James Hamilton: “El mal llegó al mundo por un proceso biológico evolutivo”

Entrevista

El cirujano digestivo chileno, y denunciante de los abusos del sacerdote Fernando Karadima, profundiza en las razones biológicas de la maldad humana en su libro 'Homo exul'

El médico chileno James Hamilton, autor del libre 'Homo exul'

El médico chileno James Hamilton, autor del libro 'Homo exul' 

Lorena Palavecino/Penguin Random House

James Hamilton (Santiago de Chile, 1965) aparece en la pantalla desde una oficina ordenada, rodeado de libros. En Santiago son las dos de la tarde, está nublado y hace frío, pero frente a la cámara eso no se nota: la luz natural lo ilumina de tal forma que parece un día soleado. La escena es una perfecta analogía del momento que atraviesa el cirujano chileno, quien, tras años de rehuir a una pregunta, un día –con más claridad– logró cuestionarse: “¿Por qué fui abusado?”.

En 2004, James Hamilton denunció por primera vez los abusos sexuales y psicológicos del sacerdote chileno Fernando Karadima. Tenía 17 años, y había ingresado hace poco a estudiar Medicina, cuando conoció al párroco en la acomodada parroquia El Bosque, en la capital chilena. El hombre se presentó como una figura paterna, ante un joven que cargaba con la ausencia de un padre homicida. Un padre que una noche de año nuevo, y mientras sus hijos se encontraban en la misma casa, asesinó de un disparo a la pareja de su madre.

En 2010, Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo hicieron públicos los abusos del eclesiástico cuando decidieron dar su testimonio ante la televisión chilena. Karadima fue expulsado de la iglesia en 2018, sin embargo, murió en 2021 sin haber pisado una cárcel. Y aunque la ley no le impuso un castigo, la historia lo condenó con un nombre que refleja sus violentos atropellos: El señor de los infiernos. Fue tal impacto del escándalo que, en 2019, todos los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile presentaron su renuncia al Papa Francisco, en un suceso histórico para la iglesia católica.

James Hamilton

El médico chileno James Hamilton, autor del libro 'Homo exul' 

Lorena Palavecino/Penguin Random House

En qué momento de la historia surge la maldad del ser humano es la pregunta que se hace James Hamilton en Homo exul (del sello Debate). Un libro en el que el médico chileno, y principal impulsor de la imprescriptibilidad de los delitos de abuso sexual contra menores de edad en Chile, transita entre la experiencia personal y el conocimiento científico para explicar el origen de la violencia en la humanidad. El autor plantea la existencia de un “hombre exiliado” que no sabe de cooperación con el prójimo. Una condición que afecta especialmente a los machos de la especie, por el efecto de la testosterona en el cuerpo masculino, y que surgió tras siglos de cambios climáticos, alimenticios y sociales que, además, son el origen de enfermedades como el alzhéimer. “El mal no llegó al mundo por una desobediencia. El mal llegó al mundo por un proceso biológico evolutivo”, asegura.

¿Tenemos todos un poco de homo exul?

Sí, yo creo que todos tenemos un poco de este hombre exiliado. Hay que considerar que esta es una situación que ha afectado particularmente al sexo masculino por el desarrollo neurobiológico. Los machos de la especie, a través de su cromosoma Y, codifican lo que se conoce como el receptor de andrógenos. Esto último es lo que nos masculiniza, lo que produce los cambios de género con el efecto de la testosterona. Ahora bien, si la testosterona circula y no existe ningún contrapeso a ella, los hombres de la especie nos transformamos en seres muy poco empáticos.

¿Cuál podría ser un contrapeso?

Son varios factores, pero principalmente es la producción de oxitocina. Eso, junto con el apego materno y el ejemplo del grupo o la tribu, modela el cerebro del macho para volver a su origen social, cooperativo, y que cuidaba de manera especial de la mujer y las crías. ¿Qué ocurrió? Especialmente en el hemisferio norte, en las zonas altas de Turquía, se produjo el período del Dryas Reciente, en el que se presume que hubo más de mil años de invierno. Eso significa que casi 25 generaciones tuvieron un trastorno traumático, biológico y mental, de una profundidad casi imposible de describir.

¿Cómo ese proceso evolutivo del ser humano termina por crear seres como Karadima?

