Rubens, o cómo no ser un pintamonas

Arte

El Museo del Prado desembarca en CaixaForum con los titanes del Barroco flamenco

Exposición en CaixaFurum del pintor Peter Paul Rubens. Cuadros “El juicio de Paris” y “ Apolo vencedor del pan “

'El juicio de París', de Rubens, y 'Apolo, vencedor de Pan', de Jordaens

Mané Espinosa

De tanto en tanto, al director del Museo del Prado, Miguel Falomir, le hacen una pregunta recurrente: “¿Con qué artista del pasado le gustaría ir a cenar?” O tomarse unas cervezas. La respuesta, inalterable a los estados de ánimo, siempre es la misma: Rubens. “No me gustan los pintores malditos, esos que vivían en buhardillas y no tenían para comer, y Rubens es justo lo contrario. Fue un pintor extraordinariamente exitoso en vida, un hombre muy feliz, se casó dos veces, amó y fue amado, tenía una cultura extraordinaria, disfrutaba de todo, de la vida, del arte antiguo, vivía en un palacio maravilloso. Y su bonhomía, su alegría de vivir, se plasma maravillosamente en sus creaciones. No conozco nadie mejor que él para tomar unos vinos y, desde luego, no me imagino haciéndolo con Van Gogh”, bromea.

Evocación del taller de Rubens en el inicio del recorrido

Evocación del taller de Rubens en el inicio del recorrido 

Mane Espinosa

Falomir no solo es un erudito apasionado, se puede decir que convive con el maestro de Amberes. El Prado atesora la mayor colección mundial de Rubens –93 obras, el doble que de Velázquez o Tiziano– y dice que le sigue maravillando su capacidad (aprendida de Veronese) para “satisfacer al público, a los coleccionistas y a los más poderosos sin traicionarse nunca”. No solo fue en su momento el pintor más famoso del planeta, sino que tuvo “un mundo propio, algo de lo que carece la inmensa mayoría de pintores”. El director del Prado parece haberse contagiado de esa alegría de vivir que exudan sus obras en la presentación de Rubens y los artistas del Barroco flamenco, un nuevo capítulo (el sexto) de la feliz alianza entre CaixaForum y el Museo del Prado que acerca a Barcelona más de sesenta obras de la pinacoteca madrileña, algunas de las cuales, como El juicio de Paris, han sido objeto de una profunda restauración.

'La infanta Isabel Clara Eugenia', de Rubens y Jan Brueghel el Viejo

'La infanta Isabel Clara Eugenia', de Rubens y Jan Brueghel el Viejo 

MANÉ ESPINOSA

Fue el pintor más famoso del planeta y “tuvo un mundo propio, algo de lo que carece la mayoría de pintores”, dice Falomir

Peter Paul Rubens (1577-1640), hablaba seis idiomas y ejercía como coleccionista y diplomático –negoció un tratado de paz entre Inglaterra y España– no llega solo. Le acompañan sus colegas flamencos, algunos tan destacados, como Van Dyck, Brueghel o Jordaens. De este último se muestra por ejemplo Apolo, vencedor de Pan, el único cuadro que se identifica en Las Meninas de Velázquez, quien, según Falomir, no sería el Velázquez que hoy conocemos de no haberse cruzado en su camino con un artista como Rubens.

Lee también

José Juan Pérez Preciado, el comisario de la exposición (hasta el 21 de septiembre) nos invita a entrar en la cabeza de Rubens (¡tenía dibujos de Rafael o Leonardo y los corregía!) a través de la evocación de su estudio, para a través de diferentes capítulos mostrarnos su “creación arrebatada”, su decisiva labor en la renovación de la iconografía religiosa, con obras como La Inmaculada Concepción, la manera cómo el arte flamenco se convirtió en una extraordinaria herramienta de propaganda política, el cultivo de los retratos o la autorrepresentación de los propios artistas como personajes ilustres. 

El mono pintor , de David Teniers

El mono pintor, de David Teniers

Wikimedia

Allí, en un rincón, está El mono pintor , de David Teniers, un pequeño cuadro en el que aparece, efectivamente, un mono pintando, “que es lo que llamamos comúnmente un pintamonas, es decir, el pintor incapaz de añadir nada personal y se limita a copiar lo de otros. Y esa es la gran lección que puede aportar Rubens, cómo no ser un pintamonas”.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...