La tele que incita a leer

La tele que incita a leer
Escritor y enigmista

Groucho Marx, en una de sus célebres frases entre el aforismo y la greguería, dijo: “La televisión me parece muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me voy y me pongo a leer un libro”. Este verano TV3 ha emitido las cuatro temporadas de The Durrells , una dramedia en inglés y en griego basada en la trilogía autobiográfica de Gerald Durrell. En plena década de 1930, Louisa Durrell, viuda y con serias dificultades económicas para criar a cuatro hijos, decide dejar Bournemouth y empezar de cero en la isla griega de Corfú. Los conflictos familiares se filtran a través de la fascinación del pequeño Gerry por los animales, mientras que el mayor, Larry, se empeña en forjarse una educación sentimental leyendo, escribiendo y viviendo. Los hermanos medianos, Margo y Leslie, lidian con el torbellino hormonal y su madre navega entre la maternidad y la soledad. La serie, de buena factura, corrobora la opinión de Groucho con un matiz: es doblemente educativa, porque se disfruta viéndola y, además, despierta ganas de leer. Para empezar, la trilogía autobiográfica de Gerald Durrell en la que se basa, que refleja la pasión zoológica de quien acabaría siendo el célebre “naturalista amateur” televisivo. Pero también incita a leer al hermano mayor, el escritor de la familia, que pasó a la historia de la literatura inglesa con El cuarteto de Alejandría ( Justine , Balthazar , Mountolive , Clea ), una tetralogía escrita a finales de los años cincuenta y narrada desde cuatro puntos de vista distintos.

La serie sobre los hermanos Durrell da la razón a Groucho Marx: la ves y te pones a leer

Son miradas complementarias que permiten una lectura conjunta. De la trilogía de Gerald se publicó un volumen cada diez años, con gran éxito: My family and other animals ( Mi familia y otros animales ) en 1956, Birds, beasts and relatives ( Aves, bestias y parientes ) en 1969 y The garden of the gods ( El jardín de los dioses ) en 1978. Son relatos con ese aire de aventura exótica que asociamos a los veranos azules de la infancia. En cambio, las novelas de Lawrence perpetúan los veranos verdes de la adolescencia y la juventud, sin renunciar en ningún momento ni a la aventura ni al exotismo. Larry, que en la serie publica su primera novela, Pied piper of lovers (1935), y conoce a Henry Miller, destacó en la exploración de la tortuosa vida amorosa de los personajes desde cierta experimentación formal. En Justine (1957), proyecta un libro con una sinopsis del argumento en la primera página: “Así podríamos prescindir de la articulación narrativa. Lo que seguiría sería el drama liberado de la molestia de la forma”. Tanto la trilogía de Gerry como el Cuarteto de Larry cuentan con múltiples traducciones al catalán y al castellano. La más reciente, la firmada por Lluís-Anton Baulenas para Proa en 2021. Groucho tenía razón: la televisión fomenta la lectura.

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