Cuando la máquina y el humano suenan igual: el icono de la electrónica Moritz von Oswald presenta su obra 'Silencio'

Primavera Sound 2025

Los conciertos en la zona del Paral·lel implican largos desplazamientos hasta la zona del Fòrum

Moritz von Oswald, en Berlín, en una imagen de archivo

Moritz von Oswald, en Berlín, en una imagen de archivo 

Isa Foltin

En la misma sala en donde hace once años el aficionado fue a degustarle acompañado de Francesco Tristano en el marco del Festival de Jazz de Barcelona, ayer Moritz von Oswald dejó impronta de su alquimia sonora, esta vez bajo el paraguas del Primavera Sound. En aquella ocasión fue una intervención quirúrgica lo que le impidió a última hora hacer acto de presencia en el escenario de la entonces llamada sala Barts; ayer compartió con el aficionado su cautivador disco 'Silencio' en el mismo espacio, ahora llamado Paral·lel 62.

Tanto esta sala como la muy próxima Apolo son los recintos que en esta edición del festival acogen los conciertos que antes se realizaban en el Auditori del Fòrum, pero que este año ha sido imposible por razones de agenda del recinto, donde habían previstas actividades que se solapaban con el Primavera. Esta reubicación –en la próxima edición volverá a la normalidad- supone para el aficionado algún problema de planificación dada la gran distancia de ambas salas con el recinto del Fòrum, lo que dificulta poder llegar desde el Paral·lel a los conciertos que a uno le interesen. El remedio: paciencia y planificación.

En cualquier caso, vale la pena, tal como se pudo vivir y disfrutar este jueves. Antes de la aparición del productor y compositor alemán, le precedió en el mismo escenario la estadounidense Kali Malone, afincada hace años en Europa y que vino a presentar al festival su vertiente más electrónica. Pero donde había expectación era ante la actuación del berlinés Max Loderbauer, toda una referencia de la escena de la música electrónica (ya en solitario, y antes en proyectos como Basic Channel o Maurizio), sobre todo en la del dub tecno, bajo el alias artístico de Moritz von Oswald.

Treinta años de creatividad y perseverancia maridando lo clásico con lo contemporáneo y lo orgánico con la máquina, tal como se pudo comprobar en la hora que duró la sesión de ayer. Ataviado con americana azul marino, camisa blanca y pañuelo rojo en la chaqueta, Moritz desgranó el contenido del mencionado álbum 'Silencio' situado en el escenario detrás de máquinas, un gong, unos platillos y unas escobillas. A su lado, cuatro coristas; enfrente de ellos, en mitad de la pista encima de una tarima, una directora batuta en mano dirigiendo a los citados coristas. El primer piso de la sala en esta ocasión no estaba abierto al público porque allí se ubicaron otros seis coristas, y entre todos hilvanaron arquitecturas sonoras que ponían sobre la mesa las diferencias y similitudes entre los sonidos humanos y los creados electrónicamente.

En Von Oswald la creación de atmósferas también puede tener un ingrediente opresivo, con unos crescendos en donde se van sumando capas sonoras de forma imparable, como en una pieza titulada 'Colpo', aunque si algo queda de lo oído ayer es que la máquina y el humano pueden intercambiar papeles de forma convincente y hasta fascinante.

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