Puede que a Quevedo le falte expresividad en el escenario o que adolezca de originalidad en los nuevos temas reguetoneros que empaquetó, en un ya lejano 2024, dentro del álbum Buenas noches. Detalles sin importancia mientras cuente con el favor de un público tan entregado como el reunido anoche en un Palau Sant Jordi lleno hasta la bandera, gesta que repetirá esta noche. Puede que el canario no haya crecido en este tiempo como músico, pero con solo 23 años no hay duda de que se ha hecho más grande.
Pedro Luis Domínguez Quevedo, que hace dos años se estrenó en Barcelona con sendas noches en el Sant Jordi Club, ha dedicado este 2025 a certificar su ascenso a las ligas mayores de la música con todo el marchamo de las grandes actuaciones. Ha sido la otra cara del año de descanso que se tomó después de tocar el cielo con el álbum Donde quiero estar y sobre todo con aquel Quédate que resonó durante meses en medio planeta con factura de música urbana y hechuras de himno futbolístico.
El canario subió al escenario a través de una alfombra roja entre el público
Tímido dentro y fuera de los escenarios, Quevedo, que se su anterior paso por Barcleona lucía chándal holgado y sonrisa bonachona, regresó convertido en algo mucho más parecido a las estrellas del reguetón con las que comparte estilo y sonido: Nuevo y trabajado estilismo con americana de cuadros escoceses y pantalones de pinza, cuerpo de gimnasio, trabajados planos de cámara y letras tanto o más explícitas, en dirección contraria al paso que artistas como Bad Bunny van marcando. Es lo que ofreció anoche durante dos horas de perreo, tiempo suficiente para repasar una carrera donde el handicap es haber triunfado a la primera y mantenerse sin firmar bombazos en cada disco.
Todo le vino de cara al protagonista de anoche desde que subió al escenario a través de una alfombra roja franqueada por una hilera de fans para interpretar las iniciales Kassandra y Duro, relatos de su nueva vida como sufrida estrella. Temas que fueron celebrados por los más de 17.000 asistentes congregados alrededor del escenario, instalado en el centro del recinto para la ocasión: Una alargada franja horizontal, con las consiguientes pantallas instaladas en la parte superior, fue el espacio de trabajo de Quevedo, encargado de llenarlo sin apoyo de músicos ni apenas escenografía. La única ayuda fue un cuerpo de baile de ocho miembros bailando por lo general al margen del protagonista, que por su parte se dedicó básicamente a transitar de una punta a otra del escenario sin grandes aspavientos, micro en la diestra y la zurda proponiendo las únicas gesticulaciones del artista.
Los temas del nuevo álbum protagonizaron la primera franja del concierto, ocasión para que el joven público -muchos con la camiseta del Las Palmas como uniforme oficial del artista- demostrara sus conocimientos de la cosa entonando al unísono letras como “Tus padres no quieren escuchar mi nombre / cuando se duerman voy a entrar por atrás /y una vez dentro te voy a entrar por atrás”, del tema Por atrás. Expliciteces que pusieron a bailar desde el primer instante a los entregados fans que, móvil en mano, convirtieron la noche en un gran karaoke.
Con camiseta sin mangas negra, libre ya de la americana que lució al salir al escenario, Quevedo prosiguió la velada con un baño de éxito al recordar sus primeros pasos con imágenes bisoñas abriendo el trap Ahora y siempre (“Voy a cobrar las colabos como la cosa siga así/Hey, como Bad Bunny, en mi peak”), para regalar el tierno reguetón de Dame, de Donde quiero estar que dejó cantar al público sin importar que se escuchara su voz doblada en la grabación. También sonaron Sin señal y Playa del inglés, una de las canciones más coreadas junto con “Punto G” y la sesión de Bizarrap, que inevitablemente concluyó la actuación. Aquí se vio al músico más relajado y buscando la complicidad del público, con la colaboración del también canario Lucho RK en Guaya y Preñá. La respuesta de los fans fue, desde el primer momento, un coro de voces al unísono que por instantes competían en decibelios con la acústica del concierto.
Bajaron las revoluciones, las gradas se llenaron de luces de móvil y sonó Que asco de todo, resabios autocríticos con ese verso que dice “sabiendo que si me sale del pecho no va a sonar en la radio”, cantada por el canario sentado, en pose melancólica. Breve parada antes de embocar la parte final del concierto completando el repaso a Buenas noches con experimentos como Noemú, pop con autotune, y lo más granado del álbum, caso de la popera Gran Vía, colaboración con Aitana, o Tuchet, mientras al público se le escapaba el Quédate de la boca, deseo concedido para cerrar la noche de Quevedo, que mientras conserve esta bala de plata de la Bzrp Music Sessions, Vol. 52 dispondrá de nuevas oportunidades para hacerse más grande y crecer.

