Es agosto y en gran parte de España hace un calor abrasador. Sin embargo, Arnaldur Indridason (Reikiavik, 1961) ya está pensando en el frío islandés que soportará las próximas Navidades. “De corazón lo digo, no sé como la gente viaja a Islandia”, confiesa. Pero, en cuanto la cafeína que acaba de meter en su cuerpo hace efecto, ve todo más claro: “Son los paisajes, yo lo sé. Y puede que también los libros, ahora que cada vez hay más traducciones”. Cuenta a La Vanguardia que tiene las Navidades en mente porque son “el mejor momento para leer”. Es por eso que hace años que decidió que cada 1 de noviembre publicaría un nuevo libro, para que todos sus lectores puedan disfrutarlo durante el Jólabókaflóð, la fiesta de lectura local, que consiste en pasarse la Nochebuena leyendo.
España podrá volver a disfrutar de novedad del autor del frío un poco antes, el próximo 1 de octubre, con La oscuridad lo sabe (RBA), la primera entrega de la serie del detective Konrad, aclamada en su país. Pero, para que la espera no se haga larga, aprovecha para hablar del último libro que hasta la fecha se ha traducido al castellano: El Rey y el relojero, que le llevó a visitar Barcelona, una ciudad que ha recorrido en más de una ocasión no solo por motivos laborales, sino por su afición al golf.
Siglo XVIII
La novela se ambienta en una época en la que Islandia era gobernada con mano de hierro por la corona danesa
A más de uno puede que le sorprenda que esta no sea una de las novelas negras a las que tiene a su público acostumbrado, sino histórica. “Siempre me ha interesado la historia y el pasado, especialmente si encuentro un relato desconocido y un mensaje que pueda dar”. Y aquí lo hace: la censura.
Este thriller histórico se ambienta en el Copenhague del siglo XVIII, donde un relojero de origen islandés repara un reloj astronómico de varios siglos de antigüedad que existe y que hoy en día se puede ver en el ayuntamiento de la ciudad. El artilugio es del monarca Cristian VII quien, acusado de ser mentalmente inestable, ha sido apartado del trono por su propio hijo. Las charlas con el relojero es de lo poco que le queda, pero este no tiene algo alegre que contarle, pues le relata la trágica muerte de su padre, firmada precisamente por el Rey.
“Digo que aborda la censura porque el relojero es en todo momento muy consciente de lo que puede contar y lo que no ya que, si hace enfadar a su superior, este podría ejercer su despiadado poder y matarlo. Aún así, quiere contarle que su padre fue ejecutado de forma injusta por su culpa. No se quiere dejar lo que considera importante que la autoridad escuche”, justifica el autor, que admite que la postura del Rey le recuerda a la de Donald Trump, a quien tilda de “individuo inestable”.
“La paciencia es un don que no parece que practique y tanto Trump como otros gobernantes parece que promuevan las fake news. Llega un punto en el que ya no sabes que es verdad y que no. Nos cuentan lo que les conviene y parece que sea trabajo de la sociedad el ir filtrando. No son tiempos para fiarse de nadie”, sentencia.
La paciencia es un don que no parece que practique Donald Trump”
Si bien la conversación entre ambos es fruto de la imaginación de Indridason, cabe decir que las partes de la historia que suceden en Islandia se basan en documentación real. “Por aquel entonces, Islandia era gobernada con mano de hierro por la corona danesa. La represión era máxima y fuimos explotados hasta donde se podía llegar. Hubo mucha hambruna, catástrofes naturales, mal tiempo… las condiciones eran muy duras y sobrevivir se antojaba complicado. Con su narrativa, el relojero, y a la vez yo, intentamos explicar las condiciones de los islandeses y los problemas que teníamos bajo la autoridad danesa”, concluye.