar en español” ahora que soplan malos vientos hasta para la lengua.
Kieran Culkin le recordó a su mujer en directo que le había prometido su cuarto hijo si ganaba el Oscar
Por su parte, Adrien Brody, que interpretó en exceso el papel de hombre renacido que siempre adoran los estadounidenses al recoger, 22 años después de El pianista, su segundo Oscar con The brutalist, aseguró que reza “por un mundo más incluyente: si el pasado nos recuerda algo es no pasar por alto las cosas, no dejar que el odio venza, vamos a luchar por lo que es válido y seguir sonriendo”.
El gran ganador de la noche, Sean Baker, que recogió él solito cuatro estatuillas por Anora y que con los minutos que tuvo en escena podía haber hablado hasta de la caída de Constantinopla, se preocupó por la desaparición de las salas de cine. Todo en una gala de encomiables actuaciones musicales, ahora por el espíritu herido de Los Angeles, ahora por la franquicia 007, que recuperaban el espíritu del Hollywood de That’s entertainment.
Una gala que más que espíritu reivindicativo lo tuvo familiar: el primer premiado, Kieran Culkin, hermano del travieso Macaulay y mejor actor de reparto por A real pain, le recordó a su mujer en directo que le había prometido su cuarto hijo si ganaba el Oscar. Un guiño inesperado en una noche cuyo guion en algunos momentos, sin duda, podría haberlo firmado el propio vicepresidente JD Vance.