Una familia neolítica fue masacrada, desollada, descarnada, desarticulada, fracturada, cocinada y devorada en una cueva de la península Ibérica hace 5.600 años. Al menos 11 personas -entre las que había adultos, adolescentes y también niños- murieron durante un sangriento suceso en la cueva de El Mirador, en el extremo sur de la sierra de Atapuerca.
Los investigadores del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes) consideran que el evento formó parte de un episodio de canibalismo bélico dentro de un conflicto entre distintas comunidades de la zona, según explican en un artículo publicado en la revista Scientific Reports.
Cortes, fracturas y mordeduras humanas

Los individuos fueron despellejados, descarnados, desarticulados, fracturados, cocinados y finalmente consumidos
Los huesos encontrados en la cueva presentaban marcas de cortes, fracturas para la extracción de la médula ósea, signos de haber sido hervidos y mordeduras humanas. El macabro suceso ocurrió en un corto período de tiempo, posiblemente en pocos días, durante la fase final de la ocupación neolítica de la cueva, cuando la agricultura y la ganadería se volvieron más comunes en el norte de la península.
“Esto no fue una tradición funeraria ni una respuesta a una hambruna extrema”, asegura Francesc Marginedas, coautor del estudio. “Las evidencias apuntan a un episodio violento, dada la rapidez con la que se desarrolló, posiblemente resultado de un conflicto entre comunidades agrícolas vecinas”, añade.

En la cueva ya se habían encontrado otros restos humanos canibalizados, pero eran de la Edad del Bronce temprana
Esta no es la primera vez que los arqueólogos encuentran evidencias de canibalismo en la cueva de El Mirador. A principios de la década de 2000, descubrieron los restos de seis individuos con marcas similares a las de este estudio, aunque eran más recientes, de hace entre 4.600 y 4.100 años (en plena Edad del Bronce temprana).
Los análisis por radiocarbono de los restos encontrados recientemente les atribuyen una antigüedad de entre 5.709 y 5.573 años. Un estudio químico determinó, además, que eran propios de la sierra burgalesa y fueron sacrificados en un corto período de tiempo.
Las víctimas tenían edades comprendidas entre menores de 7 y mayores de 50 años, y probablemente pertenecían a una familia nuclear o extensa, según indican los autores del estudio. En Neolítico, añaden los expertos, estuvo marcado por el conflicto y la inestabilidad a medida que Europa pasaba de la recolección a la agricultura.
“El conflicto y el desarrollo de estrategias para gestionarlo y prevenirlo son parte de la naturaleza humana”, asegura Antonio Rodríguez-Hidalgo, arqueólogo del Instituto de Arqueología de Mérida y coautor del estudio.

Parte de los restos óseos de una familia neolítica hallados en la cueva
“Los registros etnográficos y arqueológicos muestran que incluso en las sociedades menos estratificadas y de pequeña escala, pueden ocurrir episodios violentos en los que los enemigos podrían ser consumidos como forma de eliminación definitiva”, concluye.
El estudio liderado por la doctora Palmira Saladié, de la Universitat Rovira i Virgili, forma parte de un proyecto interdisciplinar sobre antropología forense, prácticas funerarias y violencia prehistórica desarrollado como línea de investigación del proyecto de Atapuerca, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.