Niño de Elche y Abdullah Miniawy: alucinante improvisación vocal

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El “exflamenco” y el poeta y cantante deslumbran con su actuación en Torroella de Montgrí

FESTIVAL TORROELLA - NIÑO DE ELCHE - ABDULLAH MINIAWY (20-08-2025)08

Niño de Elche y Abdullah Miniawy durante su actuación en el Festival de Torroella

Roger Lleixà

El Festival de Torroella de Montgrí acogió este miércoles la reunión de dos heterodoxos de aúpa. Por un lado, Francisco Contreras, Niño de Elche para el arte, el autodenominado exflamenco que se ha afianzado como uno de los grandes renovadores del género. Del otro, Abdullah Miniawy, poeta y cantante egipcio que, siendo aún muy joven, tuvo que exiliarse a Francia en 2011 debido a su apoyo a la primavera árabe .

Después de la participación del Niño en un tema del último disco de Miniawy, donde jugaban con la interacción entre lo sufí y lo flamenco, ambos han emprendido este proyecto fraguado a dos voces, que llegaba al Empordà tras un bolo previo en Francia. Y es bonito que fuera tanta la expectativa generada entre los aficionados. Los organizadores del festival se vieron impulsados a convocar un segundo pase, bendecido también con un sold out .

Sin instrumentos a la vista ni enlatados, arrebataron desde el minuto uno en medio de la iglesia de Sant Genís

Sin instrumentos a la vista ni enlatados, y con solo dos banquetas dispuestas en medio de la nave de la iglesia de Sant Genís, arrebataron desde el minuto uno. Los artistas aparecieron ante el público congregado, unas 250 personas en aquel primer pase, disparando onomatopeyas, cual gotas sonoras de tañido mutante gracias a la reverberación del templo. A partir de aquí, Niño de Elche y Abdullah Miniawy iniciaron una deslumbrante, o directamente alucinante, improvisación vocal que se alargó por espacio de una hora. 

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Viaje sin mapas, paisaje oscilante engrandecido por la diferencia entre los timbres de ambos cantantes, más profundo el del primero y puntiagudo el del otro. Alternándose en protagonismo vocal mientras el compañero escribía atractivos contrapuntos, con palabra cantada y recitada, grito y silencio, desplegaron un sugerente y vasto abanico de recursos vocales. Una exhibición de facultades realmente impactante desde el punto de vista técnico, pero aún más en cuanto a las emociones que se iban dibujando, que al fin y al cabo son lo importante en estos asuntos.

Más de dos veces, las evoluciones de Miniawy tomaron una senda mística, como las de Contreras cuando evocó el Prefacio a la malagueña de El Mellizo ; y también ambos invocaron entre más coordenadas el dolor, terrible y atractivo a un tiempo, como en los versos, basados en el Salmo 21 de Ernesto Cardenal, declamados por el flamenco: “ Grito pidiendo morfina y nadie me oye / grito en la sala de enfermos mentales y nadie me oye/ grito en la sala de enfermos incurables (...) / lloro en la estación de policía, en el patio del presidio”.

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