Con sus más de 21.000 kilómetros de longitud desde la frontera con Corea hasta el desierto del Gobi, la Gran Muralla China puede ser la más conocida, pero está lejos de ser el único sistema de murallas construido en el norte de Asia Oriental, según un artículo publicado en la revista Antiquity.
Quizás la menos conocida de estas estructuras sea el Sistema de Murallas Medievales (SMM), una red de trincheras y fortificaciones que se extiende aproximadamente 4.000 kilómetros a lo largo de China, Mongolia y Rusia. Fue construido entre los siglos X y XII por varias dinastías, entre las que destaca la dinastía Jin, fundada por el pueblo yurchen de Siberia.
Los arqueólogos, excavando la guarnición fronteriza de la dinastía Jin
El Arco Mongol
La antigua guarnición estudiada era un lugar habitado durante todo el año en las remotas estepas mongolas
Un equipo de arqueólogos liderado por expertos de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha inspeccionado la sección mongola de esta muralla, que alcanza los 405 kilómetros de longitud y es conocida como el Arco Mongol, y excavaron en una de sus guarniciones fronterizas medievales.
Su conclusión es que algunas fortificaciones monumentales en la estepa euroasiática no se construyeron para defenderse de ataques enemigos, sino para controlar el movimiento de personas civiles, animales y mercancías, además de exhibir el poder dinástico de los Jin en las zonas fronterizas.
Los investigadores encontraron esqueletos en el interior de la guarnición
“Buscábamos determinar el uso del recinto y del Arco Mongol”, afirma el profesor Gideon Shelach-Lavi, autor principal de la investigación. “¿Cuál era su función? ¿Era principalmente un sistema militar diseñado para defenderse de los ejércitos invasores, o su propósito era controlar las regiones más alejadas del imperio mediante la gestión de los cruces fronterizos, la lucha contra el malestar civil y la prevención de incursiones a pequeña escala?”, se pregunta.
Durante la excavación, los investigadores se sorprendieron al descubrir que, a diferencia de los gruesos muros de piedra de la guarnición, la estructura que recorría la muralla no era una pared defensiva, sino una zanja relativamente poco profunda acompañada de un montón de tierra.
Este surco no habría sido particularmente eficaz defensivamente, señalan los especialistas, pero podría haber actuado como un símbolo poderoso, marcando la zona bajo el control directo de la dinastía Jin, fundada por la comunidad premongol de los yurchens, que en el siglo XVII pasarían a ser conocidos como manchúes.
También pudo haber ayudado a canalizar el movimiento de personas hacia las puertas por donde era más fácil cruzar. La densa distribución de fuertes a lo largo de la línea de trincheras habría permitido a los estacionados allí vigilar quién cruzaba y detenerlo en caso necesario.
Un habitante de la región estudiada en Mongolia observa las excavaciones en la guarnición montado en su caballo
Esto indica que el Arco Mongol, y posiblemente una mayor parte del Sistema de Murallas Medievales, no era principalmente militar, sino civil. Algunas secciones del MWS probablemente se dedicaban más a gestionar el movimiento de personas, animales y mercancías que a la defensa contra ataques externos a gran escala.
Además, los hallazgos de la excavación, que incluyen monedas de la dinastía Song, numerosos artefactos de hierro y una plataforma de piedra calentada que se utilizaba como estufa y cama, indican que se invirtieron importantes recursos en la construcción y el mantenimiento de la guarnición.
Los expertos también estudiaron más de 400 kilómetros del Sistema de Murallas Medievales
Es importante destacar, añaden los expertos, que esto implica que las potencias medievales de Asia Oriental valoraban enormemente la infraestructura civil, no solo militar, en sus fronteras, dispuestas a invertir importantes recursos para exhibir públicamente su poder y facilitar el comercio a través de la estepa.
“La considerable inversión en las murallas de la guarnición, así como en las estructuras que las albergaban, sugiere una ocupación durante todo el año” en un entorno tan hostil y remoto, concluye el profesor Shelach-Lavi. “Los futuros análisis de las muestras tomadas de este yacimiento nos ayudarán a comprender mejor los recursos usados por las personas de la guarnición, su dieta y su estilo de vida”, concluye.

