No hay enemigo, ni está el mar delante. Tampoco Salma El Moumni (1999, Marruecos) se encuentra en Marruecos. La escritora sitúa allí su primera novela Adiós,Tánger (Sextopiso), donde la protagonista, Alia, fotografía un cuerpo que no quiere, el suyo, donde hay un espejo que no cuenta todo lo que debe y donde el enemigo no se observa desde el estrecho de Gibraltar pero sí desde casa a través de la pantalla del móvil. Cuando unas fotos íntimas de Alia se filtran en internet, ella debe huir a Lyon para evitar represalias y tener que enfrentarse a la vergüenza.
¿Cómo hablar de un hecho que, tal y como apunta en sus páginas, podría haber derivado en suicidio?
Alia nunca piensa en suicidarse. Su objetivo es el de huir de Tánger porque se avergüenza de las fotografías que se hizo, y que circulan por las redes.
En la cámara del móvil, Alia se ve bien, pero en cambio, en la realidad y en el espejo no. ¿Qué papel juega el tipo de cámara en la disforia con su cuerpo?
Es una cuestión de temporalidad porque cuando te ves en el espejo es en ese momento exacto en el que te ves y comprendes lo que ves. La cámara, sin embargo, tiene la ventaja de que hay un espacio de tiempo entre el momento en el que haces la foto y en el que te ves. Eso ayuda a Alia porque se puede ver a sí misma como a otra. Cuando se saca fotos delante de un espejo hace las fotografías no para verse a ella, si no para intentar ver lo que los hombres ven en ella.
Salma en el interior de la librería
¿Qué tan autobiográfica es la novela?
Tánger y Lyon son ciudades grandes que en el libro toman especial relevancia porque son también personajes de la novela. La relación de la protagonista con las ciudades estuvo inspirada en mi propia experiencia con esas dos ciudades. Era importante personificar ciudades reales donde hubiese vivido para tener las sensaciones correctas al escribir la historia.
¿Cuál fue su proceso creación?
Nunca tuve la intención de escribir una novela. Después de estar unos meses escribiendo sobre Alia fue cuando me di cuenta que tenía material para escribir un libro. No fui a clases de escritura. Lo escribí desde casa. Me llevó mucho tiempo, tres o cuatro años, porque lo escribí por partes. Lo empecé uno o dos años antes del Covid.
¿Por qué no aparece el nombre de Alia hasta mitad de la novela?
Es cierto que no dar su nombre al principio puede crear confusión. ¿Es el autor o el propio lector? Utilizar el pronombre ‘yo’ puede hacer sentir al lector como el verdadero protagonista, y eso me resultaba interesante.
Una de las frases de la novela es un verso de una canción que dice: “Tienes al mar delante y al enemigo detrás”.... ¿Cuál es el rol del Mediterráneo en la trama?
Este fragmento es de un libro que narra la leyenda de un hombre que fue un soldado en Marruecos. Ese mismo hombre fue el mismo que nombró muchos sitios en Tánger. Para los marroquíes es un referente. Yo crecí con esa frase. El mar es también lo que separa a Alia de lo que ella ve al otro lado. Desde Tánger ves España cada día. Hay una cercanía con Europa, pero al mismo tiempo, una enorme lejanía, un mundo que nos separa
Siempre tienes que traicionar la realidad para escribir. No tienes opción”
Sexo, desnudos, machismo…¿Cómo hablar de tabúes sin caer en un tabú?
Precisamente por eso es por lo que escribo en francés. Hay preguntas, tópicos que no puedo pensarlos en árabe. La intimidad y el sexo siguen siendo temas demasiado tabúes cuando escribo en esa lengua. La novela trata de tabúes, pero no la hice para provocar o subvertir. La creé porque verdaderamente pienso que necesitamos voces en mi país que traten esos tópicos, aunque no sea sencillo para mí hacerlo.
¿La bisexualidad de la protagonista es uno de esos tabúes?
Alia intenta encontrar más confianza con Safia, su amiga. Se la encuentra otra vez, después de años, y sigue habiendo toda esa esperanza en ella. Pero Safia no le entiende y pierden el contacto porque es más sencillo estar solo que sentir que estás solo en tu sufrimiento. Creo que le tiene miedo a las mujeres porque también las respeta mucho.
El artículo 483 del Código Penal de Marruecos, que castiga los actos considerados “atentado al pudor” o “actos indecentes en público” aparece reiteradamente en la novela…
Sí. En Marruecos no tenemos normas que castiguen exclusivamente a las mujeres. Se trata de una ley para hombres y para mujeres, pero es realmente muy interesante porque las mujeres no lo sufren del mismo modo. Lo que la ley no dice específicamente, sí que lo hace la cultura siendo mucho más vehemente con las mujeres.
La escritora posando para la presentación de 'Adiós, Tánger'
¿Cómo afecta el trauma generacional a Alia? Especialmente, en su relación con su padre.
El padre es el primer hombre que conoce y es quien marca su relación con los hombres durante el resto de su vida. Es también el primero que la rechaza a ella y a su feminidad. Le da pie a que se sienta avergonzada de su cuerpo y deseos. Es distante y casi nunca está. Y cuando está Alia le teme mucho.
Pero nunca renuncia a que el padre la quiera.
Es una novela también de reconciliación con el padre. Cuando eres un niño tu padre representa ser casi una divinidad, pero a medida que creces te das cuenta de que también es humano. Alia entiende que tampoco es fácil ser un hombre. Termina entendiendo el silencio del padre y de donde le viene.
En la novela se dice que para Quentin, uno de los chicos con los que está Alia, Tánger es un paréntesis para él. Para ella, en cambio, es una prisión. Para usted, Tánger qué es más, ¿un paréntesis o una prisión?
Para mí es solo mi ciudad, mi casa. Hay veces que como a adolescente tu casa es una prisión. La odias y quieres algo distinto. Para Alia, en cambio, tiene que ver con la nostalgia. Cuando estás forzada a abandonar un lugar lo recreas constantemente en tu cabeza. Caes en el truco de la idealización porque la realidad de la ciudad que te imaginas no tiene nada que ver. Todo el libro es un ejercicio de imaginación constante con un punto positivo al final porque ella se confronta con la realidad y eso le permite avanzar. Vuelve a encontrar al chico del que estuvo enamorada, pero no es el mismo. Se da cuenta que el Tánger que existió no volverá a existir más.
Salma El Moumni, autora de 'Adiós, Tánger'
Alia vive la escritura como una infidelidad, ¿usted también lo hace?
Cuando escribo hay algo de infidelidad. Es terrorífico escribir porque sientes que estás traicionando a tu gente, a tu país. Escribo en francés y también estoy traicionando mi propia lengua. Siempre tienes que traicionar la realidad para escribir. No tienes opción.
Trasladando la trama a la escena actual, ¿qué hubiera hecho Alia si se hubiera tomado esas fotografías?
No tendría redes sociales. Como mujer es muy complejo salir a la calle y estar permanentemente observada. El libro tiene que ver con la representación. Siempre estamos por la calle y tenemos que representarnos, estar de algún modo decentes y tener que sonreír y ser educadas. Y luego tener que mostrar una vida de ensueño en el teléfono. Es imposible.
