Más de 180 tripulantes murieron a bordo del USS New Orleans, un buque de guerra estadounidense que quedó destrozado tras el impacto de un torpedo japonés en el Pacífico Sur durante la Segunda Guerra Mundial. Parte del barco se mantuvo a flote tras la explosión, pero la proa quedó seccionada y se perdió en el fondo del mar durante más de 80 años. Hasta ahora.
Los investigadores a bordo de la nave de exploración Nautilus, propiedad de una organización estadounidense sin ánimo de lucro llamada Ocean Exploration Trust (OET), descubrieron el pasado 7 de julio los restos de la embarcación destrozada en 1942 cerca de la isla de Guadalcanal.
Iron Bottom, en las Islas Salomón

Parte de la proa del USS New Orleans
Especialistas de la Universidad de New Hampshire estaban realizando operaciones de mapeo del fondo marino con un sonar en Iron Bottom Sound, en las Islas Salomón, a una profundidad de 675 metros. Más de 20.000 personas fallecieron en esta región y se perdieron hasta 111 buques de guerra y 1.450 aeronaves durante los cinco duros enfrentamientos entre agosto y diciembre de 1942.
Los restos de proa fueron encontrados por el buque de superficie sin tripulación (USV) que cartografiaba el fondo marino con un sonar, utilizando pulsos de sonido reflejados para estimar distancias. Cuando se observó la presencia del barco, mandaron un vehículo submarino operado a distancia (ROV) para explorar los restos.

El crucero pesado estadounidense logró mantenerse a flote pese al impacto del torpedo, que seccionó un tercio del barco
Cientos de especialistas de todo el mundo han trabajado para poder identificar al USS New Orleans. “El buque entero debería haberse hundido”, asegura en un comunicado el contralmirante retirado Samuel J. Cox, director del Comando de Historia y Patrimonio Naval.
“Los heroicos esfuerzos de su tripulación para controlar los daños hicieron que el crucero pesado pudiera seguir a flote a pesar de ser uno de los barcos estadounidenses más gravemente dañados durante la Segunda Guerra Mundial”, añade. Hasta la fecha, solo se han localizado 30 buques militares perdidos en las aguas profundas del estrecho Iron Bottom. Muchos otros permanecen sin descubrir.
La nave fue alcanzada por un torpedo “Long Lance”, el más grande y temible de la Segunda Guerra Mundial, durante la Batalla de Tassafaronga, que tuvo lugar cerca de Guadalcanal la noche del 30 de noviembre de 1942, cuando buques de guerra de la marina de Estados Unidos intentaron interceptar destructores japoneses que transportaban suministros a la isla.
El enfrentamiento naval tuvo lugar varios meses después del exitoso desembarco de marines y soldados estadounidenses en Guadalcanal, una importante base militar japonesa que finalmente fue capturada en febrero de 1943. Esta campaña militar fue la primera que los aliados lanzaron contra las fuerzas del Imperio de Japón.

Parte del ancla del crucero pesado estadounidense
La explosión por delante de la torreta n.º 2, detonando los depósitos de proa, desgarró casi un tercio del buque y el USS New Orleans comenzó a inundarse. Sin embargo, la embarcación resistió sobre el agua gracias a que los soldados realizaron un extraordinario control de daños. Esta decisión, aún así, les costó la vida a algunos marineros. Tres de ellos recibieron la Cruz de la Armada a título póstumo.
Una vez salvado el primer momento de peligro, el buque fue reparado temporalmente con un tronco de coco en un puerto cercano hasta que pudo regresar lentamente a Estados Unidos para su reparación definitiva. “Encontrar la proa es una oportunidad para recordar el sacrificio de esta valiente tripulación, incluso en una de las peores noches en la historia de la Marina de Estados Unidos”, concluye Cox.