En Homo exul,  trato de explicar que, en este proceso de alteración del medio ambiente, se produce un desbarajuste gigante en el desarrollo neurobiológico de los niños, lo que nos les permite desarrollar su cerebro y las áreas de la empatía. Se transforman en seres con ciertas características de enajenación, que no se identifican a sí mismos y no logran identificar al otro como prójimo. El personaje de Karadima calza perfectamente con esta persona que deja de ver al otro como un ser humano. Karadima es un reflejo de lo que nos está pasando a los machos de nuestra especie, que son los que causan más del 95% de los crímenes, de los asesinatos, de las guerras, de los abusos y de los genocidios. Por lo tanto, acá sí hay un problema de género.

La persona abusada fue víctima y el abusador es un criminal. Es importante que entiendan, primero, que no somos los culpables.

¿Las razones evolutivas eximen de responsabilidad a los abusadores?

La responsabilidad o culpa va muy de la mano de la inteligencia. La falta de empatía no daña el discernimiento. Y tú perfectamente puedes saber lo que daña o lo que no daña. Hay gente que quizás no tenga empatía, pero es tremendamente constructiva para la sociedad. Hoy en día tenemos un serio problema de empatía y de conexión. Es una tremenda desgracia de la humanidad.

Durante muchos años usted dijo sentir culpa por haber sido abusado. ¿Encontrar una explicación científica calmó ese sentimiento?

Es muy importante que en esta tragedia griega, se puedan reubicar los roles. La persona abusada fue víctima y el abusador es un criminal. Es importante que entiendan, primero, que no somos los culpables. Eso es clave. Lo segundo, es que esto no es personal. ¿En qué sentido? En que a cualquiera le podría haber pasado lo mismo. No estamos dañados. ¿Qué piensa el abusado? Que tenemos un daño intrínseco que nos lleva a estar en esa situación. Eso es falso.

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Usted critica la incapacidad política de hacer cambios, a raíz de una “corrupción del poder”.

Es así. Me preguntaba lo mismo por la Iglesia, sobre todo con el nuevo Papa. ¿El nuevo Papa va a cambiar la Iglesia? No. Salvo que incorpore a la mujer a todo nivel, desde sacerdotisas hasta Papas. Ninguna institución dominada por hombres va a ser humana. Están deshumanizadas y van a abusar del poder. Todo poder que no está al servicio, es un poder corrupto.

¿Sigue considerando a la Iglesia una de las instituciones más peligrosas para la infancia?

La Iglesia sigue utilizando los mismos ingredientes. ¿Cómo va a cambiar la sopa si los ingredientes son los mismos? La Iglesia no tiene que hablar de conceptos tan banales, clericales, eso es basura. Lo que se tiene que hablar es cómo transformar a la Iglesia en una tribu.

El Papa Francisco es recordado como quien cambió la postura del Vaticano frente a los abusos eclesiásticos. Cuando se reunió con él en 2018, ¿sintió que había una verdadera intención de cambio?

Francisco, como sacerdote, obispo y cardenal, sin duda que en su vida tiene que haber confesado a más de algún cura abusador. Eso sí, yo creo que él no se dio cuenta hasta que fue forzado en Chile por una periodista a que diera la cara. Nosotros le pedimos entrevista en Chile y nos la negó. Yo pienso que fue muy astuto al invitarnos a Roma. Fue un efecto de marketing impresionante. Creo que hubo real intención de cambio, pero si los ingredientes de la sopa siguen siendo los mismos, es difícil que la sopa sea otra. Si seguimos esperando soluciones mágicas de dioses que se aparecen, vamos a sucumbir como especie.

Usted sigue siendo un hombre de fe. ¿Cómo se reconcilió con la figura de Dios, luego que algunos lo ocuparan como pretexto para herirlo?

En parte tú me contestas esta pregunta, porque la ocupan. El Dios verdadero es el Dios de la belleza, de los colores, de las flores, de la armonía, del amor... Ese es el verdadero Dios, y el Dios que de alguna manera permite que cada uno de nosotros viva.

La dedicatoria de su libro dice que usted es un vaso roto que ya no derrama. ¿Este trabajo fue el final de la reconstrucción de ese vaso?

No, es parte del proceso. Posiblemente mi jarrón ya no derrama, pero quizás le falta toda la parte superior. A uno la vida lo fractura, pero pienso que parte de la misión de un ser humano es reconstruir este jarrón en comunidad.

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