“Es como verle la cara a tu hijo por primera vez”, comenta Estrella Morente (Granada, 1980) durante un encuentro en Madrid, ante la perspectiva del lanzamiento de su nuevo disco en Barcelona. No se trata del estreno oficial —está previsto para el 9 de octubre, en el Teatro Real de Madrid—, sino de un abreboca, una pequeña degustación, un aperitivo para palpar la reacción del público en la distancia corta. Será el próximo martes, 8 de julio, cuando la artista, hija primogénita del mítico cantaor Enrique Morente y de la bailaora Aurora Carbonell, tendrá el primer encuentro con el respetable en una actuación al aire libre en la finca vinícola de Can Reon (Tiana), que a su vez dará el pistoletazo de salida al ciclo de conciertos Tres días de jazz (del 9 al 11 de julio). La acompañarán, entre otros, dos colaboradores de cabecera de los Rolling Stones: Chanel Haynes (corista) y Tim Ries (saxo).
¿Tenemos título para el disco?
Queda un par de dudas porque en ningún momento querría que se me malinterpretara. El título juega con la palabra “estrella2. Desde mí, porque así me llamo, hacia las estrellas de verdad, las que brillan en el firmamento del jazz.
Las grandes divas.
Prefiero llamarlas geniales. Me apetece homenajear a todas esas grandes mujeres, con historias arrolladoras detrás, que nos ha regalado la historia de la música.
Deme un par de nombres.
Nina Simone, Aretha Franklin, Ella Fitzgerald… También, Chavela Vargas; por ahí va la cosa. Son mujeres muy castigadas socialmente por su raza o bien, en algún caso, por su condición sexual. Supieron convertir toda la presión en música, magia e historias. De eso va el disco.
La puesta de largo, en el Real de Madrid.
Sí, será hermoso. Pero no podemos olvidar que todo esto viene de una cuna negra, oscura, profunda. Tanto el flamenco como el jazz proceden de los suburbios, de las raíces de la tierra. Es por ello por lo que me apetece darlo a conocer primero entre amigos y familiares, en lugares como un club de jazz, donde haya menos tensión. Pequeñas jam sessions antes de subirme al Teatro Real.
Inicios
“Desde niña me ha gustado jugar
a ser cantante de jazz”
Si en el espectáculo con la OCO Band experimentó con el rock, ahora, en el nuevo disco, fusiona el flamenco con el jazz.
Es una búsqueda. Más que fusión de jazz, prefiero llamarla “infusión”. He tratado de adentrarme en un mundo que desde siempre me ha apasionado, con el que he tenido mucho vínculo desde niña. De hecho, Barcelona tiene mucho que ver con el desarrollo de mi pasión por el jazz.
Morente, su padre, hizo grandes trabajos jazzísticos.
Sí, estuvo muy vinculado con el Taller de Músics; por ahí hemos pasado todos. Por así decirlo, yo me he criado, entre comillas, en el Taller de Músics, con el tito Luis Cabrera. Desde chica he jugado mucho a ser cantante de jazz.
Desde luego, la experimentación la ha mamado en casa.
Gracias a una iniciativa del Taller de Músics, mi padre pudo trabajar con Max Roach, uno de los mejores baterías de jazz, uno de los músicos más especiales que he conocido en mi vida.
De eso hace treinta y pico años.
Fue en 1992, en la Bienal de Flamenco de Sevilla, y creo que nadie entendió nada… Con Max y toda su banda. Eso conllevó una convivencia, una relación, un intercambio de sensaciones y colores que nos marcaron. Yo era pequeña, un mico, y aún recuerdo el cortijo en Las Navezuelas (Cazalla de la Sierra, Sevilla), donde nos reunimos todos para preparar el concierto. Me acuerdo de uno –lo llamábamos Cabeza de bombilla– que tocaba el trombón… No recuerdo su nombre y debería, porque nunca he podido olvidar ese sonido, ese metal mezclado con las palmas y la guitarra flamenca.
Morente fue un genio.
Gracias; yo también lo pienso. Creo que la gente no es todavía consciente del trabajo que mi padre hizo con el jazz. Sonó mucho su experimentación con el rock, el disco Omega, que hizo con Lagartija Nick. Pero no tanto otros tanteos: con Las Voces Búlgaras; los trabajos sacros, a través de la misa flamenca; cantar a San Juan de la Cruz…
Volvamos a su disco.
Llego a él con mucho respeto e ilusión. No tengo necesidad de aflamencar lo que hago, porque me sale de forma natural. Yo soy flamenca. Mire, si me bebo este vaso de agua, no necesito decir “ole con el agua, que si p’aquí, que si pallá”. Pues, de esa misma manera me marco este disco de jazz, del que tenía tantas ganas. Con un elenco brutal.
Reconocimiento
“Creo que la gente no es todavía consciente del trabajo que mi padre hizo con el jazz”
La OCO Band.
La experiencia con ellos ha sido un antes y un después en mi vida, como persona y como música. Por el hecho de compartir escenario con más de 23 artistas a diario, a veces en pases dobles, por la tarde y por la noche, con 23 energías diferentes, cada uno con su movida, y contando con que muchos de ellos no hablaban siquiera español. He sido una más entre toda la compañía. Una experiencia de mucha tensión, que ha requerido mucha disciplina por parte de todos.
Difícil entre artistas.
Es lo más parecido que he hecho a un musical. Vivir todo esto me ha moldeado como si fuera barro. También ha sido una cura, no de humildad –la sencillez, los pies en el suelo, han estado siempre muy presentes en mi casa–, pero sí de bregar con otras cuestiones. Me he pulido; he aprendido mucho.
El martes, compartirá escenario con Tim Ries.
Escuchar ese saxo, ese clarinete, es un privilegio. Créame que, en el espectáculo OCO The Show, cada vez que yo salía por el patio de butacas a cantar Aleluya, su música se escapaba de la versión que mi padre hizo de Leonard Cohen. Se alejaba incluso de la fusión flamenco–jazz. Iba mucho más allá.