Hace apenas cinco semanas, cuando Emilia Pérez se alzó como la gran favorita en los premios Oscar con trece nominaciones, nadie podía aventurar el gran batacazo que sufriría en la gran fiesta del cine. El narco musical trans de Jacques Audiard se había convertido en la gran sensación de la temporada, estaba en boca de todos desde su estreno mundial en el festival de Cannes y había ascendido del anonimato a la cumbre a su protagonista, la española Karla Sofía Gascón, la primera actriz trans en aspirar al prestigioso galardón por un doble papel de narcotraficante que desea convertirse en mujer y cambiar radicalmente de vida.
La de Alcobendas acompañó al director francés en una intensa campaña por la carrera de la estatuilla no exenta de polémica por su mala recepción en México, país en el que se ambienta, que se desvaneció demasiado rápido cuando salieron a la luz unos tuits del pasado de carácter xenófobo y racista que publicó en la antigua red social Twitter.
Todo ello saltó a la palestra justo en el momento en el que comenzaron las votaciones de los miembros de la Academia de Hollywood, por lo que ha sido clave en ese ‘no voto’ de castigo. Pese a pedir perdón y denunciar estar sometida a una “campaña de odio y desinformación”, la doble vara de medir de Hollywood borró de un plumazo el sueño americano de la española y la condenó a un linchamiento público, con el beneplácito de Audiard –quien también agitó la polémica definiendo el español como un “idioma de pobres”– y Netflix, distribuidora del filme en Estados Unidos.

Zoe Saldana se llevó un Oscar por 'Emilia Pérez'
Gascón, tan dada a hablar por los codos y sin tapujos, optó esta vez por el silencio para no entorpecer las posibilidades de la película en otras galas de premios. Pero ya era demasiado tarde. Aunque la plataforma de streaming dio marcha atrás y se hizo cargo de los gastos de la actriz para que pudiera estar presente en la ceremonia del Dolby Theater, el resultado parecía estar sentenciado.
Y eso que en los premios César del cine francés del pasado viernes triunfó con siete galardones, un reconocimiento que al otro lado del charco le ha pasado factura, sin opción a la redención, como experimenta el personaje de Gascón en la ficción.
De las trece nominaciones solo materializó dos: la de mejor actriz de reparto para Zoe Saldaña y mejor canción original por El Mal , cuya letra expone la corrupción y la impunidad que atraviesan las esferas del poder. Así Emilia Pérez entra de lleno en el dudoso club de las mayores perdedoras de la historia de los premios de la Academia. Un grupo del que forman parte títulos tan emblemáticos como El color púrpura (1985), dirigida por Steven Spielberg, que de sus once menciones se fue de vacío. Belinda (1948), de Jean Negulesco, solo se alzó con el Oscar a mejor actriz para Jane Wyman de los doce a los que optaba, y el drama histórico Becket (1964) de Peter Glenville, que únicamente acaparó el Oscar al mejor guion adaptado de un total de doce nominaciones.
Las expectativas de ‘Emilia Pérez’ se desvanecieron cuando salieron a la luz los tuits de Gascón
Por otro lado, Paso decisivo (1977) de Herbert Ross, dejó escapar las once candidaturas a las que partía. De las más recientes cabe destacar El poder del perro , de Jane Campion, que en 2021 solo fue distinguida a la mejor dirección de sus doce menciones.
Pero tras el sonado fracaso de Emilia Pérez la noche del domingo pueden esconderse otras motivaciones que van más allá del lío que montó Karla Sofía Gascón con sus tuits y del rechazo que la película sufrió en México.
Emilia Pérez es una producción francesa, dirigida por un realizador francés, cuya trama transcurre en México y hablada en español en la mayor parte de su metraje. ¿Le interesa a la Academia que sus preciados Oscars se los lleve la industria europea?
Es posible que la respuesta a esa pregunta sea que no y que los académicos barran para casa a la hora de votar. Al fin y al cabo, en estos premios cinematográficos, los más prestigiosos del mundo, hay mucho dinero en juego.
Cuando la polémica empezó a alejar a Emilia Pérez del podio de los Oscars, saltó a la palestra otra cinta, Cónclave . Una película que narra el procedimiento de nombramiento del nuevo Papa. Cónclave , basada en una novela de Robert Harris, no deja indiferente al público, porque es una cinta cargada de intriga de principio a fin a la que su director, Edward Berger, ha bañado de una estética deliciosa.

Conclave , de Edward Berger
Pero la película adolece del mismo mal que Emilia Pérez : es una cinta extranjera o, mejor dicho, no es una producción estadounidense. Cónclave es británica, está protagonizada por un actor inglés, Ralph Fiennes, y dirigida por un alemán.
En 1985, El color púrpura, dirigida por Steven Spielberg, que tenía once menciones, se fue de vacío
Tampoco tenía posibilidades de triunfar Aún estoy aquí , una producción brasileña dirigida por Walter Salles que narra con una delicadeza exquisita la dictadura que sufrió Brasil en los años 70. Para muchos críticos era la mejor de todas las películas que aspiraban al Oscar. Aún estoy aquí se llevó, algo es algo, la estatuilla a la mejor película internacional.
Aunque había otros títulos, que nunca estuvieron entre los favoritos, tras esta criba quedaron dos películas como candidatas reales a triunfar en la noche de los Oscars. Una era The Brutalist , de Brady Corbet. La historia de un arquitecto judío europea que tras la Segunda Guerra Mundial se instala en Estados Unidos dispuesto a triunfar en su profesión lo tenía todo para ganar. Pero Anora , de Sean Baker, la otra candidata real, la historia de la anti pretty woman, que ya había conseguido la Palma de Oro en Cannes, se lo llevó todo. Quizá la gran perdedora del domingo fue The brutalist y no Emilia Pérez.