Alejandro Amenábar: “Mi película sobre Cervantes será un termómetro de la homofobia en España”

Entrevista

El director de cine estrena hoy en Toronto su última película, 'El cautivo'

CULTURA Alejandro Amenábar

Alejandro Amenábar, fotografiado esta semana en la redacción de La Vanguardia en Madrid

Dani Duch

Que Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 1972) haga una película sobre Miguel de Cervantes supone todo un acontecimiento. Tras haberse ocupado de Unamuno en Mientras dure la guerra (2019), ahora El cautivo –que se estrena hoy en el festival de Toronto, y el próximo viernes en las salas españolas– aborda los años de cautiverio del escritor en Argel.

¿De dónde surgió la idea?

Es una historia que me sugirió mi productor, Fernando Bovaira: “¿Por qué no echas un vistazo a los años de cautiverio de Miguel de Cervantes, ahí hay una historia llena de giros que parece una novela de Alejandro Dumas?”. Y me metí a investigar, siendo consciente de que es el autor de la novela más leída de todos los tiempos. Lo que despertó mi curiosidad era encontrar el alma de este personaje, más que hacer un biopic lleno de highlights, de titulares, de hechos históricos que él protagonizó, incluida, por supuesto, la batalla de Lepanto. Lo que me interesaba era desentrañar quién es el ser humano que se esconde detrás de la leyenda.

El espectador se pregunta qué parte es ficción, y qué parte son hechos comprobados.

Es muy legítimo como espectador, a mí me gusta saberlo. Cuando voy a ver una película, por ejemplo, de terror como Expediente Warren y me dicen ‘basado en hechos reales’, yo pienso ‘claro, sí, seguro’. El público, después de ver esta película, a toro pasado, investigando un poco más, se sorprenderá de la enorme base real que hay en ella. Cuando vuelve del cautiverio de Argel, ya se pone a escribir como si no hubiera un mañana. Se considera que esta experiencia traumática es lo que le empuja a escribir. Es muy fácil imaginar, para mí, como autor, que él desarrolla cuentos oralmente para animar o entretener o ayudar a escapar mentalmente a sus compañeros de prisión. Yo lo habría hecho. Yo, cuando estaba en el colegio, fui un contador de historias, lo que me gustaba era reunir gente a mi alrededor y contarles historias.

Objetivo

No quise un biopic con la batalla de Lepanto sino desentrañar al ser humano”

O sea, ¿ese Cervantes convertido en Sherezade existió?

Yo pongo cuatro niveles: lo probado o demostrado, lo probable, lo improbable y lo imposible. Esto forma parte de lo probable.

Vamos al tema del que más se va a hablar: Cervantes protagonizó varios intentos de fuga y no fue excesivamente castigado por ello. Usted apunta una impactante razón para ello.

Sí, nada menos que cuatro intentos de fuga. Milagrosamente, él escapa del castigo o de la ejecución, a pesar de haber sido el autor intelectual de los cuatro, la persona que asumió la responsabilidad. Una de las teorías, hay varias, es la de una posible relación de favor con Hasán Bajá, el gobernante de Argel, un personaje real que aparece en la película. Eso, unido a la documentada condición de homosexual –o bisexual– de Hasán Bajá, más la denuncia del dominico Blanco de Paz, compañero de cautiverio, que acusó a Cervantes de sodomía, es lo que me lleva a mí a desarrollar, desde la ficción, esta posible relación entre cautivo y captor.

Y se ocupa también de un duelo de juventud...

Hasta finales del siglo XIX, no se sabía por qué existía ese abismo entre el Cervantes que despunta como alumno de letras, y el Cervantes que encontramos al servicio del cardenal Acquaviva en Roma. Se halló el documento que explicaba que protagonizó un duelo en el recinto del antiguo Real Alcázar. Por desenvainar el arma allí le condenaron a perder la mano derecha y diez años de destierro, y ahí es cuando él desaparece. Lo que ya puedes catalogar como probable o improbable, aunque no imposible, son los motivos de ese duelo. Yo decidí elaborar una trama que tuviera que ver con el conflicto que plantea la película, un conflicto de naturaleza sexual.

¿Cree que, en pleno 2025, puede haber polémica por el tema de la sexualidad de Cervantes en el film?

La película, en ese sentido, va a actuar como un termómetro perfecto para saber hasta qué punto vivimos en una sociedad en la que las relaciones sexuales consentidas están normalizadas o hasta qué punto todavía prevalecen los prejuicios y, muy concretamente, la homofobia. Yo nunca he hecho, hasta ahora, una película con temática homosexual o incluyendo personajes homosexuales, pero he encontrado en esta historia un elemento que no quería obviar, sobre todo porque renunciar a él era renunciar a mí mismo. Yo he declarado mi homosexualidad desde hace muchísimos años, y sentía que si escondía el tema, de alguna manera estaba avergonzándome de mí mismo. Entiendo que, en el siglo XVI, eso fuera un problema. Por eso mismo Cervantes encarga la Información de Argel, testimonios elogiosos sobre su cautiverio, para poder volver sano y salvo a España.

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¿El casting cómo fue? ¿Tenía alguna idea física de cómo tenían que ser Cervantes o los secundarios?

