Carme Riera celebra con un nuevo libro cinco décadas como escritora

50 años de carrera literaria

La autora mallorquina celebra la publicación de su primer libro, el fenómeno de ‘Te deix, amor, la mar com a penyora’, su primer gran éxito literario

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Carme Riera, en Cala Major, en Palma

EUGENI AGUILÓ

Tendríamos que empezar por el comienzo, quizá, una vez más, el del cuento que da título al libro con que para Carme Riera (Palma, 1948) empezaron tantas cosas: “Des d’aquí, des de la meva finestra, no puc veure la mar (Desde aquí, desde mi ventana, no puedo ver el mar)”. Es el inicio de Te deix, amor, la mar com a penyora, pero desde el hotel Nixe Palace de Cala Major, en Palma, donde nos ha convocado la escritora, junto a su casa, sí se ve el mar, entre tormenta pasada y tormenta anunciada. Riera celebra los 50 años de su publicación con una edición especial en catalán, en Edicions 62, y por primera vez lo ha traducido ella misma al castellano (Te dejo, amor, en prenda el mar, en Alfaguara).

La efeméride se completa con Gràcies (Edicions 62/Alfaguara), “porque no estaríamos aquí si no hubiera gente que desde el principio me ha leído, y tenía la necesidad de agradecérselo con este librito que no es nada del otro mundo, que quiere explicar cosas con un tono sencillo, recuerdos y retales, pero no unas memorias serias, que quizá llegarán algún día”, asegura, aunque insiste en que no está trabajando en ellas, como sí tiene en la cabeza una distopía sobre los turistas en Mallorca. Delante del hotel un cartel ilumina: “Abierto todos los días ofertas bebidas alcohólicas”. Su Mallorca, que tanto ha retratado, es su arcadia. No queda apenas nada. 

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Dos exposiciones conmemorarán también el cincuentenario de la obra a partir del 19 de septiembre, cuando se celebra la Nit d’Art. Por una parte, hasta el 23 de enero del 2026 se podrá visitar en el Arxiu del Regne de Mallorca la muestra Carme Riera, l’amor, la mar, comisariada por Lucía Garau y Bàrbara Galmés y disenyada por Antoni Garau, que intentará ilustrar el entorno de la obra: cómo empezó a leer y escribir, sus amigos y maestros, los libros que la influyeron o la música, cine y teatro de la época. Por otra parte, en el Col·legi Oficial d’Arquitectes de les Illes Balears se presentará la instalación del artista visual Pep Llambías Vessant Amor, en colaboración con la propia escritora y comisariada por Montse Torras, que transforma la sala de exposiciones en un espacio de diálogo entre literatura y arte contemporáneo, con una instalación que juega con las palabras, los silencios, los espejos, la nostalgia, el color azul, el amor y la muerte.

Riera repasa su trayectoria y recuerda los inicios, cuando mostró sus cuentos al añorado Guillem Frontera y le aconsejó que los llevara a la editorial Laia. Lo hizo en febrero de 1975, pensando más bien que si no lo rechazaban tardarían meses en decir nada: para sorpresa suya, el día de Sant Jordi ya estaba paciente en la Rambla, donde solo consiguió vender uno. Con el boca a oreja hace camino y supera las 40 ediciones, y hasta ahora. ¿Cuál era el secreto? La autora no lo sabe, pero “mientras lo releía pensaba que había mucha intensidad en el texto, y quizá también tuvo que ver con que hablara del amor entre mujeres, que era como si no existiera y creo que es la primera vez que se hacía en catalán, de una manera abierta, y que transmite una emoción muy juvenil y fresca. Pero no había ido a ninguna escuela de escritura, claro, solo había leído”. Curiosamente, no se habló mucho de que una chica de quince años viviera un romance con su profesora... “Es cierto, y mira que eso ha pasado siempre, yo misma me casé con un profesor mío...”.

“Pere Gimferrer me daba clases de literatura y Joan Vinyoli me pedía que bajara al bar”

De hecho, como explica en su nuevo libro, la lectura le costó mucho –“las monjas dijeron que quizá era retrasada”–, pero la poesía la hizo lectora: “Mi padre me leyó la Sonatina de Rubén Darío, y me gustó tanto que la quería releer”. Vinieron luego las cartas que enviaba a sus amigas durante unas largas anginas, y así arrancó. Sin capillitas ni escuelas, pero con algunos amigos. “Siempre he ido bastante por libre, pero en Barcelona, mientras estudio la carrera, me hice muy amiga de Ana María Moix y Pere Gimferrer, que me venía a buscar todas las tardes al colegio mayor en un taxi y me llevaba a una cafetería y me explicaba literatura, como clases particulares, y aprendí muchísimo”. En otra época frecuentó al poeta Joan Vinyoli, vecino suyo: Me llamaba y me decía: ‘Baja al bar, que estoy muy triste’. Era un hombre encantador”.

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Carme Riera, en Cala Major, en Palma

EUGENI AGUILÓ

Su literatura toca a menudo la identidad, una cuestión marcada porque es una mallorquina que vive en Barcelona, una escritora en catalán que da clases de literatura en castellano, y encima es miembro –la vicepresidenta– de la Real Academia Española: “Para muchos españoles soy catalana, y para muchos catalanes soy española. Como no soy indepe, algunos incluso me han enviado cartas diciendo que no me leerán más. Eso me enfadó, porque tengo amigos de todo tipo y la ideología me parece una burrada enorme, a mí me interesan las personas. ¿De quién es el catalán? Es nuestro, de los indepes y de los que no lo somos”. “Pero no se vive mal, en la frontera. A veces recibes un tiro perdido de unos o de los otros, pero tengo el lujo enorme de tener dos lenguas y las defenderé encarnizadamente”, insiste, y eso que ella siempre escribe en catalán desde que tuvo a Aina Moll de profesora: “Le tenía devoción, y si no hubiera sido por ella tal vez escribiría en castellano, lo que le habría encantado, siempre me lo decía, a Carmen Balcells, que también fue muy importante y por eso escribí su biografía”.

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