Vaya semanita. Se habría precisado el don de la ubicuidad para acudir a tantos eventos, a veces en contraprogramación flagrante, que preludian un Sant Jordi de campanillas: el dragón ya echa bocanadas de fuego. El carrusel arrancó el martes con un fiestazo en el Dry Martini, chez Javier de las Muelas, una soirée por todo lo alto para bautizar Cómo salir en ‘la Contra’ (Librosdevanguardia), donde Víctor Amela , Ima Sanchís y Lluís Amiguet desvelan algunos secretillos sobre el difícil arte de la entrevista y los entresijos de una sección ya mítica, la contraportada de La Vanguardia , que se estrenó hace casi 30 años, en enero de 1998. Tres décadas, 10.000 entrevistados y la solidez del granito.
Lluís Amiguet, Víctor Amela, Javier Godó, presidente-editor de 'La Vanguardia' , e Ima Sanchís
No cabía un alfiler en el local de la calle Aribau. Los tres contreros salieron a escena al ritmo de una vieja canción de Bob Dylan en los altavoces, Like a rolling stone , que el respetable coreó como pudo, pues apenas nos sabíamos el estribillo: “ How does it feel?, how does it feel? ”. Una melodía muy oportuna para la ocasión, pues en el fondo, pobres humanos mortales, solo somos piedrecillas vagabundas, humildes cantos rodados en busca de un lugar en el mundo, de un sentido que Amiguet confiesa haber encontrado en la factura de la Contra .
La presentación de ‘Cómo salir en la Contra’ desborda el Dry Martini de brindis y parabienes
Parapetada tras la barra de madera, la tríada entrevistadora se dirigió a la apretujada concurrencia habiéndose sorteado de antemano el turno de palabra con tres pajitas (de las de sorber mojitos). Este matrimonio a tres congenia bastante bien o al menos lo disimula con estilo; parece que tanto tiempo codo a codo ha logrado domeñar los egos y las eventuales discusiones por un bien mayor: la Contra . ¿Algún aprendizaje por el camino? Que las personas más felices son las más generosas (Sanchís). La pregunta kriptonita: “¿Para qué vivir?”. ¿Un momento inolvidable?: Amiguet soltó alguna lágrima en el encuentro con Woody Allen. Durante los parlamentos, Amela tuvo a bien agradecer al presidente-editor, Javier Godó, conde de Godó, presente en el acto, que haya pagado durante tantos años “los zapatos y el cole” de sus dos hijos. Juntó a Javier Godó también acudieron su esposa, Marisa Falcó; la hija de esta, Gabriela Lanardonne; Ana Godó, directora de Libros de Vanguardia; el director del diario, Jordi Juan; firmas históricas del diario (Màrius Carol, Tomás Alcoverro, Joaquín Luna, Santiago Tarín); y lo mejor de cada casa, que disfrutó de cócteles a gogó y del ukelele de Salva Rey.
Los tres periodistas de 'La Contra', junto a Marisa Falcó, esposa de Javier Godó, conde de Godó
No habrá realidad paralela ni virtual alguna que supla los bares, qué lugares, ni la charla con amigos y gentes interesantes. Lo humano, siempre el ancla de lo humano. Algo de eso salió a colación en el debate que mantuvieron el miércoles tres cabezas pensantes, cada una con su novedad libresca bajo el brazo: Daniel Innerarity ( Una teoría crítica de la inteligencia artificial , Galaxia Gutenberg); Ingrid Guardiola ( La servitud dels protocols , Arcàdia) y Alberto Manguel ( Maimónides. Fe en la razón , Alianza). Desde una postura más apocalíptica o más integrada, entre los tres pusieron patas arriba la inteligencia artificial en la biblioteca Agustí Centelles, dentro del ciclo Diàlegs de Sant Jordi . Aviso a navegantes: ojo con la burocracia, la imaginación hipotecada y la “histeria digital”.
Los entrevistadores de La Contra, junto a Ana Godó, directora de Libros de Vanguardia, y a la derecha, Javier de las Muelas, propietario de Dry Martini
También el jueves, en la Casa del Llibre, disertó sobre el asunto Xavier Sala i Martín ( Entre el paradís i l’apocalipsi , Rosa dels Vents), ataviado el economista con una americana eléctrica, de color azul coltán subidito. Y el viernes, el día de cierre, ay, programaron a Javier Cercas en el CCCB y un homenaje a Roberto Bolaño en Casa Amèrica con la lectura (in)interrumpida de Los detectives salvajes . No nos dan la vida ni las líneas. Lo dicho: Sant Jordi ya tiene la espada afilada.