Detrás de los miembros del dúo Ciutat –los llamados JP Sunshine & Guim del colectivo barcelonés Mainline– hay gente muy real y arraigada a la tierra: Jordi Pareta, ingeniero agrónomo y graduado en jazz por el Taller de Músics, aún trabaja en las tierras de la familia en Tor (Baix Empordà), y Guillem Bergadà viene de Santa Coloma de Queralt. “Los dos somos de pueblo y nos llamamos Ciutat”. Hace dos años debutaban con Brandon, un álbum de electrónica downtempo y pop, y ahora tienen este Ciutat l’Amistat en el que se inventan un retiro espiritual que de hecho es una secta en la que caen amigos incautos, un disco/video documental que tiene la gente fascinada. El Primavera les acoge este jueves (18.45 h) en el escenario Cupra.
¿Os debéis antes a la teatralidad o a la música?
Jordi Pareta: Un proyecto no tiene que estar solo encarado a una de las dos cosas. Como sostiene La Fura dels Baus, el arte total, el de los 360º, del que puedes empaparte y tener una película entera, dice muy más de un artista. Ya lo hacía un David Bowie.
Guillem Bergadà: La música es la esencial, pero después nos gusta mucho verter un concepto, una estética. Dedicamos tiempo y esfuerzo aquí.
¿De qué habla este álbum?
J.P.: Hablamos de las sombras ocultas de la amistad. Esta comunidad la utilizamos como una metáfora por expresar que en la vida cotidiana hay manipulaciones pequeñas. En un grupo de amigos hay juegos que no son tan sanos. La dualidad de la amistad es lo que nos inspiró.
G.B.: También esconde una verdad, porque sí que hicimos un retiro espiritual –no para hacer el documental, sino antes– y fue una forma de enredar a artistas de toda España para que vinieran y nos pudiéramos aprovechar de ellos.

Una imagen del video-documental de 'Ciutat l'Amistat'
Y en un Primavera Sound como se traduce este aire de comunidad?
J.P.: Sí que vamos todos con el mismo chándal, pero tenemos una sorpresa diferente. Nos gusta salir por la tangente.
G.B.: Y también hay discusiones durante el bolo y discutimos por la nota que tocamos... hemos intentado guionizar pequeños gags. Nos asesoramos por Enrique Barro, del grupo de humoristas Venga Monjas. Este es también un gran referente.
¿Os habéis inventado un género?
G.B.: Siempre acabamos diciendo que hacemos pop electrónico, que es algo muy genérico. Nos lo tendríamos de inventar.
J.P.: Nos gustan mucho las contradicciones: al debut de hace dos años invitamos a gente, pero al ser la sala de 300 personas, tuvimos que prohibir... Quizá seríamos un antipop.
¿Pero musicalmente qué os mueve?
G.B.: Escuchamos mucha música. Empezamos haciendo clubbing pero de hecho escuchábamos jazz y underground, y dijimos... ¿por qué no hacemos eso que nos gusta?
J.P.: Y justamente hoy he recibido un mensaje de Xavier Batllés, de la Orquestra Mirasol, una escena que nos ha influido mucho al dúo Ciutat: la fusión de jazz y música mediterránea de aquella Ona Laietana. Estuvimos en su casa desayunando y ahora nos ha enviado un mensaje con feedback de nuestro trabajo. Ciutat bebe mucho de la música del país, evidentemente llevándolo a día de hoy y a la sonoridad con la que nos identificamos.
G.B.: Ellos también mezclaban estilos como nosotros, y estaban al tanto de las últimas tendencias (entonces eran los sintetizadores y cajas de ritmos), y eso nos crea un punto de conexión. Ha sido muy bonito encontrar a alguien de una generación totalmente diferente pero con la que nos unen muchas cosas. Y también para él ver ha sido bonito que unos chavales que están haciendo música rara los tienen como referentes. Nos habló del disco que hizo con Ovidi Motllor, Crònica d’un temps. ¿Sisa? Nos encanta Sisa. Y somos muy fans de Jaume Escala, bastante inédito. De hecho, Ciutat es el nombre de un tema suyo.
Post Laietana sería vuestro estilo, pues.
G.B.: Sí, podríamos bautizarlo “Post Laietana”, somos fans.