El primer fake news que desvelas cuando empiezas a investigar sobre Cervantes es que, a pesar de todas las estatuas, todos los retratos que pueblan ciudades y pueblos, ninguno se corresponde necesariamente con la realidad. No hay ni un solo retrato acreditado de Cervantes, como sí los hay de Lope de Vega, Velázquez, Góngora, Quevedo... De Cervantes solo tenemos la descripción física que él hace de sí mismo en el prólogo a las Novelas ejemplares. Era un lienzo en blanco. Lo que sí era importante para mí era encontrar a alguien que reuniera el carisma, la luz, la fragilidad, el tesón, la candidez y, por supuesto, que te lo creyeras como el germen de un futuro gran contador de historias. Julio Peña fue uno más de un montón de actores jóvenes que exploramos. Yo quería una cara fresca, sobre todo para que ayudara a los espectadores a entrar en el personaje, que no estuvieran pendientes de un determinado actor. Julio no había demostrado hasta ahora todo su abanico interpretativo, pero es un tipo muy inteligente, muy intuitivo, alguien a quien quieres que le vaya bien.

El pasado habla del presente: el asalto al Capitolio es el de la Biblioteca de Alejandría”

¿Se siente cómodo revisitando episodios de la historia de españa? ¿Habrá más?

De niño, Historia era la asignatura que más me gustaba, junto con Lengua y Literatura. Luego llegó el cine y arrambló con todo. Por encima de todo, lo que busco son historias con minúscula, aunque a veces tenga que rebuscar en la historia con mayúsculas. Mirar atrás, aparte de aprender un montón de cosas, me ayuda a entenderme a mí mismo y a proyectar esas historias sobre el futuro. Ágora (2009) habla claramente sobre un futuro que ya tiene lugar, ahora es presente, un cambio de ciclo. El intento de asalto al mismísimo Capitolio en Washington a mí me conecta directamente con el asalto a la Biblioteca de Alejandría. Es decir, las películas sobre el pasado me ayudan a entender el futuro.

¿Qué hay en común entre Cervantes y usted?

Vuelco mucho de mí mismo en mis personajes. Paradójicamente, no me he sentido nunca llamado a hacer películas autobiográficas. En el caso de Cervantes, probablemente es el personaje en el que he volcado más de mí mismo, porque hablamos de alguien que cuenta historias, que le apasiona contar historias y que además anda con ciertos conflictos con su sexualidad, que hemos vivido todos los que nos declaramos homosexuales.

A nivel de presupuesto ¿dónde se sitúa esta obra suya?

La película ha costado 15 millones de euros. Mi película más cara hasta ahora fue Ágora, que costó 50. Mientras dure la guerra costó 7 millones y medio. Como en casi todas mis películas, hay que hacer recortes porque la libertad cuesta, esa libertad que persigue Cervantes y que es la que he perseguido yo siempre en mi carrera. Mis películas, quiero pensar, están optimizadas a nivel de producción, incluso parece que han costado más de lo que han costado.

En realidad, Cervantes es un personaje del que podría seguir haciendo películas, porque hay otros aspectos de su vida que no ha tocado...

Yo ahora mismo lo daría por cerrado. Curiosamente, esta historia la empecé a concebir, junto con Alejandro Hernández, como una serie. Y, en algún momento, sentí que le estábamos echando literalmente agua al buen vino. Y entonces decidí reconvertirla en formato de cine, de película, convertirla en un ente compacto y, así, más emocionante. Para mí ha sido la mayor lección de cómo el formato influye muchísimo en la obra artística.

Amenábar da instrucciones a Julio Peña durante el rodaje de 'El cautivo'

Amenábar da instrucciones a Julio Peña durante el rodaje de 'El cautivo'

Cedida

Cervantes, además de un gran escritor, es un símbolo nacional. ¿Eso le ha frenado o influido?

En algún momento llegó a convertirse en una losa. El protagonista, Julio Peña, hubo un momento en que me dijo: “Mira, este señor es verdad que va a acabar escribiendo la primera novela moderna, pero también comía, bebía, reía, meaba y cagaba. Vamos a alejarnos del mito y vamos a interpretar a un ser humano”. Y ese fue el momento en que el personaje empezó a cobrar realmente fuerza y altura.

Se hablará de las escenas eróticas, pero también hay escenas violentas, ¿cómo ha sido su planteamiento?

Supongo que la gente igual ni lo caza, pero hay una de las primeras escenas, cuando Cervantes asiste a la tortura y ejecución de un compañero preso, que se lo va describiendo al padre Sosa, que toma nota de todas las barbaridades que tienen lugar en la prisión... pues el planteamiento que hice fue exactamente el de Tesis (1996), donde vemos a Ana Torrent y Fele Martínez describiendo lo que ven en la pantalla, pero no vemos directamente lo que está pasando. Aquí hice exactamente lo mismo, puse la cámara sobre Julio y describimos, pero no vemos. Es decir, jugar la violencia siempre en el rostro de quién la ve, para mí, hace la película no solo más elegante sino más impactante.

Luego sí hay una escena muy bestia...

Supongo que se refiere a la escena de la oreja, quizá la más explícita de la película. Eso forma parte de lo acreditado, incluso que bebían agua para ayudar a tragar la oreja. Pensamos si incluirla o no, y al final decidimos que había que contar el horror en ese momento de la película, contarlo, no mostrarlo del todo.

¿Había permisos de paseo para los presos, como vemos en la película?

Sí, los presos salían, algunos podían ir al baño. Produce risa, pero realmente era como en los cómics de Disney, es decir, como los Golfos Apandadores, llevaban las argollas con la cadena. Se les dejaba salir, y podían interactuar con el mundo musulmán, incluso podían trabajar.

¿Las barberías eran tan interesantes como aparece en la película?

Sí, eso está acreditado también. Las partes traseras de las barberías funcionaban como lugares de encuentro donde se repartía alcohol, a pesar de que estaba prohibido en la cultura musulmana, y tenían encuentros homosexuales.

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