"Mi abuela me inculcó el espíritu de supervivencia, la necesidad de ser positiva y la obligación de seguir adelante sin hundirte por los golpes de la vida”. Lola Ruiz-Ibárruri, nieta de la Pasionaria, nació en Moscú y se crio con ella en el exilio.

Dolores Ibárruri en la jornada de clausura de la primera fiesta del PCE celebrada en la Casa de Campo, 1978
Ruiz-Ibárruri es una de las personas que mejor conoció a la líder del Partido Comunista y una de las piezas fundamentales del documental Pasionaria, Dolores Ibárruri , dirigido por Amparo Climent, que se ha proyectado en el Festival de Málaga.

Una imagen del documental
La Pasionaria tuvo una azarosa vida en un siglo XX cargado de conflictos. Ahora, su nieta recuerda en esta entrevista con La Vanguardia a Dolores Ibárruri: su infancia en la cuenca minera de Vizcaya, su matrimonio fallido, la pérdida de cuatro de sus hijos a muy temprana edad, la huida a Madrid para convertirse en periodista y política, sus tiempos de exilio, primero en Francia y después en la URSS, y su vuelta a España en la transición.

Dolores Ibárruri (1895-1989).
“Nací en Moscú. Mi padre era militar y mi madre, que tenía problemas de identidad, me dejó en casa de mi abuela Dolores, donde me quedé el resto de mi vida. Dolores fue mi padre y mi madre a la vez. Ella estaba siempre trabajando para el partido, tenía la militancia muy arraigada. Tenía muchas obligaciones”.
“La cuenca minera es un lugar sin ternura ni mimos. Un sitio acostumbrado al drama y a la muerte”
La nieta creció rodeada de los recuerdos de su abuela, que nació en 1895 en la localidad vizcaína minera de Gallarta. “Dolores era vasca y el mundo vasco es bastante duro. La cuenca minera es un lugar sin ternura ni mimos. Un sitio acostumbrado al drama, a la muerte y a las peleas”.
Era también un lugar sumido en la pobreza a principios del siglo XX y, sin embargo, la familia Ibárruri tuvo un golpe de suerte: le tocó el gordo de la lotería.
“Fue un milagro que les permitió comprarse una casa grande y poner dinero en el banco a nombre de todos su hijos”, recuerda Ruiz-Ibárruri. Dolores, que era buena estudiante, quiso utilizar ese dinero para cursar Magisterio, pero “las habladurías de las vecinas y los prejuicios de la época no permitieron a mi abuela que utilizase sus dos mil pesetas para ir a la Universidad”.
El dinero tenía que usarse como dote. Así que Dolores, tras emplearse como costurera y sirvienta en un bar, se casó con un minero, Julián Ruiz Gabiña, “y se acabaron todas sus ilusiones”. El matrimonio tuvo seis hijos, de los que cuatro murieron en la infancia. La pareja se metió en política, pero eran muy distintos: “Dolores era una mujer brillante, inteligente, con un enorme don de la palabra y capacidad de escribir. Mi abuelo era un minero, como él decía, de mucha honra. Pero eso suponía que iba de la mina a la taberna y de la taberna a la cárcel”.
A la familia Ibárruri le tocó el gordo de la lotería: “Fue un milagro que les permitió comprarse una casa”
La pareja rompió cuando a Dolores, que había despuntado por sus escritos, le ofrecieron que dirigiera Mundo Obrero en Madrid. “Julián rechazó ir a la capital. Él quería estar con sus amigotes. La mina era lo máximo a lo que aspiraba”. Con sus dos hijos vivos y empleada como costurera para poderlos mantener, Ibárruri se instaló en 1931 en Chamberí y se volcó en su carrera política y periodística. Se presentó a las elecciones en varias ocasiones y salió elegida diputada en 1936 por el Frente Popular. La Guerra Civil estaba a la vuelta de la esquina.

Dolores Ibárruri, durante una intervención pública iniciada ya la Guerra Civil
Climent, directora del documental, señala que Ibárruri “tuvo un papel fundamental durante la contienda”. “La noche del 17 de julio de 1936, en una famosa locución, fue la primera en avisar de que se preparaba un golpe de Estado. Durante el conflicto iba al frente a apoyar a los que estaban defendiendo la República. Animaba a los soldados con su voz magnífica. Su figura se convirtió en el símbolo internacional de defensa de la República”.
La Pasionaria acuñó las consignas ¡No pasarán! y Más vale morir de pie que vivir de rodillas. Pero la República perdió la guerra e Ibárruri se tuvo que exiliar junto a sus dos hijos vivos, Amaya y Rubén, a Moscú. Allí les esperaban nuevas inclemencias, las derivadas de la Segunda Guerra Mundial. “Mi abuela creó Radio España Independiente, que llamaban la Pirenaica, y el día en que empezó a emitir, la aviación nazi atacó Moscú. Fue terrible. La ciudad atronaba por los disparos y las bombas. Mi madre, que estudiaba primero de Medicina, tuvo que ocuparse de los heridos. Toda la familia se vio involucrada en la defensa de Moscú”, recuerda Lola Ruiz-Ibárruri.
Hasta que las autoridades decidieron evacuar la ciudad: “Mi madre estaba enferma y mi tío Rubén, herido de gravedad y minusválido. Se perdieron en la estación de ferrocarril, que estaba a oscuras, y se reencontraron un mes después en los Urales a 50 grados bajo cero. Fueron unos momentos horrorosos y dramáticos, multiplicados por el frío, el hambre y la sensación de que las tropas nazis estaban a las puertas de la capital soviética ”, añade.
“Dolores se casó con un minero, Julián Ruiz Gabiña, y ahí se acabaron todas sus ilusiones”
Rubén murió en la batalla de Stalingrado. El resto de la familia regresó a Moscú. Lola recuerda su infancia en la URSS como “rara”, porque “yo vivía en el apartamento de Dolores, que siempre estaba de viaje, por suerte yo era muy estudiosa y contaba con los cuidados de unas amigas de la abuela que se habían quedado viudas y vivían con nosotras”. La Pasionaria volvió a España en 1977. Su nieta no le acompañó porque “quería seguir estudiando en Moscú”. Dolores Ibárruri murió en Madrid en 1989.
Climent recorre en el documental Pasionaria, Dolores Ibárruri la vida, con todas las luces y muy pocas sombras, de la líder del Partido Comunista en el exilio. “Cuando vean la película van a descubrir a una Dolores diferente de lo que se ha contado, porque se han explicado cosas muy negativas de ella, de su relación con Stalin, de su forma de hacer política... Pero la Pasionaria se enfrentó a Stalin cuando se enteró de sus purgas y nunca más volvió a hablar él”, concluye la cineasta descartando las sombras de la figura de la Pasionaria.