“Hay dos tipos de personas. Están quienes se ríen de las personas con discapacidad sin su consentimiento y esto está muy mal… caca. Y hay personas que se ríen junto a las personas con discapacidad. Esa es la verdadera inclusión”. No habían pasado ni quince minutos desde que el comediante chileno Luis (Lucho) Miranda subió al escenario del Festival de Viña del Mar -el más importante de Latinoamérica- cuando dejó claro el tono de su rutina. Irreverente y oscuro -como él mismo lo define-, su estilo no solo rompe tabúes en torno a la discapacidad, sino que convierte la risa en un espacio de inclusión.
Al nacer, Miranda tuvo una asfixia nasal de ocho minutos y una parálisis cerebral (tetraparesia) que le dejó un 70% de discapacidad física. Hoy, a sus 30 años, y tras su exitoso paso por Viña del Mar en el 2024, su carrera como humorista está plenamente consolidada. De contar chistes a un pequeño grupo de amigos en Vicuña -su ciudad natal, la misma que vio nacer a la premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral-, Miranda ya acumula más de 2,3 millones de seguidores en las redes sociales.
Su éxito lo ha llevado a presentarse en distintos países latinoamericanos como Panamá, Costa Rica y Argentina, y ahora también al otro lado del Atlántico. Este septiembre comenzó su primera gira española con su espectáculo Abriendo las manos. El tour empezó este viernes en el Teatro Borrás de Barcelona, y continuará en Madrid y Valencia. “Sé que el público español es muy ‘prendido’ y directo. Espero que les guste mucho mi espectáculo”, dice a La Vanguardia.
Comienza en Barcelona una gira española por primera vez. ¿Cómo se siente?
Estoy nervioso. Siento que es difícil en la comedia adaptarse al lugar, pero he tratado de trabajar mi show para que sea lo más universal posible. Me pasa que siempre se me sale el chileno que tengo adentro. Aún así, intenté hacerlo con un castellano más neutro y con poca referencia a Chile. Creo que el único chiste que me equivoco es cuando digo ‘huaso’ (campesino tradicional de Chile), y ahí no tengo cómo explicar (ríe).
Siempre se me sale el chileno que tengo adentro. Aún así, intenté hacerlo con un castellano más neutro y con poca referencia a Chile
En su anterior show, 'Oscuro', quedó claro el tono irónico y deslenguado de sus espectáculos. ¿Qué veremos en 'Abriendo las manos'?
Me he dado cuenta de que en cada show me sale más fácil escribir y ser honesto conmigo mismo. Oscuro salió un poco más apurado, porque después del Festival de Viña del Mar me quedé sin chistes. Es como cuando uno hace la tesis de la universidad un mes antes. Este show sí tuvo un poco más de preparación, así que siento que está mucho mejor, más divertido y universal.
¿Lo escribió pensando en una gira internacional?
Sí, siempre. Me llama mucho la atención la buena recepción que tengo, por eso quiero entregarles un show que entiendan. Sería muy feo que vayan a ver un comediante que no entiendan. El humor oscuro se mantiene sí, eso me gusta.
¿Cómo cree que percibe la gente esa oscuridad en los chistes?
Me ha sorprendido. Hay algunos lugares, y sobre todo algunas personas, que aplauden cuando digo: ‘yo me pude poner de pie’. Y es como no… ahora venía un chiste (ríe). Mucha gente ve en mí algo motivacional, más que un comediante ácido. Quizás porque no me han visto mucho, la gente que me conoce sabe que después viene algún chiste. Espero que después de una hora de show, entienda todo lo que quiero contar. Creo que también me han servido mucho las interacciones que hay durante el show, porque converso con gente con discapacidad, que no es algo muy común.
Me han servido mucho las interacciones que hay durante el show, porque converso con gente con discapacidad, que no es algo muy común
Invitar al público a interactuar, ¿lo inició con un ánimo reivindicatorio?
Es que me pasó también. Cuando alguien preguntaba algo sobre mí, siempre le hablaban a mi mamá o mi papá y yo me quedaba sin voz, sin opinión. Siempre prefiero conversar con las personas que tienen discapacidad. Si ya se me hace muy complicado poder entenderles, poder una comunicación fluida, hablo con la persona que viene acompañándolos.
Usted ha dicho que muchas veces son las personas que no tienen discapacidad las que más se ofenden con las bromas…
Hay palabras y conceptos que no están bien trabajados todavía. Por ejemplo la misma palabra discapacidad. Muchos creen que es un insulto decirle a alguien que tiene discapacidad. Creen que hay que decirles ‘personas con capacidades diferentes’, que es un angelito. Yo creo que hay palabras y conceptos que tienen una connotación negativa, cuando en realidad así es el lenguaje. Siempre se ha dicho que no se deben hacer chistes sobre una persona con discapacidad, que no hay que reírse de eso, y uno no se ríe.
Pero ahora, ¿estamos dejando de tener miedo de reirnos del tabú?
Hace poco me pasó en un show que una persona que no tenía discapacidad me dijo: “He aprendido que todos tenemos una discapacidad y que tú eres un angelito hermoso”. No había entendido nada de lo que dije en todo mi show (ríe). Yo doy el mensaje de que no somos niños chicos y no somos angelitos, pero hay personas que no van a entender nunca eso. Hay quienes nos siguen infantilizando y nos ven como personas que estamos sufriendo. Me quedo con que hay gente que lo hace sin maldad, porque piensan que de verdad la discapacidad es mala. He dejado de pelear con eso.
¿Antes lo hacía?
Me enojaba que me dijeran ‘Luchito’, porque sentía que me estaban infantilizando. Pero no era así, solo era un diminutivo. Ya he dejado de pelear. Siento que uno nota la maldad o la gente que te quiere hacer daño. Con ellos tengo más resquemor, con quien piensa que una persona con discapacidad no es capaz de hacer nada o que no somos útiles en una sociedad. Eso me molesta más.
Usted era contador y renunció a su trabajo para dedicarse a la comedia. ¿Cuándo surgió el interés por hacer humor?
Es que en realidad yo no era un buen contador (ríe). La gente se pregunta por qué dejé la contabilidad y fue porque era malo. Si hubiera sido bueno quizás habría sido más difícil renunciar. Dedicarme a la comedia fue un alivio. Yo estaba durmiendo mal, estaba enojado conmigo, porque es muy duro trabajar en un lugar que no te gusta. Quizás la comedia no fue la opción más viable, pero afortunadamente después de mucho trabajo me empezó a ir bien y ahora puedo vivir de eso.
¿Alguna vez imaginó que se dedicaría al humor de manera profesional?
Siempre intenté hacer humor con mi situación. Era una salida fácil ante un momento incómodo. Por ejemplo, si alguien quería ayudarme a tomar la bandeja para la comida en el colegio o ayudarme con la sopa. Siempre intentaba hacer un chiste de eso y podía salir jugando. De todas formas, trabajar en la comedia es muy difícil, es todo lo contrario. Hay todo un trabajo, hay una dedicación, hay que moldear los chistes que uno hace en un asado. Ese niño que fui y que hacía chistes, ha tenido que trabajar todo ese humor para poder ser el comediante ahora.
Está trabajando en la internacionalización de su carrera, con actos en España y América Latina, ¿qué proyectos vendrán en el futuro?
Quiero seguir agrandando mi mapa y seguir actuando en países latinoamericano. Me gustaría volver a España y conocer más ciudades. Me falta México, me falta Colombia. Este espectáculo debería durar dos años y luego empezaremos uno nuevo.