El MNAC no tira la toalla. Pese a la sentencia inapelable del Tribunal Supremo que le condena a devolver las pinturas murales al monasterio de Sijena, el museo hará todo lo que está en sus manos para que la obra se quede en Barcelona. En su primera comparecencia pública desde que se conociera la resolución judicial, su director Pepe Serra ha insistido en la “incapacidad técnica de cumplir con la sentencia sin someter la obra a un alto riesgo de daños”. Y esta es la razón por la que, asegura, el patronato del museo ha decidido agotar la vía legal y, una vez se tramite la orden de ejecución forzosa, que el Gobierno de Aragón solicitó a la juez, presentarán un escrito de oposición adjuntando nuevos informes técnicos y científicos que desaconsejan el traslado, y que han sido elaborados tanto por especialistas del MNAC como por reputados expertos internacionales, como la presidenta del Comité Científico Internacional de Pintura Mural de Icomos Simona Sajeva, que ya en 2016 firmó un informe en el que concluía que “el traslado resulta imposible de realizar sin dañar irremediablemente y de manera objetiva las pinturas”.
Defender que no es posible hacer el traslado a causa de la fragilidad de las pinturas no es una simple opinión o una intuición, asegura Serra. “Tampoco una táctica dilatoria para ganar tiempo no una trampa para no cumplir la sentencia”, sino un hecho “avalado científicamente”. “No vale decir por la tele que sí se puede, lo importante es hacer informes, firmarlos y aceptar responsabilidades”, señala. Por parte del MNAC, avanza, es lo que harán los especialistas que forman el grupo de trabajo formado por su jefa de conservación, Carme Ramells, y expertos en la materia nombrados por la Generalitat de Catalunya, el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Barcelona.
Comparar Sijena con los mármoles del Partenón es “frívolo e irresponsable”, dice en alusión a Borja-Villel”
“Es un lío nada agradable y la nuestra es la posición más incómoda”, señala Serra, que como director de la institución se enfrenta a la encrucijada de cometer el posible delito de no preservar un Bien de Interés Cultural o desacatar la sentencia. Descartada la segunda, lo cierto es que, argumenta, “vivimos una tríada muy perversa, porque el museo es el culpable, el que ha de cumplir la condena, el que ha de preservar el bien y al mismo tiempo proteger jurídicamente a sus equipos”. En este sentido, los informes técnicos que presentarán ante el juzgado tienen también el objetivo de salvaguardar al personal del museo que, en última instancia, será el que deberá desmontar y restituir las obras a la sala capitular de Sijena. En caso de que sufran daños, “podremos demostrar que habíamos advertido del riesgo, por lo que nuestros especialistas quedarían exonerados”. Pero es que además, añade, es imposible trazar un plan de traslado sin conocer las condiciones del lugar de destino. “No sabemos nada”, asegura. “No tenemos ni idea de cómo quieren reinstalarla y nuestra responsabilidad también es garantizar su futuro”.
Serra ha querido también recuperar el relato de la historia de las pinturas de Sijena. “Y quiero ser contundente: en ningún caso se puede hablar de expolio ni nada parecido. Fue un rescate patrimonial en tiempos de guerra, en circunstancias difíciles, en un contexto en el que no se pueden tomar decisiones de forma ordenada ni colegiada. Y desde aquí se restaura y se conserva, poniéndola en valor y haciéndola accesible a un público universal. Y eso es fundamental, porque sin ese rescate hoy no estaríamos hablando de estas pinturas porque no existirían”.
En este sentido, calificó de “frívolas e irresponsables” unas declaraciones de Manuel Borja-Villel en las que señalaba que el MNAC estaba utilizando los mismos argumentos que el British Museum para no devolver los mármoles del Partenón.
¿Dimisión? “En las crisis solo saltan del barco las ratas?”
El director admite que el MNAC está viviendo una de las crisis más profundas de su historia, con fricciones e injerencias políticas (aunque él dice que no le constan estas últimas) y que en los últimos días hicieron correr el rumor de una dimisión inminente. “En un momento de crisis como este, saltar del barco es de ratas”, ataja. “Tengo ya unas cuantas cicatrices, soy miembro honorífico del Hospital Clínic y no me viene de algunas más. Pero también es verdad que cuando estás en un puesto como este te levantas cada día como si fuera el último. Siempre ha sido así”. No obstante, remarca su satisfacción por el hecho de que el patronato del museo, en el que están representadas, entre otras, las tres instituciones (Ministerio de Cultura, Generalitat y Ayuntamiento) se haya llegado a un acuerdo para presentar el escrito de oposición.


