En la iglesia de Sant Genís de Torroella de Montgrí se apareció este jueves el espíritu funky del rey Joan I de Aragón, conde de Barcelona y rey de Mallorca, Valencia y Cerdeña, quien fue un desastre como monarca pero un gran gestor cultural y musical. Lo explicaba a este diario Guillermo Pérez, fundador del conjunto Tasto Solo de música medieval y renacentista, antes de dar un magnífico concierto en la nave gótica de Torroella.
Joan I se comportaba como el presidente insaciable de un equipo de fútbol: si se oía hablar de un arpista increíble, lo quería ya
“Su pasión por la música le llevaba a tener una red de ojeadores por Europa, y se comportaba como el presidente insaciable de un equipo de fútbol: si se oía hablar de un arpista increíble, él lo quería allí inmediatamente. No importaba que ya hubiera fichado al mejor: a este lo transferiría; escribiría a su hermano, Martí I L’Humà, y le pediría que lo contratara”.

Concierto de Tasto Solo en la iglesia de Sant Genís, en el marco del Festival de Torroella de Montgrí
Las cartas que se conservan en el Archivo Real de la Corona de Aragón dejan boquiabierto. Joan I lo controlaba todo personalmente en lo que a su capilla y corte se refería, hasta si se tenían que encargar vestuario o unas cuerdas que se habían roto, como sucedió este jueves en Torroella, debido a la humedad en la iglesia. Y, desde el día en que, hace dos décadas, Guillermo Pérez descubrió que había instrumentos de teclado previos al renacimiento, no ha parado de indagar en ese patrimonio.
Un proyecto fascinante que, curiosamente, y como suele suceder cuando se trata de la Corona catalanoaragonesa, ha despertado más interés en plazas de Alemania o Francia que en las ibéricas, donde ese concepto se considera una invención para reescribir la historia con fines nacionalistas o identitarios catalanes. No importa que el condado de Barcelona tuviera una relación de igual a igual con la Corona de Aragón, ni que, como es el caso, Joan I residiera la mayor parte de su vida en Barcelona.
El Ars subtilior era un “medieval rococó” que se cultivó en la francófila Corte de Joan I a finales de s. XIV, un Ars nova francés evolucionado y de más complejidad rítmica
Si en la última Semana de Música Religiosa de Cuenca, Tasto Solo mostró un programa sobre los orígenes de la polifonía, ahora propone ese Ars subtilior (Arte más sutil), la música de vanguardia que se cultivó en la muy francófila Corte de Joan I a finales de siglo XIV -dura hasta inicios del XV- y que era una evolución del Ars nova francés pero con más complejidad rítmica y notacional. “Un medieval rococó –apunta Pérez–, dopado, en el que todo está más subido, tiene más volumen”.

La mezzosoprano Anne-Katryn Olsen con Guillermo Pérez
El estreno tuvo lugar en el Konzerthaus de Viena y ha recalado también en festivales como el de Utrecht. Sin embargo, aún no se había estrenado en Catalunya y España. “En Europa, un proyecto de recuperación de patrimonio como este te lo compran por todas partes, pero aquí no es el caso. Hay países que tienen más tradición de estar en contacto con su propia historia, pero aquí ni siquiera hemos recibido respuesta de L’Auditori de Barcelona cuando se lo hemos propuesto. Al parecer, el lugar al que pertenece ese patrimonio musical es el menos interesado”, apunta Pérez.
Hay países que están más en contacto con su propia historia, pero aquí ni siquiera hemos recibido respuesta de L’Auditori de Barcelona”
Este es un proyecto en el que el fundador de Tasto Solo lleva lustros trabajando, dada la gran cantidad de información conservada sobre el reinado de Joan I en el Archivo Real. “Es un material que hemos ido utilizando en diversos formatos. En 2010 lo presentamos en formación de dúo o trío, leyendo parte de estas cartas y de la documentación, que además es de muy fácil comprensión. Ahora, en 2022-23, quise desarrollarlo con más instrumentos y voces, sobre todo la parte del Ars subtilior, música muy refinada y que sorprendentemente solo se da durante una periodo de 20 o 30 años. Luego desapareció”.
¿Por qué razón desapareció? Probablemente porque era un momento de cambio radical en el modo de hacer música. En aquel momento se producía el pasaje de la música medieval a la renacentista.
Torroella se elevó, así, con obras de Jacomí de Senleches, Jean Robert Trebor, Philippe Vitry o Franciscus Andrieu, todo ello en las voces de la soprano Anne-Kathryn Olsen, la mezzo Marine Fribourg y el tenor Víctor Sordo, que se sumaban a un conjunto con dos fídulas, un arpa gótica y el clavisimbalum o el organetto desde los que dirigía Pérez.