Bill Frisell, eminente

Crítica de jazz

“Hicieron dos sesiones que se convirtieron en dos actuaciones completamente diferentes ya que no repitieron ningún tema”

Concert de Bill Frisell Trio en El Molino, el domingo 9 de marzo del 2025

Imagen del concierto de Bill Frisell Trio en El Molino

Xavi Torrent

Lugar y fecha: El Molino (9/III/2025) ★★★★✩

La etiqueta de jazzman le queda muy estrecha a Bill Frisell, un guitarrista curtido en mil batallas y estilos. Lo demostró con creces, acompañado por una sección rítmica integrada por el contrabajista Thomas Morgan y el batería Rudy Royston, en su visita a El Molino. Hicieron dos sesiones que se convirtieron en dos actuaciones completamente diferentes ya que no repitieron ningún tema, aprovechando para mostrar una polifacética personalidad que le permite hacer suyas un buen número de versiones, ya sean sacadas del ámbito del jazz, de las bandas sonoras o del folk y la música tradicional.

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Su deslumbrante carrera no le impide comportarse con la humildad y discreción digna de los más grandes. Y tal como manifestaba a este diario, sus conciertos se van improvisando sobre la marcha, sin ningún esquema preestablecido. Dice que con su trío se entiende a la perfección y que más que líder se siente alumno, aprendiendo y mejorando a cada actuación. Y aunque sea él quien marca la pauta, la música fluye de una manera espontanea, oscilando de un tema a otro con pasmosa natu­ralidad. Tanto es así que en el primer pase no hubo ninguna pausa.

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Fue una hora larga seguida, con el añadido de un bis a modo de colofón, con el swingueante Days of wine & roses de Henry Mancini. Antes habían tenido tiempo de abrir con un homenaje a Sonny Rollins en forma de Way out west, que empalmaron con un tributo más abstracto al pintor Claude Utley, para pasar al acento blues del Nobody’s fault but mine, que registró hace un siglo Blind Willie Johnson. Y de ahí vuelta al jazz con una íntima e insinuada relectura del Isfahan, del tándem Billy Strayhorn y Duke Ellington, para seguir con una inmersión en su propia obra, con los momentos distorsionados de Again y el aroma casi caribeño de Keep your eyes open. Entre deliciosos ­punteos, y sin abusar nunca de su virtuosismo, remataron con una sinuosa revisión del What the world needs now is love de Burt Bacharach, empalmada al Baba drame del maliense Boubacar Traore, convertido en un torbellino de distorsión a lo guitar hero.

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El segundo pase aun fue mejor, si cabe, con un Misterioso de Thelonious Monk que hizo justicia a este clásico, un Rambler propio a la manera de sonido ‘americana’ y un tradicional Shenandoah que sirvió para insistir en ese acento. Después evolucionaron hacia una jam rockera, a costa del Follow your heart de John McLaughlin, culminando con el You only live twice de John Barry, para dotarlo de una sensualidad acariciante, crepuscular y romántica, en la que no se hecho en falta la orquesta original ni la voz de Nancy Sinatra. Tan eminente guitarrista quiso culminar su encomiable faena rescatando We shall overcome, la canción protesta que hicieron celebre Pete Seeger y Joan Baez, convertida en himno del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y que ahora, en tiempos de involución reaccionaria, se hace más necesario que nunca recordar.

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